George Washington Carver

Nació en una familia de esclavos en la década de 1860 en el estado de Misuri y cuando sólo era un bebé, su madre murió, y él padeció una grave enfermedad conocida como tos ferina pero por suerte, sobrevivió a la enfermedad, aunque le dejó graves consecuencias en él, o sea, durante el resto de su vida padeció constantes enfermedades respiratorias y no pudo realizar trabajos físicos.
Desde la infancia empezó a interesarse por la botánica ya que hacía dibujos de todas las plantas que se iba encontrando, clasificaba las distintas especies, se aprovechaba de los beneficios de las plantas medicinales… De hecho, sus amigos empezaron a llamarle «Doctor de Plantas».
Con el tiempo acabó llegando a la universidad y se graduó adquiriendo gran fama en la microbiología y las patologías de las plantas. Pero, sin ninguna duda, el responsable de que George pasara a la historia es su afán por inventar y por mejorar con sus inventos la calidad de vida de los esclavos negros.
Y es que, a pesar de haber abandonado completamente del estado de esclavitud con el que nació, siempre tenía presente el sufrimiento de sus semejantes en aquellos duros días.
En primer lugar, incentivó a los agricultores a aplicar el sistema de barbecho en las enormes plantaciones de algodón y para ello, fundó un laboratorio de investigación industrial y llevó a Norteamérica muchos nuevos tipos de cultivo.
Pero sus verdaderos inventos vinieron cuando empezó a buscar aplicaciones para los distintos cultivos de cacahuetes y batatas pues se dice que él fue el creador de la mantequilla de cacahuete, pero no la patentó porque el creía que los alimentos no eran algo que pudiera «pertenecer» a los humanos.

Georges Washington Carver realizando anotaciones
Descubrió cientos de aplicaciones para estos alimentos (parece que más de trescientos inventos relacionados con el cacahuete y alrededor de 100 relacionados con la batata y otros alimentos).
Sin embargo, era un científico especial ya que no tomaba notas de lo que hacía, no solía patentar sus inventos, no dejaba escritos ni bocetos sobre sus experimentos… Todo lo guardaba en su cabeza. Esa es la razón de que, a día de hoy, sólo conservemos tres patentes suyas: una sobre cosméticos y dos sobre pinturas.
En el año 1915, el presidente norteamericano Theodore Roosevelt admiró en público su trabajo y dijo que era uno de los mejores investigadores dentro de la industria agrícola.
Su fama fue tan grande que se dice que el inventor Thomas Alva Edison le había ofrecido un sueldo de unos 100.000 a 200.000 dólares anuales si trabajaba para él, lo cual rechazó.
Este esclavo negro acabó convirtiéndose en un reputado inventor que llegó incluso a aparecer en sellos pero además, logró cumplir su mayor ambición: Enseñar a sus semejantes negros la forma más fácil de cultivar a través de sus inventos y la tecnología.
Fuente: http://elbustodepalas.blogspot.com/2010/12/los-george-washington-inventores.html