Historia y origen de la Vijanera en Silió

La Vijanera es una mascarada de invierno que se desarrolla en la localidad española de Silió, en Cantabria, el primer domingo de cada año pues en el caso de que esta fecha coincidiese con Año Nuevo se traslada al siguiente. Debido a su popularidad y tradición está declarada como Fiesta de Interés Turístico Nacional.
La fecha de este rito en algunos puntos como Silió era siempre el 31 de diciembre, aunque en los pueblos cercanos se alargaba hasta mediados de enero.
Su origen es incierto ya que comparte similitudes con mascaradas del resto de Europa en zonas en donde fueron escasamente romanizadas.
De hecho en la península estas tradiciones se encuentran por lo general en zonas de montaña donde los cultos paganos relacionados con la naturaleza se mantuvieron más tiempo.
Tiene rasgos que también aparecen en las calendas de enero romanas, que coincidían desde el 153 a.C. a con el inicio del año y fueron adquiriendo cada vez más importancia durante la época imperial, o sea, que a esta se la llamaba ianuaria, pues estaban dedicadas al dios Jano (Kalendae Ianuariae), de donde resulta que procede al parecer el nombre de Vijanera (Dies Januaria > Dijanera > Vijanera).
Esta fiesta primitiva se ajusta mucho a lo que el folclore cántabro ha conservado, teniendo probablemente un origen pastoril. Jano, dios idealizado con dos caras, representaba la dualidad (el bien y el mal, lo viejo y lo nuevo, etc.), pero además era el dios protector de los rebaños.
En los países célticos las mascaradas, en las que los participantes se disfrazaban así de diversas clases de animales, eran frecuentes y esto también sucedía en el norte de España, como queda reflejado en el celo en combatir esta práctica por parte San Paciano, obispo de Barcelona, en el siglo IV.
A través de su obra perdida Cervulus (o Cervus) denunciaba la mala costumbre de estos pueblos paganos de disfrazarse en figuras monstruosas de animales, las más ordinarias de ciervos, de cabras y también de bueyes. Panciano se refería a la fiesta llamada Hennula Cervula, una especie de bacanal que se celebraba el día primero del año y que fue común a las ciudades más notables del Imperio romano.
La lucha de la Iglesia contra esta costumbre de los pueblos de la cordillera Cantábrica tenía entonces toda su vigencia en el siglo VI. Por San Martín de Braga conocemos que en ese siglo una de las celebraciones paganas que aún persistían era la fiesta de las calendas, atribuyéndola un origen demonológico e incluso llegando a promover un cambio de calendario que retrasase el comienzo del año al día 25 de marzo.
Un siglo después San Isidoro de Sevilla insistiría en la misma idea de combatir tal celebración:
La Iglesia instituyó el ayuno de las Kalendas de enero (Kalendarum ianuariarum) a causa del error de la gentilidad. Pues Jano fue un príncipe de los paganos, del cual toma su nombre el mes de enero, que los hombres inexpertos veneran como a un dios, lo que trasmitieron a sus generaciones con un claro sentido religioso, mientras que tal día lo consagraron a las representaciones y a la lujuria. Así, los pobres hombres, y lo que es peor hasta los fieles, se disfrazan poniéndose caretas monstruosas y vestidos de fieras, y otros, camuflados con ademanes femeninos, dan a su semblante masculino un aire de mujer. Algunos también profanan aún tal día por la fanática costumbre de la práctica de ciertos augurios, todo lo aturden con los pasos de los bailarines, con las patadas de los danzantes, y lo que es un delito más obsceno, a causa de la unión entre sí de los coros de ambos sexos, la turba falta de espíritu y también enfurecida por el vino se promiscuye.
De ecclesisticis officiis I, XLI: Divi Isidori Hispalensis episcopi opera..
En el folclore de Cantabria se ha conservado la januaria del año nuevo con muchas de las características que debió tener en época pagana pues hasta principios del siglo XX se celebraba en los valles de Iguña, Anievas y Toranzo, y que a juzgar por diversos indicios, debió estar mucho más extendida por Cantabria en épocas más antiguas.
El documento más antiguo que constata la celebración de Vijaneras corresponde a la Vijanera de Silió y data de 1849. En ella se pone de manifiesto como el concejo de Silió pagaba de manera regular todos los años una cántara de vino tinto a los de la «Viejanera» que salían el 31 de diciembre.
Posteriormente en otra mención de 1862 ya se hace alusión a Vijanera, tal y como ha llegado pues hasta nuestros días, solamente interrumpida desde 1937 hasta 1981. Julio Caro Baroja señala que es una «danza salvaje muy semejante al Gurria, de Ponga».
Este rito de solsticio de invierno consiste en una mascarada colorista en la que participan alrededor de 75 personajes diferentes encarnados por más de 160 vecinos (todos varones): la madama, el mancebo, el marquesito, los trapajones o naturales, los traperos, el oso y su amo, el pasiego y la pasiega, el caballero, la Pepa o Pepona, el médico, la preñá, el húngaro y las gorilonas, el viejo y la Vieja,los danzarines blancos y negros, el caballero, las giraldas, las jilonas, la zorra, el zorrocloco, el ojáncanu, los guardias, los guapos, el afilador, la pitonisa, la bruja, el diablo… todos ellos vestidos de manera vistosa y con una función y un simbolismo propios.
La Vijanera se compone de multitud de capas encontrando trajes más arcaicos que conviven con otros como las profesiones que datan de comienzos del siglo XX. La tendencia a representar figuras femeninas en la mascarada es muy antigua, como se desprende por los textos del mencionado San Isidoro de Sevilla y del canon del IV Concilio de Toledo.
Sin embargo los verdaderos protagonistas de la fiesta son los zarramacos debido a la importancia de su papel. Estos últimos son personas vestidas con pieles de oveja y sombreros picudos además de llevar la cara pintada de negro que van ahuyentando los malos espíritus del año que comienza haciendo sonar los varios campanos que llevan atados al cuerpo. Danzando sin parar y produciendo un ruido atronador, su misión es la de expulsar a dichos espíritus del pueblo llegando hasta los límites del mismo. Las figuras de animales constituyen principalmente el elemento tradición prerromana local.
En esta fiesta se representa el deseo de desterrar el año pasado y preparar el camino al entrante para que comience con ilusión y buenos augurios.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/La_Vijanera