Martínez Alonso, el doctor espía que ayudó a escapar a perseguidos del nazismo
No es la primera vez que desde estas líneas se recuerda a ese Madrid apático y gris de la posguerra que, en una realidad paralela, se elevó como un escenario único de espionaje y diplomacia secreta con la Segunda Guerra Mundial como trasfondo. Esta es la historia del doctorEduardo Martínez Alonso, personaje capital en tales relatos, que bajo su bata y su fonendoscopio ocultaba a un agente secreto al servicio de la embajada británica, capaz de salvar de la muerte a miles de huidos de la Alemania nazi.
La historia de Martínez Alonso, desarrollada por su única hija,Patricia Martínez de Vicente, en el libro La Clave Embassy (La Esfera de los Libros. 2010), fue un reputado médico vigués que trabajó como tal en la embajada británica en Madrid. «Lalo», como se le llamaba cariñosamente, vivió antes en Londres junto a su mujer, Ramona de Vicente, conocida como «Moncha». En su persona mezcló lo mejor de los caracteres español y anglosajón, herencia de su paso por Glasgow y Londres -donde su padre fue consul- y de su ascendencia gallega.
Su elegante y cuidada apostura le permitió moverse a su antojo en aquella España sin levantar sospechas. «En el desbarajuste posbélico, la mejor seña de identidad era la clasificación social, y él encajaba fácilmente en esa España conservadora y extremadamente clasista de posguerra. Porque «Lalo» era un señorito. Se podría definir como un burgués que ejercía la medicina en Madrid sin vínculos dudosos con la Segunda República», escribió Martínez de Vicente.
Diagnósticos falsos
«Fue un héroe», destaca su hija. En el sótano de Embassy, la exclusiva confitería de la Castellana que se utilizó como tapadera y vía de escape, el doctor y espía Martínez Alonso organizó miles de evacuaciones con múltiples argucias. Una, en cualquier caso, destaca sobre el resto: inventaba informes médicos con enfermedades graves y recomendaba a las autoridades que, ante tal caso, los afectados fueran evacuados. Así ayudó a escapar a judíos, apátridas y perseguidos de la Gestapo y las SS hacia Portugal y Gibraltar.
Fallecido en 1972, su legado humano, que él mismo se encargó de ocultar por estrictas razones de confidencialidad por su condición de espía, quiere ser honorado por el Ayuntamiento de Madrid, que prepara nombrar a una calle con su nombre.
Fuente: http://www.abc.es/