El papado de Urbano VII

Urbano VII (Roma, 4 de agosto de 1521-ibidem, 27 de septiembre de 1590) fue el papa número 228 de la Iglesia católica en 1590.
Cuando Sixto V murió, el embajador en Roma mandó al cardenal Luis Madruzzo al cónclave, pues este cardenal resulta que conocía nombres de interés para el monarca español Felipe II.
Finalmente el elegido fue Giovanni Battista Castagna que tomó el nombre de Urbano en un deseo de querer con ello el rememorar a los primeros pontífices (Urbano I fue el Papa número 17).
Se esperaba una larga etapa con el nuevo Papa, pues Castagna gozaba de buena condición física, tenía solo 69 años y contaba con el beneplácito de los cardenales y regentes cristianos.
La primera decisión que tomó fue ordenar a los panaderos romanos hacer hogazas de pan más grandes y venderlas a precios más asequibles, pagando el déficit de producción de su propio bolsillo, o sea, esta decisión fue debido así en gran medida por su cercanía a los pobres.
Pidió también a sus parientes, una familia noble, que no se preocuparan de aumentar el personal de servidumbre de su casa, ni aceptasen nuevos títulos.
Ordenó también a sus criados que no hicieran gastos excesivos, ni se vistieran de forma tan ostentosa como les había ordenado el anterior pontífice.
Además, liberó también a un capitán de caballería apresado por Sixto V y en su testamento dejó todos sus bienes a la caridad.
Finalmente, el 27 de septiembre Urbano VII falleció de malaria, acompañado del secretario del embajador veneciano en Roma y ese mismo día, la noticia llegó a los reyes y príncipes cristianos, nuncios y a los principales obispos de la curia romana.
A España la noticia no llegó hasta exactamente un mes después, o sea, el 27 de octubre, Felipe II y todos sus ministros recibían la trágica noticia con gran disgusto.
El embajador veneciano en España justificó esta reacción porque decía que creían «haber perdido un Papa que estaba realmente de acuerdo con ellos».
Además el monarca hispánico había nombrado embajador extraordinario al Duque de Feria, o sea, Lorenzo Suárez de Figueroa, como muestra de obediencia a Urbano VII, y el sobrino del pontífice, monseñor Pietro Mellini, había sido así nombrado nuncio de Madrid, pero perdió las facultades por la muerte de su tío, así que quedó despojado de todos sus sueños de grandeza.
Fuente: https://www.newtral.es/urbano-vii-papa-durante-menos-de-dos-semanas/20190927/