La tragedia del Green Cross

Durante la noche del 3 de abril de 1961 el avión Douglas DC-3 de LAN protagonizó un accidente en cordillera de la Región del Maule donde perecieron sus 24 ocupantes, entre ellos jugadores del equipo Green Cross, que volaba hacia la capital del país, junto a los pilotos, cuerpo técnico, y otros pasajeros.
Tras diez días de intensa búsqueda, los restos de la aeronave fueron encontrados en el cerro Lástimas, a más de los 3.000 metros de altura, cerca del Nevado de Longaví.
Debido a la alta demanda de pasajes producto de Semana Santa y la cantidad de escalas realizadas por uno de los aviones, muchos jugadores escogieron viajar en el Douglas LAN 210, o sea, era considerada la más segura por operar con cuatro motores.
El diario La Mañana hizo su primera referencia al siniestro el 5 de abril donde afirmó que la empresa LAN comenzó la búsqueda del avión cerca de las 4 de la madrugada del 4 de abril, para esta operación fueron enviados 3 aviones de búsqueda que rastrearon de mar a cordillera cubriendo una amplia zona que incluía Santiago, Santo Domingo, Curicó, Linares, Concepción y Los Ángeles. pero la tarea se vio limitada por las condiciones climáticas.
El 10 de abril, tras cumplirse una semana de la desaparición del Douglas DC-3 de LAN en lo que el diario la Mañana consideró hasta el momento la operación naval y aérea más grande de la historia nacional, fue hallado a las 13:30 horas en los Nevados de Longaví, específicamente en el Cerro Lástimas, a 3.200 metros de altura.
Antes del hallazgo hubo numerosos reportes de supuestos avistamientos que provenían de lugares diversos como Constitución, Mataquito, Iloca y Molina. Aun así, patrullas de toda índole rastrearon los territorios señalados sin tener resultados.
La búsqueda no cesó ningún día pues hasta ese momento se acumulaba una extraordinaria cantidad de testimonios de personas que afirmaban haber visto o sentido el avión, pero nada real sucedía.
Según informó La Mañana el 6 de abril de 1961, el gobierno argentino autorizó a que aviones chilenos cruzaran la frontera así 25 millas del límite entre los paralelos 35 y 38, con intención de colaborar de alguna manera en la búsqueda y la FACH, por su parte, envió cuatro bombarderos a explorar el territorio argentino.
El 6 de abril, un grupo de técnicos aéreos calculó que el avión posiblemente habría caído en la zona cordillerana, o sea, por lo que los esfuerzos se comenzaron a centrarse en esa zona y todo en vano.
Las esperanzas de encontrar el Douglas disminuían paulatinamente, y con ello su búsqueda donde la publicación de La Mañana del sábado 8 de abril daba cuentas de esa disminución paulatina: “La observación aérea (…) ha disminuido, pues el miércoles habían despegado 38 aviones, ayer 28 y hoy sólo 17”.
Ese mismo día surgió el rumor que el avión estaba en el sector de Reloncaví, de Chillán a la cordillera pero esta información fue desmentida rápidamente ya que el territorio había sido rastreado minuciosamente por aviones y civiles.
En un intento desesperado, la empresa LAN ofreció una gratificación de 5.000 escudos a quien facilitase algún rastro del avión accidentado, con el fin de aprontar su ubicación y en especial se puso el énfasis para rastrear entre Linares y Longaví donde tanto los arrieros y campesinos conocedores de la zona se unieron a la búsqueda.
La Mañana informaba que el jefe de Carabineros de San Clemente, Álvaro Castillo, envió el 9 de abril una patrulla de búsqueda destinada a permanecer en la zona cordillerana durante varios días para confirmar con seguridad que finalmente el avión no estaba ahí.
El 10 de abril, tras cumplirse una semana de su desaparición, finalmente fue hallado el avión pues ese día La Mañana publicaba: “Profunda conmoción causó (…) la noticia de la ubicación de los restos del Douglas DC-3 210, en el Nevado de Longaví, a tres mil doscientos metros de altura, diligencia que se cumplió poco antes de las 13:30 horas”. Se encontraba específicamente en el Cerro Lástimas, sin sobrevivientes.
Un carabinero retirado, Artemio González, insistía desde el 9 de abril que estaba en conocimiento de dónde había caído el avión, especificando el sector de Nevado de Longaví.
El hallazgo se produjo cuando aviones de la FACH y de LAN realizaron quizás uno de sus últimos intentos por localizar el avión, cuando a medio día el mismo Artemio González divisó los restos del Douglas en las cumbres cordilleranas.
La publicación del 12 de abril de La Mañana creaba la idea de un lugar casi irreal: “El avión se encuentra en una especie de una gigantesca gruta, donde caen especies de cerotes de hielo desde los ventisqueros, dando un aspecto fantástico con una laguna de fondo (…) El lugar es muy difícil de franquear”.
El 16 de abril, La Mañana informaba que los 24 cadáveres fueron trasladados en 7 camillas en los helicópteros y tras realizarse la autopsia a todos ellos, los cuerpos encontrados fueron enviados a sus respectivas ciudades.
Custodio Sepúlveda, quien fuera ex-jugador del Green Cross entre 1957 y 1964, viajaba en el segundo avión y en una entrevista al Mercurio afirmaba que “las patrullas de rescate encontraron el fuselaje, pero ningún cuerpo, solo algunas partes que nadie sabía de quiénes eran. En el funeral tuvimos que cargar cajones llenos de piedras”.
Fuente: http://www.portaldelpatrimonio.cl/la-tragedia-del-green-cross/
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