II Concilio de Lyon (1274)

Fue el XIV Concilio ecuménico de la Iglesia Católica convocado en 13 de abril de 1273 por el papa Gregorio X (1271-1276) y para tratar tres temas principales: la ayuda a Tierra Santa, la unión de los griegos y la reforma de las costumbres donde además fueron tratados asuntos de índole política.
Las decisiones del concilio fueron puestas en vigor el 1 de noviembre de 1274.
El concilio fue convocado por el papa Gregorio X (1271-1276), quien había sido elegido como líder religioso tras un largo período sin ocupar nadie el trono de la Iglesia Católica.
Gregorio X anunció el concilio en un comunicado oficial emitido el 13 de abril de 1273 en el cual le orientaba a los obispos y a los príncipes de la cristiandad su decisión de reunir un concilio con sede en la Iglesia Catedral de San Juan, en la ciudad de Lyon.
Para este evento el Papa también invitó al emperador Miguel VIII Paleólogo (1261-1282), al patriarca griego de Constantinopla, al rey, al kathoUkós (cabeza suprema de la Iglesia) de Armenia y al Gran Khan de Mongolia.
La asistencia fue numerosa, según la cifra comprobable asistieron unos 200 obispos, aunque los cronistas dan cifras superiores que rebasan el millar, al incluir también a los abades y a otros dignatarios y representantes.
Se comenzó el concilio el 7 de mayo de 1274 y en este acto inaugural tuvo el papa sentado a su lado al rey Jaime I de Aragón y en donde Gregorio X pronunció el discurso de apertura señalando los tres objetivos principales que serían tratados en el concilio:
- la ayuda a Tierra Santa,
- la unión de los griegos
- y la reforma de las costumbres.
La segunda sesión se llevó a cabo el 18 de mayo, donde privadamente el papa había negociado con cada uno de los representantes de las provincias eclesiásticas para conseguir de ellos que durante seis años destinaran así a la Iglesia de Oriente los diezmos de las rentas de sus iglesias y en esta sesión se promulgó un decreto dogmático sobre el Espíritu Santo en el que se reflejaba que:
«el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, no como de dos principios sino como de un principio único, y con una sola espiración, no con dos».
La tercera sesión se realizó el 7 de junio, y después de un sermón de Pedro de Tarantasia sobre la unión de la Iglesia griega, fue así que se promulgaron unos capítulos sobre las elecciones, postulaciones y provisiones eclesiásticas (cánones del 3 al 9), las órdenes sagradas (canon 15), promulgaciones (canon 24), excomuniones y entredichos (cánones 29 y 30).
En la cuarta sesión del 6 de julio tuvo lugar el acto más significativo donde el papa hizo leer tres cartas, del emperador Miguel, de su hijo Andrónico y de los obispos griegos, aceptando los primeros el símbolo de la Iglesia de Roma, y anunciando los últimos su entrada en la unidad de la Iglesia.
Inmediatamente después, Jorge Acropolita (canciller del emperador Miguel) juró en nombre del emperador el abandono del cisma y la perfecta obediencia al pontífice romano.
A continuación, se entonó un [[Te Deum]] y el papa pronunció un sermón, terminando con el canto de Credo, en latín primero y en griego luego, repitiendo las palabras: Qui ex Patre Filioque proceda.
El día 15 de julio murió San Buenaventura, que había participado activamente en el concilio siendo sepultado ese mismo día en la iglesia de los Menores de Lyon.
Con el fin de evitar la posibilidad de otra sede vacante tan prolongada como la última, se promulgó, en la quinta sesión así el 16 de julio, el célebre decreto sobre la elección papal Ubi periculum.
En este decreto se establecía que pasados diez días de la muerte del papa, debían los cardenales reunirse en una misma sala y así el realizar un cónclave, aislados del mundo exterior.
Si pasados tres días no habían realizado la elección, se les serviría un solo plato al mediodía y a la noche y, pasados cinco días, pan vino y agua al tiempo se bautizaron solemnemente el embajador de Tartaria y dos personajes de su séquito.
También se decretaron diversas normas sobre la recepción de las órdenes sagradas, apropiación de bienes eclesiásticos, beneficios a vacantes en curia, dignidad del culto divino, así como contra los bigamos y usureros.
La sesión de clausura tuvo lugar el día 17 de julio, y en ella el papa hizo un balance del trabajo realizado pues de los tres objetivos propuestos, dos se habían logrado: la unión con los griegos y las medidas en favor de Tierra Santa.
Pero por lo que hace a la reforma de las costumbres de los prelados y a la residencia de los párrocos, como el concilio por falta así de tiempo no se había ocupado de estas cuestiones, el papa prometía que se ocuparía próximamente de ellas.
En esta sesión se aprobó el canon 23, que confirmó los privilegios de las cuatro órdenes mendicantes: dominicos, franciscanos, los ermitaños de san Agustín y carmelitas.
En el concilio también se discutieron asuntos políticos que tenían que ver con los reinos cristianos y sus aliados así entre los temas tratados esta el propósito de obtener la corona imperial de Jaime I de Aragón (1213-1276), propósito que le fue denegado por parte de Gregorio X, quien le había exigido juramento de fidelidad y un tributo feudal.
Tampoco Alfonso de Castilla (1252-1284) logró sus deseos sobre el Imperio, ya que el papa se había decidido pues por Rodolfo de Habsburgo (1273-1291) como el candidato más idóneo para la corona imperial.
También fue tratado la propuesta de la delegación del Gran Khan de Mongolia de alcanzar una alianza contra Egipto, tema que no fue resuelto debido a que no se llego a un acuerdo entre ambas partes.
Fuente: https://www.ecured.cu/II_Concilio_de_Lyon_(1274)