La misteriosa Piedra Dighton

La conocida como Dighton Rock, es una gran roca (1,5 m de alto, 2,9 m de ancho y 3,4 m de largo, con un peso de unas 40 toneladas) que se encontraba en el río Fall (Massachusetts) de la que ya en 1680 se sabía que tenía petroglifos pues el reverendo John Danforth hizo unos dibujos en su diario.
Ya en 1690, el reverendo Cotton Mather, en su obra “The Wonderful Works of God Commemorated” dijo: “Entre las otras curiosidades de Nueva Inglaterra, una de ellas es una portentosa roca, perpendicular a los lados del rio, que cubre buena parte de ella, en la que existe un grabado muy profundo, que ningún hombre vivo sabe cómo ni cuándo fue realizado (…) lleno de caracteres extraños: lo que sugiere los pensamientos extraños acerca de los que estaban aquí antes que nosotros , ya que resulta que hay formas extrañas en ese Monumento Elaborado”
Se han hecho muchas hipótesis sobre sus probables autores: indígenas de Norteamérica, la más probable y comúnmente aceptada; noruegos, una teoría avanzada en 1837, por Carl Christian Rafn; portugueses, la propuesta en 1912 por Edmund Delabarre; y últimamente, en 2004, chinos, propuesta pues por el escritor inglés Gavin Menzies en su libro de 2002 1421: The Year China Discovered America.
Por desgracia, la teoría Vikinga de la roca fue demolida completamente en 1916 por el fallecido profesor de psicología, Edmund B. Delabarre de la Universidad de Brown que se compró una casa de verano a una milla de la roca, en 1912, y desde entonces se dedicó a estudiar el tema.
Para empezar se dio cuenta de que Rafn había manipulado las inscripciones a su conveniencia, o sea, que tras años de estudio, llegó a la conclusión de que eran esencialmente marcas sin sentido, a menudo pues grabadas en rocas por los indios y como psicólogo se interesó en por qué tantos estudiosos habían sido engañados a través de los siglos.
“La roca – declaró – tiene un efecto casi hipnótico sobre los que la estudian con atención”, algo parecido a las manchas de Rorschach.
Pero, el mismo Delabarre encontró un día algo inaudito, un día de 1918.: “Bien puede ser imaginado, pero examinando la fotografía por enésima vez… vi en ella de forma clara y sin lugar a dudas la fecha de 1511. Nadie había visto nunca antes, en la roca o en la fotografía, sin embargo, una vez visto, su presencia real en la roca no se puede dudar”.
Así que su anterior postura escéptica cambió y llegó a una conclusión de lo mas original, o sea, rresulta el hecho de que aseguró haber encontrado el escudo blasonado del Reino de Portugal, y las siguiente letras grabadas.
Un médico estadounidense-luso, el Dr. Manuel Luciano da Silva, que como historiador e investigador así también vio y reconoció más tarde la roca en el río, la consideró como una prueba largamente ignorada de que Miguel Corte-Real había estado allí en 1511, o sea, esta prueba son varios escudos en V con unas cruces idénticas a las utilizadas en las velas de las naos y carabelas portuguesas:
El significado seria este: “Miguel Corte-real, por la voluntad de Dios, aquí el líder de los indios. 1511″ y así nos lleva a unas increíbles conclusiones: Miguel Corte-real fue el hijo de un oficial portugués, João Vaz Corte-real, de quien se cuenta que navegó a Terranova y Labrador en 1472, dos décadas antes del primer viaje de Colón.

Copia de todos los símbolos o petroglifos de la Comisión Histórica de Providence
Otro hijo suyo, Caspar, zarpó de Portugal, supuestamente, siguiendo la estela de Colón, con tres naves, en 1501, llegando a costear Labrador, Terranova y Nueva Escocia. Dos de sus barcos regresaron sin problema a casa, pero él se quedó con uno y fue rumbo al sur, para desaparecer para siempre.
Al año siguiente Miguel Corte-real navegó hacia el oeste en busca de su hermano, llegando a Terranova con sus dos buques en 1502. Pero se separaron y también se perdió el barco de Miguel, regresando pues la otra nave a Portugal.
Delabarre propuso que el tal Miguel Corte-real, tras un naufragio, se acabó uniendo a la tribu local de los indios Wampanoag, y, debido a que poseía armas de fuego y otros equipos, se hizo con el liderazgo pues hacia 1511, sus esperanzas de rescate eran ya muy pocas, así que talló el mensaje en la roca donde así se presentaría a las generaciones futuras.
Estas teorías fueron bien recibidas en Portugal, donde llego a ser condecorado Delabarre por el gobierno.
Manuel Luciano da Silva entendió la importancia de este descubrimiento y se convirtió así en su moderno paladín, dedicando muchos años de su vida, su considerable influencia y gran parte de su dinero para que la roca Dighton fuera conservada y reconocida como testigo de los hechos históricos.
Una vez grabada, la piedra de Dighton estuvo más de 450 años sometida a la acción de los vientos y las mareas, o sea, la erosión fue tremenda y la piedra estaba en muy mal estado: cuando la marea subía, pues cubría casi por completo la roca y, siempre que bajaba, ésta quedaba expuesta a las arenas que llevaban los vientos y la desgastaban.
En noviembre de 1952, la «Miguel Corte Real Memorial Society» de Nueva York adquirió unos 200.000 m² de terreno adyacente a la roca para crear un parque.
Sin embargo, en 1951 la legislatura de Massachusetts había expropiado la misma superficie para crear un parque estatal, o sea, se adquirió más terreno (Dighton Rock State Park tiene así ahora un área de 400.000 m²).
En 1963, durante la construcción de una presa o ataguía, los funcionarios estatales retiraron la roca del río para su conservación y finalmente en 1973, a instancias de da Silva, la roca fue felizmente conservada: se construyó un pabellón octogonal para albergarla y hoy es el Museo de Dighton Rock, convirtiéndose más tarde en parque estatal (Dighton Rock State Park) y los alrededores de Dighton Rock han sido también así embellecidos y amueblados con parking e instalaciones para picnic. En 1980, el lugar fue inscrito pues en el Registro Nacional de Lugares Históricos (NRHP).
Da Silva ha escrito dos libros y numerosos artículos, y ha realizado cientos de conferencias para difundir esta información.
En 1680 John Danforth, un reverendo, hizo unos dibujos de los petroglifos, que se conservan en el Museo Británico pero no opinó sobre su autoría y lo mismo hizo en 1690 el reverendo Cotton Mather
En 1781, el conde Antoine Court de Gebelin, de París, anunció que había resuelto el misterio: la roca pues conmemoraba la visita a Massachusetts “en tiempos muy antiguos” de un cargamento de marineros de Cartago.
En 1807 Samuel Harris Jr., un académico de Harvard, declaró que había sido capaz de descifrar en la roca tres antiguas palabras hebreas en letras fenicias: “rey”, “sacerdote”, e “ídolo”… con lo cual proponía que las inscripciones las hicieron los fenicios.
En 1831 Ira Hill, un maestro de una escuela de Maryland, llegó a la conclusión de que la roca fue grabada en el segundo mes del décimo año del reinado del rey Salomón por una expedición de tirios y los judíos, como la descrita en el Antiguo Testamento.
En 1837 un estudioso danés, Carl Christian Rafn (1795-1864), experto en la historia de los escandinavos, así como ferviente defensor de la idea de que los vikingos habían explorado parte de Norteamérica siglos antes que los españoles.
Propuso que en la roca había encontrado las palabras THORFINS NAM y los números romanos CXXXI, o sea, esto se interpreta como “Thorfinn y sus compañeros 151 tomó posesión de esta tierra.” y a pesar de todo ello, la teoría Vikinga de la roca fue demolida completamente en 1916 por el profesor de psicología, Edmund B. Delabarre de la Universidad de Brown.
El misterio sigue sin estar resuelto y aún hoy permanece la incógnita sobre quién o quienes elaboraron los enigmáticos petroglifos.
La teoría más reciente es la china, defendida por el autor del libro 1421, el año en que China descubrió América, Gavin Menzies, aunque también hay investigaciones y estudios serios que reabren la hipótesis sobre un origen nativo americano.
Fuente: http://www.esascosas.com/la-piedra-dighton/