La batalla de Immae (272)

Aureliano casi no encontró resistencia en Asia Menor donde prácticamente todas las ciudades salvo Bizancio y Tiana se rindieron oponiendo escasa resistencia.
La caída de Tiana dio lugar a una leyenda: Aureliano hasta entonces había destruido cada ciudad que se le había resistido, no hizo lo mismo con Tiana después de haber tenido una visión del gran filósofo del siglo I Apolonio de Tiana, a quien respetaba muchísimo, en un sueño.
Apolonio le rogó no destruirla. o sea. esta acción le dio buenos resultados a su causa, dado que muchas más ciudades se sometieron al ver que el emperador no buscaría ningún tipo de venganza.
Ambos ejércitos que se enfrentaron cerca de Antioquía en Immae en formaciones de batalla tradicionales con la infantería en el centro y la caballería a los flancos.
Los romanos disponían entre 30.000 y 50.000 hombres, mientras que el ejército de Palmira estaba mandado por Zabdas, que disponía de menos fuerzas, pero era superior en caballería.
Tenía dos grandes ventajas a su disposición: primero fue la superioridad de sus catafractas, y segundo era el calor extremo al que los romanos aún no se habían adaptados.
Aureliano comprendió la situación, así que planeó usar una táctica implementada por Claudio el Gótico contra los godos, volviendo ambas desventajas en ventajas decisivas.
Después de algunas escaramuzas, Zabdas quiso ganar rápidamente la iniciativa y ordenó una carga de caballería que a su vez obligó a Aureliano a ordenar una carga con su propia caballería para contrarrestar.
Cuando las dos fuerzas estaban cerca de empeñarse, la caballería ligera romana de repente rompió filas abandonando el campo de batalla y Zabdas pensando en una victoria segura, ordenó a sus catafractas mucho más pesados que les dieran caza.
Tras una larga persecución y el caluroso sol empezó a hacer mella en los caballos y jinetes fuertemente armados de Palmira, pero su confianza aparentemente inquebrantable en la superioridad de su caballería les obligó a continuar.
En un momento determinado los jinetes romanos dieron la vuelta y de repente atacaron a la caballería exhausta y sorprendida, o sea, cayeron en la trampa y muy pocos de la caballería palmeriana volvieron con vida.
Fuente: https://arrecaballo.es/edad-antigua/bajo-imperio-romano/crisis-del-siglo-iii-235-285/