Leyendas y misterios en Cartagena

La localidad de Cartagena al igual que muchas otras del territorio español se caracteriza por la infinidad de leyendas y misterios que existen y que se han ido transmitiendo de generación en generación:
La mujer emparedada
La historia cartagenera es la de una joven llamada Sol que se enamoró perdidamente de un mozo de linaje inferior, o sea, se trataba de un amor prohibido, según los cánones morales de la época.
Ante tal dilema, el joven decidió partir a la guerra con el fin de hacer fortuna suficiente como para casarse con la joven, pero finalizó el conflicto y no volvió.
Los padres, alcaides del Castillo de la Concepción, sabedores de la historia, casaron a su hija con un noble italiano llamado Rodrigo Rocatti siendo un esposo fiel hasta que descubrió que había llegado a oídos de la joven que su amor sobrevivió a la guerra y se hallaba preso.
Al enterarse de ello, los celos lo consumieron y cuando se dio cuando de la intenciones de su esposa por liberar a su amante mandó que la emparedaran viva en el castillo.
El soldado volvió, pero cayó muerto en las manos del italiano, que rápidamente informó a su esposa mientras ejecutaba la orden y antes de que el último ladrillo fuera colocado en su lugar, Sol maldijo a su marido, quien moriría veinte días después de cumplido el castigo.
El barco fantasma
Una ciudad portuaria, ligada tan estrechamente al mar como es Cartagena, no puede no tener historias de navíos fantasmas.
Cuenta la leyenda que el ilustre noble don Luis Garre, pacense de nacimiento, cayó enamorado de la bella joven doña Leonor de Ojeda, cartagenera hija del alcaide del Castillo de la Concepción, y prometida de don Carlos Laredo, morisco que se hacía pasar por cristiano viejo.
Luis Garre tras conseguir descubrir el secreto de su adversario de forma inmediata lo denunció a la Inquisición que fue ajusticiado en la hoguera.
Dos años después, de vuelta don Luis en Cartagena, fue citado por la hermana de don Carlos en secreto, quien le hizo beber una pócima para adormecerlo y llevarlo a una galera, donde serviría como galeote por venganza.
Dicen que don Luis consiguió escapar y con ayuda de una antorcha se abrió paso por la bodega, pero el barco viró bruscamente, la antorcha cayó y prendió el barco hasta que quedó reducido a cenizas.
De acuerdo con la leyenda, cada 15 de agosto un estruendo que recuerda a una explosión o un potente cañonazo, anuncia la aparición de la galera envuelta entre una espesa niebla.
La visita de Drácula
A mediados del siglo XIX desembarca en Cartagena un ataúd y nadie lo reclama hasta que pasado el tiempo llega una carta de La Coruña en la que la caja fúnebre es reclamada.
La posta se pone en funcionamiento y el féretro viaja hasta la ciudad gallega pasando por Almería, Toledo, Borox, Santillana del Mar y Comillas pero lo curioso de caso es que en todas estas localidades se registraron casos de vampirismo entre los días que el ataúd estuvo allí.
Una vez en La Coruña, el ataúd queda sin dueño por lo que es devuelto a Cartagena y reclamado después por un aristócrata serbio residente en Alhama de Murcia y al que, dicen, sólo se le podía ver tras la puesta del sol, el mismo que poco después abandonaría España para no volver jamás.
El monje de San Diego
Quizás una de las historias menos conocidas de Cartagena sea una de las más posibles desde el punto de vista histórico. La leyenda del monje de San Diego que consiguió salvar él solo la ciudad del ataque de unos piratas berberiscos.
Según esta leyenda, había en la ciudad un monje de hábitos libertinos que pasaba más tiempo en las tabernas que en el convento de San Diego, donde estaba ubicada su orden.
Una noche de borrachera y gracias a sus innumerables contactos, se enteró de que una nave pirata se acercaba a la costa con la intención de saquear la ciudad.
El fraile, sin mediar palabra con nadie, se acercó a la noche siguiente a la Linterna (torre vigía que hacía las veces de faro en Cartagena) y apagó la luz para que los piratas no encontraran la entrada al puerto.
En su lugar, encendió otra que dirigió a los asaltantes a un arrecife, donde encallaron irremediablemente y el fraile hizo sonar las campanas de la ciudad, a cuyo sonido salieron los ciudadanos y los militares que encontraron a los piratas embarrancados.
Fuente: http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/175055/cartagena-puerto-leyendas-misterios