Casarás, le leyenda del convento maldito
La leyenda cuenta que hacia 1307, ante el desastre que amenazaba a la Orden del Temple, el senescal Hugo de Marignac era unos de los altos cargos conocedores del lugar donde el Temple de Castilla había ocultado sus fabulosas riquezas, en el entorno del Convento Templario de Casarás. Pero se enamoró perdidamente de una joven condesa, dama de la reina de Castilla que se encontraba en el cercano Palacio de Valsaín.
Aquella noche no fue el único huésped del convento. Cierta castellana, esposa de un conde probado de Dios y con importantes propiedades en el valle, vino a pedir cobijo a los monjes por un viaje que pensaba hacer a Segovia, y el Senescal quedó de inmediato prendado de su hermosura.
Desesperado al no ver correspondido su amor por la dama, acudió a un monje nigromante que ejercía su siniestro oficio en la Cueva del Monje (con leyenda propia). Alcanzaron un trato: el monje lograría que la dama se rindiera enamorada y él le desvelaría el lugar donde estaba el tesoro que la orden del Temple había escondido en estos montes.
El brujo con sus conjuros hizo que el vapor de su caldero formase la imagen de la deseada joven. Luego pidió al caballero templario que atravesase con su espada el costado de aquella aparición para herirla de amor. Terminado el rito, el brujo exigió el pago pero Hugo se lo negó. Entonces el nigromante trazó unos extraños signos sobre el caldero y declaró «Por incumplir tu palabra, el mismo tajo que has dado a la evocación de tu amada la ha traspasado en persona. Ya estará muerta…» Ciego de ira, frey Hugo descargó su espada sobre el brujo y lo decapitó de un solo tajo. Corrió con su caballo hasta Valsaín, donde comprobó que su amada estaba muerta.
Enloquecido, cabalgó días y días errante por los pinares de Valsaín, espantando con sus gritos a hombres y animales. Hugo de Marignac no tardó en morir de hambre, frío y desesperación, pero su fantasma quedó maldito y condenado a vagar eternamente por los alrededores del Convento de Casarás, para proteger tras su muerte el tesoro de los templarios. Cuentan los lugareños que a veces aparecen pisadas del caballo de frey Hugo alrededor de las ruinas del convento.
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