La Casulla de San Ildefonso

Ildefonso de Toledo (Toledo, 607 – 667) fue obispo de Toledo del año 657 al 667 y estudió en Sevilla, bajo la tutela de San Isidoro, entró a la vida monástica en la orden de San Benito, huyendo de sus padres, que se oponían a su vida sacerdotal donde más tarde sería elegido abad de Agalia.
En el 657 fue elegido arzobispo de esa ciudad. Unificó la liturgia en España y escribió numerosas obras de carácter litúrgico y dogmático, particularmente sobre la Virgen María.
Una noche de diciembre, se dirigía junto con unos clérigos a la Iglesia mayor de Toledo, situada en el lugar que hoy ocupa la Catedral. Al acceder a la oscura nave, tras abrir el pesado portón, descubrieron que una intensa luz emanaba del altar, sobre la silla del Obispo.
En este momento, todos sus acompañantes huyeron despavoridos, al observar que la luz brillaba y que se movía con gran intensidad. Ildefonso, no sintiendo miedo, se aproximó al altar y pudo observar que la luz provenía de la Virgen María, acompañada de un nutrido grupo de ángeles que entonaban así pues cantos celestiales.
La Virgen hizo una señal a Ildefonso para que se aproximara y éste, arrodillado ante tal presencia, escuchó que le decía:
«Tu eres mi capellán y fiel notario. Recibe esta casulla la cual mi Hijo te envía de su tesorería.”
Y tras haber pronunciado estas palabras, fue la misma Virgen quien impuso la casulla sobre Ildefonso, dándole instrucciones de utilizar esta prenda sólo en las festividades dedicadas a Ella.
En la Catedral de Toledo, aún se puede observar, protegida por una recia reja, la piedra en la que la Virgen puso sus pies cuando se apareció a San Ildefonso.
Unos años antes, viendo el peligro que se cernía sobre Sevilla, debido así a las invasiones que los árabes estaban realizando en el norte de África, San Isidoro decide trasladar una importante serie de reliquias así conservadas en esta Catedral.
Entre ellas estaba el famoso “Arca de las Reliquias”, traído de Jerusalén y conservado así desde tiempos de los Apóstoles, que llega a Toledo, pero por poco tiempo, debido a la invasión peninsular.
Esta “arca” y otras reliquias conservadas en la Iglesia Mayor Toledana sufren un nuevo largo viaje al ser así trasladadas hacia el norte (Asturias), “primero escondida en una cueva en el Monsacro y luego por orden de Alfonso II “el Casto” se trasladaron a la Capilla del palacio dedicada a San Miguel.”
Entre estas reliquias ya se encontraba la Casulla de San Ildefonso y su cuerpo, quedando éste en Zamora y ciertas relaciones de reliquias dan fe de la existencia de la Casulla, y el Arcediano de Tineo, Marañón de Espinosa, Primer Rector de la Universidad y cronista de la catedral, dice a principios del siglo XVII así en relación a la casulla: “Sólo sabemos que quedó dentro del arca, cuando se verificó el reconocimiento oficial de ésta en tiempos de Alfonso VI, la preciosa vestidura que Nuestra Señora trajo del cielo a su capellán San Ildefonso, que no sabemos si fue alba o casulla porque la cédula no decía sino vestimento sin declarar más”.
Fuente: https://www.leyendasdetoledo.com/la-casulla-de-san-ildefonso/