El fantasma de Don Rodrigo de Vergara
Según cuenta el padre Manuel Risco en “España Sagrada. Memorias de la Santa Iglesia esenta (sic) de León”, publicado en Madrid en 1788, por aquellos años de finales del siglo XV, la ciudad de León andaba algo revuelta. Entre otros sucesos, en el año 1475 el alcalde de León, Alonso de Blanca quiso entregar la ciudad al Rey de Portugal, pero enterada la reina Isabel la Católica de la traición, se llegó hasta León desde Valladolid y le quitó el cargo a Alonso de Blanca dándoselo a Sancho de Castilla.
Pero el enfrentamiento debía de ser grande, porque un buen día el obispo, disimulando su enojo, invitó a comer al tesorero al Palacio Episcopal y una vez que solo estaban ellos dos ya que sus criados se habían vuelto para casa, el maestresala del obispo, por orden de éste, acuchilló a Don Fernando hasta matarlo.
Enterados los criados y la familia del tesorero del asesinato, fueron a buscar al obispo al palacio episcopal, pero éste se escapó, huyendo por el adarve de la muralla hacia la casa del Conde Luna para pedir amparo. Sin embargo, los criados de Don Fernando, persiguieron al obispo hasta el Palacio del Conde, donde le dieron alcance, y allí mismo, delante de la Condesa le mataron.
Como consecuencia del asesinato del canónigo tesorero por orden del obispo, las gentes de la ciudad se alborotaron y acudiendo en masa al Palacio Episcopal, lo desvalijaron y lo incendiaron, sin que nada pudieran hacer la Justicia ni las gentes del Cabildo. Desde entonces, las pareces del rancio inmueble guardan al atormentado fantasma de Don Rodrigo, junto a innumerables secretos de una familia -la de los condes de Luna- de fama sanguinaria y pendenciera. Además, su palacio sería durante mucho tiempo sede del brutal tribunal de la Santa Inquisición.
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