Hospital del Niño en la ciudad de la Paz
Los testimonios de enfermeras, de guardias, porteros y hasta pacientes dan cuenta de que por las noches, entre los corredores, jardines, gradas e inclusive salas donde hay internos en el hospital General de La Paz se escuchan lamentos, risas, llanto de niños y no pocas veces se observa vagar a personajes que, averiguada la cosa, murieron ahí.
Primitiva Trujillo pasó por varios servicios sin problemas, hasta que la designaron a la sala de hemodiálisis. “Yo tenía que abrir las pilas de agua para hacer funcionar toda la noche los equipos de diálisis. Una noche, cumplí mi trabajo, pero horas después me hicieron notar que dichas pilas estaban cerradas. Las enfermeras me han reñido bastante”, comienza su relato.
Recuerda entonces que una enfermera le había advertido sobre las acciones de unos duendecillos. “Primi, en las noches, cuando entres a la sala de máquinas, vas a ir hablando, vas a decirles a los duendecillos: ‘¡Ya, por favor, no me hagan esto, no van a cerrar las piletas, se van a portar bien porque de lo contrario me van a hacer regañar!; así te vas a quejar y les vas a hablar’, me ha dicho”. La mujer, incrédula, no siguió los consejos.
La responsable de instrumentales cuenta que en ese espacio, donde ahora está la sala de diálisis, hace años se hallaba el maternológico y la sala de refrigeración a donde se llevaba a los niños que perdían la vida. “Ahí han fallecido niños, mujeres y por eso debe ser pesado. Pero ahora ya no les tengo miedo, les hablo a los duendecillos”, cuenta Trujillo.
Fuente: http://www.elpaisonline.com/