Sitio de Cartagena de Indias (1741)

El sitio o batalla de Cartagena de Indias, del 13 de marzo al 20 de mayo de 1741, fue el episodio decisivo que marcó el desenlace de la guerra del Asiento (1739-1748), uno de los conflictos armados entre España y Gran Bretaña ocurridos durante el siglo XVIII.
Iniciando las hostilidades en noviembre de 1739, el almirante Edward Vernon atacó con 6 buques la plaza de Portobelo en el istmo de Panamá que estaba defendida por tan solo 700 hombres, por lo que el éxito de Vernon.
Mientras, las fuerzas del comodoro Anson, con el navío Septentrión y dos buques menores acosaban las colonias del Pacífico Sur, como maniobra de distracción, pero sin producir daños apreciables.
Como fin último, Anson tenía la misión de apoyar desde la costa del Pacífico una futura operación militar en el istmo de Panamá que tendría como objetivo cortar las comunicaciones terrestres entre el Virreinato de Nueva Granada y el de Nueva España, para iniciar acto seguido la conquista británica de Nueva Granada.
Tras ese triunfo inicial, Vernon, envuelto en un clima de euforia, y azuzado por la opinión pública británica y por las incendiarias proclamas del joven parlamentario William Pitt, decidió dar un golpe decisivo, para lo que reunió una formidable flota de unos186 buques, con 27 600 hombres, armada con 2000 cañones, que salió desde Port Royal (Jamaica) y fondeó en marzo de 1741 junto a la costa de Cartagena de Indias a la que llegaban todas las mercancías del comercio entre España y las Indias.
Cuando el virrey de la Nueva Granada, Sebastián de Eslava, tuvo conocimientos de la venida en fuerza de Vernon para tratar de conquistar Cartagena, como la plaza se hallaba sin gobernador militar, decidió tomar personalmente el mando de la defensa por lo que Blas de Lezo, jefe del apostadero y escuadra (seis navíos de línea) quedó como su inmediato subordinado.
Sin embargo, solo disponía de unos 3600 hombres y de una flota de seis buques: el Galicia, el San Carlos, el San Felipe, el África, el Dragón y el Conquistador.
En una carta fechada en Portobelo el 27 de noviembre de 1739, Vernon comenta a Lezo que ha dado pues un excelente trato a los prisioneros a pesar de que no lo merecían y Lezo le responde en carta fechada el 24 de diciembre del mismo año a bordo del navío Conquistador en un tono seco, arrogante y desafiante.
La gran flota británica fue avistada el 13 de marzo de 1741, lo que puso en vilo a la ciudad y antes de disponerse a desembarcar, el Vernon silencia las baterías de las fortalezas de Chamba, San Felipe y Santiago defendidas por el malagueño Lorenzo Alderete.
Luego de atacar la fortaleza de Punta Abanicos en la Península de Barú, defendida por José Campuzano Polanco (1689-1760) pues de Santo Domingo, se dispuso a cañonear el fuerte de San Fernando de Bocachica día y noche durante dieciséis días.

Ataque de Vernon a Cartagena de Indias 1741. Movimientos ingleses
Bocachica estaba defendida por Carlos Desnaux con 500 hombres que, finalmente, tuvieron que replegarse así ante la superioridad ofensiva y tras esta fortaleza solo quedaba la Fortaleza de Bocagrande como entrada a la bahía.
En la primera se destruyeron cuatro barcos para impedir la navegación del estrecho canal y, en la segunda, dos barcos, en contra de la opinión de Blas de Lezo de que no serviría para mucho tras lo visto en Bocachica, para impedir igualmente el acceso a la bahía, o sea, el bloqueo del canal de Bocagrande no sirvió para mucho, como había pensado el almirante.
Tras esto, Vernon entró triunfante en la bahía y a su vez, todos los defensores españoles se atrincheraron así en la fortaleza de San Felipe de Barajas tras haber abandonado la fortaleza de Bocagrande pues Vernon, creyendo que la victoria era cuestión de tiempo, despachó un correo a Inglaterra dando la noticia de la victoria.
Seguidamente, ordenó un incesante cañoneo del castillo de San Felipe por mar y tierra para ablandar a las fuerzas guarnecidas en la fortaleza pues en ella solo quedaban 600 hombres bajo el mando de Lezo y Desnaux.
Vernon decide rodear la fortaleza y atacar por su retaguardia, o sea, se adentraron en la selva, lo que supuso una odisea así para los británicos que contrajeron la malaria y perdieron a cientos de sus hombres.
Sin embargo, llegaron a las puertas de la fortaleza y Vernon ordenó atacar con infantería y como la entrada a la fortaleza se trataba de una estrecha rampa De Lezo rápidamente mandó taponar con trescientos hombres armados con tan solo armas blancas, y fue así como lograron contener el ataque y causar 1500 bajas a los asaltantes.
Vernon se puso muy nervioso en aquel momento ya que la resistencia a ultranza de los españoles superó entonces con creces sus expectativas y ya había enviado la noticia de la victoria a Gran Bretaña.
Vernon discutió acaloradamente con sus generales el plan a seguir pues finalmente decidieron construir escalas y sorprender a los defensores en la noche del 19 de abril.
Los asaltantes, al mando del general Thomas Wentworth, se organizaron en tres columnas de granaderos y de varias compañías de casacas rojas pues en vanguardia iban los esclavos jamaicanos armados con un simple machete.
El avance era lento debido al gran peso de artillería que transportaban y al continuo fuego que salía de las trincheras y desde lo alto de la fortaleza, además de que estaban expuestos en una gran explanada; no obstante, lograron alcanzar las murallas.
Pero Blas de Lezo, previendo este ataque, había ordenado cavar un foso en torno a la muralla, pues las escalas se quedaron cortas para superar el foso y la muralla, quedando los atacantes desprotegidos y sin saber qué hacer pues los españoles continuaron con su nutrido fuego, lo que provocó una gran masacre en las filas invasoras.
A la mañana siguiente, el 20 de abril, pudieron verse innumerables cadáveres, heridos y mutilados alrededor de la fortaleza, o sea, poniéndose de manifiesto la gravísima derrota británica.
Vernon no tuvo más remedio que retirarse a los barcos y ordenó durante treinta días más un continuo cañoneo, ya que todavía no aceptaban la derrota.
Sin embargo, las enfermedades y la escasez de provisiones empezaban a hacer mella en lo que quedaba de tropa y finalmente, el Alto Mando británico ordena la retirada, de forma lenta y sin cesar de cañonear pures las últimas naves partieron el 20 de mayo.
Los británicos tuvieron entre 8000 y 10 000 muertos y unos 7500 heridos, muchos de los cuales murieron en el trayecto a Jamaica.

Los buques ingleses frente a la bahía de Cartagena de Indias
En conjunto, la guerra reportó escasos éxitos y muchos problemas a Gran Bretaña, ya que al fracaso de Cartagena de Indias así se sumaron varias derrotas cuando los británicos trataron de tomar San Agustín (Florida), La Guaira y Puerto Cabello (Venezuela) y Guantánamo y La Habana (Cuba).
No obstante, el contraataque español en la batalla de Bloody Marsh, en Georgia, pudo ser repelido y los combates finalizaron sin cambios fronterizos en América. Por su parte España consiguió mantener sus territorios, y prolongar su supremacía militar en toda América durante algunas décadas más.
Como resultado de esta batalla España fortaleció el control de su Imperio en América durante 70 años más aproximadamente y con él la prolongación de la rivalidad marítima entre españoles, franceses y británicos hasta comienzos del siglo XIX.
Para el Reino Unido, las consecuencias a medio plazo fueron más graves pues gracias a esta victoria sobre los británicos, España pudo mantener unos territorios y una red de instalaciones militares en el Caribe y el Golfo de México que serían magistralmente utilizados por el teniente coronel Bernardo de Gálvez para desempeñar un papel determinante en la independencia de las colonias británicas de Norteamérica, durante la llamada guerra de independencia estadounidense, en 1776.
La Guerra del Asiento se fundiría más tarde en la Guerra de Sucesión Austríaca, por lo que Gran Bretaña y España no firmaron la paz hasta el Tratado de Aquisgrán, en 1748.
España renovó tanto el derecho de asiento como el navío de permiso con los británicos, cuyo servicio se había interrumpido pues durante la guerra.
Sin embargo, esta restitución duraría apenas dos años, ya que por el Tratado de Madrid (1750), Gran Bretaña renunció a ambos a cambio de una indemnización de 100.000 libras.
Estas concesiones, que en 1713 parecían tan ventajosas (y constituyeron unas de las cláusulas del Tratado de Utrecht), se habían tornado prescindibles en 1748.
Además, entonces ya parecía claro que la paz con España no duraría demasiado (se rompió de nuevo en 1761, al sumarse así los españoles a la Guerra de los Siete Años en apoyo de los franceses), así que su pérdida no resultaba para nada catastrófica.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Sitio_de_Cartagena_de_Indias_(1741)