Leyenda de la casa embrujada de Morazán
Una chica del departamento de Yoro fue a vivir a Tegucigalpa para cursar ahí la carrera de medicina. Se acomodó junto con otra joven, en las cercanías del Estadio Nacional, dentro del popular Barrio de Morazán. Por un tiempo, todo iba de maravilla, ya que era la mejor estudiante y se había ganado el cariño de compañeros tanto como de los vecinos.
Afortunadamente, consiguió alojamiento con una compañera de clase, y esperó a su padre, para que recogiera sus cosas, porque ella no quería ni de broma volver a pisar el lugar. Cuando el señor salió de ahí, lo hizo con el rostro pálido y tembloroso, durante el corto tiempo que pasó en la casa, se sintió acechado por una especie de animal que se escondía tras la puerta, también escuchó extraños ruidos, entre ellos, el arrastrar de cadenas.
Por ahí pasó gente de mucho dinero buscando obtener favores a través de los conocimientos oscuros, donde se involucraban espíritus, demonios, conjuros y maleficios. Así que no fue difícil creer que algún ser de sombras se hubiese quedado en el edificio, pues los inquilinos que vinieron después de él, no duraron mucho en ese lugar, dijeron que vieron sombras, escucharon quejidos y ruidos de cadenas, en una ocasión una pared cayó sobre unos niños y una mujer se quejó de que un hombre extraño se aparecía en su casa, también se encontraban animales muertos, o se tenía que soportar la presencia de alimañas.
Cada día sucedía algún evento extraño, y por esta razón las familias buscaban pronto otro lugar en donde vivir en paz.
La casa aún está en pie, recibiendo nuevos inquilinos, los cuales duran ahí distintos periodos, pero, al final, como todos los anteriores, terminan huyendo de ese lugar de pesadilla.
Fuente: http://leyendadeterror.com/
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