Delia Bacon, la escritora que propuso la primera teoría sobre la verddera identidad de Shakerspeare

Delia Salter Bacon (2 de febrero de 1811 – 2 de septiembre de 1859) fue una escritora estadounidense de obras de teatro y cuentos y estudiosa de Shakespeare. Ella es mejor conocida por su trabajo en la autoría de las obras de Shakespeare , que atribuyó a los reformadores sociales como Francis Bacon , Sir Walter Raleigh y otros.
Delia nació en 1811 en la localidad de Talimadge, Ohio (EEUU), a la que se había mudado desde New Haven su padre siguiendo una visión; el progenitor era un pastor congregacionista que moriría poco después, acaso deprimido por haber tenido que regresar sin haber conseguido nada.
El caso es que la viuda y sus seis hijos quedaron desamparados y los amigos de la familia tuvieron que hacerse cargo de la educación de los niños donde Delia enfermó de malaria y cólera pero tuvo la suerte de poder asistir a la escuela de Catherine Beecher.
Delia adquirió una enorme experiencia que le permitió desarrollar sus propios métodos pedagógicos, convirtiéndose en una respetada profesional de la enseñanza.
También se reveló como una buena escritora, ya que publicó su primer libro en 1831, con sólo veinte años de edad titulado Tales of the puritans (Cuentos de los puritanos) , aunque a causa de los prejuicios de su tiempo, no pudo firmarlo, debiendo editarse anónimamente.
Además, al año siguiente se presentó a un concurso de relatos cortos patrocinado por el periódico Philadelphia Saturday Courier y ganó imponiéndose a un tal Edgar Allan Poe.
En 1836, se mudó a Nueva York y se convirtió en una ávida espectadora de teatro pues e reunió con la actriz líder de Shakespeare, Ellen Tree, poco después, y la convenció para que tomara el papel principal en una obra que estaba escribiendo titulada La novia de Fort Edward , basada en su galardonada historia, Love’s Martyr, sobre Jane M’Crea .
La obra, sin embargo, nunca se realizó, debido en parte a la salud de Bacon y las duras críticas de su hermano y de nuevo se publicó de forma anónima en 1839.
Regresando a New Haven, Bacon se reunió con el ministro Alexander MacWhorter en 1846 y en un viaje a Northampton convenció a muchos de los aspectos impropios de su relación.

Francis Bacon
MacWhorter fue llevado al juicio eclesiástico por el hermano de Bacon, Leonard, por «conducta deshonrosa», pero fue absuelto en una votación de 12-11. La opinión pública obligó a Bacon a irse de New Haven a Ohio, mientras que Catherine Beecher escribió un libro que defendía su conducta.
Ella creía ver en la producción literaria de Shakespeare auténticas lecciones de filosofía concebidas para las clases privilegiadas, algo que casaba mal con el fervor popular que despertaba el teatro shakespeariano.
Por tanto, llegó a la conclusión de que aquel actor de escasa formación metido a dramaturgo sólo habría puesto su nombre a lo que en realidad escribía un grupo de genios que preferían permanecer en el anonimato.

Edward de Vere
Pues, por ejemplo, el citado Francis Bacon, un abogado, político y filósofo, padre del empirismo y también destacarían Sir Walter Raleigh y Edmund C. Spencer, que aspiraban a inculcar en la sociedad inglesa todo un sistema filosófico que oficialmente no podían asumir.
Se daba la circunstancia de que los tres eran destacados poetas y que Bacon manejaba con destreza los códigos cifrados, tal como le explicó Samuel Morse a Delia.

Thomas Carlyle
Se les habrían unido Thomas Sackville y Edward de Vere y donde Delia los describió como una pequeña camarilla de políticos decepcionados y derrotados que se comprometieron a encabezar y organizar la oposición popular contra el gobierno, y se vieron obligados a retirarse de esa empresa (…) Expulsados del campo abierto, lucharon en secreto. Se refería a un presunto intento de luchar contra el despotismo de Isabel I y su sucesor Jacobo I en clave republicana.
A nadie se le escapan las circunstancias que seguramente influían sobre la escritora: no sólo había tenido que publicar sin su nombre varias veces, sino que además acababa de salir de una estentórea ruptura sentimental que la llevó a alejarse de la fe congregacionista.

Ralph Waldo Emerson
Entre las primeras estuvo la de Ralph Waldo Emerson, filósofo, poeta y ensayista bostoniano con el que había entablado amistad años atrás a través de la cuñada de Nathaniel Hawthorne (el autor de La letra escarlata) y que, pese a tener cierto escepticismo hacia su teoría, la ayudó a publicar The Philosophy of the Plays of Shakespeare Unfolded en 1856, en la revista Putnam, porque consideraba que la literatura estadounidense de esos momentos sólo tenía dos nombres dignos: uno era Walt Whitman y el otro Delia Bacon.
Entre los detractores destacaba el neoyorquino Richard Grant White, crítico literario y defensor incondicional de Shakespeare, sobre el que escribió varios estudios dedicando parte de su atención a la cuestión identitaria en Essay on the Authorship of the Three Parts of Henry VI (Ensayo sobre la autoría de las tres partes de Enrique V.
Delia Bacon se obsesionó con el tema pero nunca consultó fuentes primarias ni investigó exhaustivamente, como le recomendó hacer Carlyle pues escribía y escribía tomando como única prueba la ausencia de datos sobre la vida de Shakespeare, como si eso bastase para constituir una certeza.
La revista Putnam desconfió de su equilibrio mental y le retiró el apoyo financiero, de modo que quedó en una difícil situación de la que tuvo que sacarla Nathaniel Hawthorne, por entonces cónsul en Londres.
El literato se ofreció además a escribirle el prólogo del libro pero lo hizo dejando claro que era escéptico al respecto y ella le retiró la palabra para siempre (aún así, en un gesto que le honraba, Hawthorne se hizo cargo de sus deudas y siempre habló bien de ella).

Nathaniel Hawthorne
Delia, en efecto, rozó la locura con su obsesión pues visitaba la tumba de Shakespeare por las noches con la esperanza de abrirla en busca de documentos secretos, igual que había solicitado -en vano, evidentemente- que se hiciera con la de Francis Bacon.
Cuando finalmente pudo publicar su libro, recibió el aplauso de escritores como Mark Twain, Henry James y Walt Whitman, alguno de los cuales llegó a creer en lo que decía.
Lamentablemente, fue un fracaso comercial y Delia, que no encajaba bien las críticas y de nuevo quedó postrada una vez más pues sería la definitiva, al fallecer en 1859; joven, con sólo cuarenta y ocho años de edad.
No vivió lo suficiente para ver qué pasaba con su hipótesis sobre Shakespeare pero otros autores recogieron el testigo, cada uno proponiendo una identidad para el dramaturgo inglés: A Francis Bacon y Edward de Vere se añadieron otros como Christopher Marlowe, John Fletcher y John Donne.
También tuvo a sus detractores pues este debate era cada vez mayor mientras Delia era ignorada y olvidada pues el epitafio de Hawthorne fue bastante ajustado: Ningún autor era tan confiadamente esperanzado como ella; ninguno jamás había fallado tan completamente.
Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/Delia_Bacon
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