Apariciones marianas: Nuestra Señora de Pontmain

Nuestra Señora de Pontmain (o también llamada Nuestra Señora de la Esperanza y/o Nuestra Señora de la Oración), es el nombre que se le dio a la Bienaventurada Virgen María durante sus apariciones en Pontmain, una pequeña aldea en el interior de Francia, el 17 de enero de 1871.
El contexto de la aparición de la Virgen de Portmain se sitúa en el contexto de la Guerra franco-prusiana: los ejércitos del Segundo Imperio Francés habían sido derrotados y el Segundo Imperio Francés aplastado ingresando así las tropas alemanas-prusianas en territorio francés.
El 12 de enero de 1871 los prusianos entraron en Le Mans y avanzaron en dirección al oeste donde las poblaciones locales aportaron numerosos hombres para defenderse en la guerra franco-prusiana pero no se obtenían noticias de ellos.
Al mismo tiempo se produjo una epidemia de fiebre tifoidea y de viruela pues debido a ello mucha gente se refugiaba en la iglesia de la aldea tratando de orar para que la guerra cesara.
Cansados de orar fervientemente, cuatro niños testimoniaron la aparición de la Virgen el 15 de enero del 1871 cuando se encontraban fuera de sus casas.

Imagen actual del Santuario de Nuestra Señora de Pontmain
El día 17 de enero de 1871, los dos niños, alrededor de las cinco de la tarde, fueron a ayudar a su padre en los trabajos propios de la granja y Eugenio, al salir de su casa, ve a unos seis metros de altura, por encima de los techos, que las estrellas se comenzaron a derretir, para posteriormente apreciar una hermosa señora grande y bella que le sonríe.
La descripción de esta Señora según lo señalado por Eugenio, llevaba una larga capa azul adornada con estrellas centellante doradas; un velo negro que le cubría el cabello y una diadema de joyas.
También afirmó que la Virgen usaba zapatos azules y sus manos estaban extendidas hacia los costados como aparece en la imagen de la Medalla Milagrosa.
Eugenio se quedó mirándola con asombro durante unos 15 minutos y cuando su padre y su hermano de 10 años, José, salieron del establo, Eugenio grito: “¡Miren allí!, ¡Encima de la casa!, ¿Qué ven?”, José describió a la Señora tal cual como lo hizo Eugenio.
El padre de los niños no vio nada, salvo tres estrellas brillantes formando un triángulo en el cielo y les ordenó con severidad que regresaran al establo para alimentar a los caballos.
Sin embargo, un poco después, el padre les dijo que salgan y miren de nuevo pues la vieron de nuevo y José repetía: “¡Qué bella es!, ¡Qué bella es!”.
La madre de los niños, Victoria Barbadette, fue entonces hasta donde se encontraban sus hijos y le dijo a José que se callara porque estaba llamando mucho la atención.
Sabiendo que los niños eran honestos y no mentían, ella dijo: “Es quizás la Virgen Santísima quien se los aparece. Ya que la ven, recemos cinco padrenuestros y cinco avemarías en su honor”.
Después de recitar las oraciones en el establo, para no llamar la atención, la Señora Barbadette preguntó a sus hijos si todavía veían a la Señora pues cuando dijeron que sí, ella fue a buscar sus gafas y regresó con su hermana Louise, pero ninguna de las dos vio a la Señora.
La Sra. Barbadette llamó a las hermanas religiosas y le advirtió a sus hijos: “Las hermanas son mejores que ustedes. Si ustedes ven, ellas ciertamente también verán.”
Durante esta primera fase, Victoria va a buscar a Sor Vitaline y la población se precipita frente al granero y comienza a rezar con Sor Vitaline pero a pesar de que no pudo ver a la Virgen sabía que los niños eran honestos.
Entonces fue a la casa de un vecino y Sor Vitaline le pidió a dos niñas pequeñas, Francoise Richer (11 años) y Jeanne-Marie Lebosse (9) que fueran con ella.
Las niñas vieron a la Virgen y la describieron de la misma que como los hicieron los niños y al llegar entonces la Hermana Marie Edouard y al escuchar lo que decían las niñas, fue a buscar al Padre Guerin y a otro niño, Eugenio Friteau (6 años y medio) que también vio a la Virgen.
Agustín Boitin, un niño de sólo 25 meses quiso alcanzar la Virgen y dijo: “¡El Jesús!. ¡El Jesús!” pues curiosamente sólo estos seis niños podían ver a la Virgen.
En ese momento, todos los niños dicen que se forma un óvalo blanquiazul alrededor de la Dama, y al mismo tiempo hay una cruz roja en su pecho, en su corazón.
Miles de estrellas comienzan a formar como un escabel a los pies de la visión pues el Padre Guerin que llega donde se encuentra la gente, pidió a todos que rezaran, por lo que se arrodillaron y rezaron el rosario y el Magnificat.
Gradualmente apareció un mensaje en letras doradas en el cielo que vieron todos los niños: “Pero, Recen hijos míos”
La Hermana Marie Edouard entonces dirigió a los presentes en el canto de las letanías de la Santísima Virgen pues el mensaje continuó: “Dios pronto les concederá lo que piden”. El mensaje del cielo continuó: “Mi Hijo se deja conmover por la compasión”.
Cuando los niños anunciaron este mensaje, el Padre Guerin le pidió a todos que cantaran un himno de alabanza y la Hermana Marie Edouard dijo: “¡Madre de Esperanza, tan dulce nombre, protege nuestro país, ruega por nosotros, ruega por nosotros!”.
En ese mismo momento la gente respondió: “Si (los prusos) estuviesen a la entrada del pueblo, ya no debemos temer!” y al final del himno, el mensaje desapareció.
La gente entonces cantó un himno de arrepentimiento y reparación a Jesús donde la Señora se veía triste y sostenía un gran crucifijo rojo en el que estaba inscrito: “Jesucristo”.
A las 8:30 p.m., la gente cantó, “Ave, Maris Stella” y el crucifijo desapareció pues en ese momento ella de nuevo sonrió y dos pequeñas cruces aparecieron sobre sus hombros.
Ella bajó sus manos y un velo blanco la fue cubriendo desde los pies hasta la corona pues entonces alrededor de las 8:45 p.m., los niños dijeron: “Ha terminado”.
Durante el tiempo preciso de la aparición, el general pruso Von Schmidt, estaba listo para arrasar con el pueblo de Laval en dirección a Pontmain, pero recibió órdenes del alto mando de no tomar la ciudad.
Tras la aparición de la Virgen y la no invasión del pueblo de Laval por parte del general pruso Von Schmidt ese mismo mes se firmó el armisticio entre Francia y Prusia.
La intercesión milagrosa de la Madre trajo la paz pues entonces los 38 soldados de Pontmain regresaron sin un rasguño y el mensaje de Pontmain nos muestra muy claramente el efecto de las plegarias aún en una pequeña comunidad parroquial.
Fuente: https://virgensantamaria.org/nuestra-senora-de-pontmain/