La Batalla de Gaugamela

La batalla de Gaugamela se libró el 1 de octubre del año 331 a.C. junto al río Bumodos, aproximadamente a 30 kilómetros de la actual ciudad de Mosul al norte de Irak donde se enfrentaron las tropas persas del rey Darío III y las tropas macedonias bajo el mando del general Alejandro Magno.
También conocida como la batalla de Arbela está considerada como la batalla que marcó el final del Imperio Persa y como la mayor victoria de Alejandro Magno, siendo prácticamente una obra maestra de la historia de la táctica militar.
Cuando con tan sólo 20 años Alejandro Magno heredó el reino de Macedonia tras el asesinato de su padre Filipo II ésta era la mayor potencia del mundo griego por encima de Atenas, Tebas y Esparta.
Alejandro se dedicó a la conquista de territorios nada más morir su padre pues primero sofocó algunas rebeliones en Grecia y en cuanto quedó libre de esos conflictos, volvió la mirada hacia Persia ya que era un Imperio que abarcaba terreno desde el mar Mediterráneo hasta el océano Índico.
A pesar de tratarse de un imperio muy rico, tenía muchas divisiones internas lo que hacía que hubiera muchos soldados persas descontentos que no ponían demasiado interés ni esfuerzo en la defensa de su rey.
Durante la primavera del año 331 a.C. Alejandro Magno dejó atrás Egipto, donde había sido nombrado faraón, tras dos años de descanso en su avance para dirigirse a la ciudad de Tiro que había asediado con anterioridad y donde ahora se encontraba su flota.
Desde allí, reanudó su camino en dirección a Antioquía atravesando el valle del río Orones hasta alcanzar el Eúfrates, donde fundó la ciudad de Niceforio con la intención de obtener una plaza fuerte en la que almacenar los suministros para su ejército.
Precisamente fue estando en Niceforio cuando Alejandro Magno se enteró de que Darío se encontraba en Arbelas y al enterarse de ello se dispuso a cruzar el río Tigris para avanzar hacia el norte.
Tras la derrota sufrida en la batalla de Issos a manos de Alejandro, Darío se había dedicado a reclutar un nuevo ejército para vengarse del general macedonio aunque se cree que antes de eso, le ofreció a Alejandro la mitad de sus territorios para evitar un nuevo conflicto.
Tras el rechazo de Alejandro a este pacto, Darío se dispuso a enfrentarse al ejército macedonio y tomando Babilonia como punto de partida, se dirigió hacia el norte cruzando el Tigris para ir hacia Arbelas.

Disposición inicial de la Batalla de Gaugamela
Después, dirigió su ejército hacia Gaugamela siendo un perfecto campo de batalla para sus carros de guerra con guadañas en las ruedas y así conseguir la victoria que no había tenido en Issos.
La noche del 30 de septiembre del 331 a.C. comenzó la batalla y se cree que había unos 47.000 soldados macedonios y aproximadamente 200.000 soldados persas.
Ademas, muchos de los soldados de Darío eran en realidad campesinos sin demasiada formación por lo que su presencia en el ejército persa era más bien de «relleno».
El rey Darío, temiendo un posible ataque nocturno por parte de los macedonios ordenó hacer guardia a sus hombres y Alejandro al ser consciente de ello hizo correr el rumor de que atacaría de noche para forzar a Darío a mantener despiertos a sus hombres.
Mientras tanto, Alejandro, sabiendo que la posición de Darío era la de defensa de su situación, se dedicó a reconocer el terreno y a planificar la batalla mientras sus hombres descansaban durante la noche al contrario de lo que sucedería con los soldados persas.

Movimiento decisivo de Alejandro y ataque final.
Los persas formaron una larga línea con el rey Darío en su centro donde sus tropas estaban formadas por soldados de varias nacionalidades y entre ellos la infantería de élite formada por sus famosos Inmortales.
Además de la infantería y los carros con guadañas contaba con 15 elefantes según algunas crónicas donde Darío tenía la intención de envolver por completo a las tropas de Alejandro para aplastar su ejército.
Darío tenía un ejército enorme que presentaba algunas dificultades a la hora de ser dirigido, especialmente por la gran extensión que ocupaba y que podía llegar a dificultar que las órdenes se transmitieran con la rapidez necesaria.
En el ejército macedonio destacaba especialmente la caballería pesada de élite formada por la nobleza macedonia que iba acompañada de unidades de infantería tanto pesada como ligera, destacando la falange y los hoplitas.
Alejandro encabezaba el flanco derecho, formado por la caballería pesada de élite, dejando el ala izquierda como una unidad de contención mientras él lideraba el ataque.
Alejandro Magno introdujo una innovación en cuanto a la formación de sus tropas y fue la de incluir una unidad de reserva tras la primera línea dividida en dos columnas, una detrás de cada ala.
Formaban un ángulo con la línea de frente así que si el enemigo intentaba rodear las alas para envolver a los macedonios, estas unidades de reserva podrían impedirlo tomándoles de flanco.
Alejandro realizó el primer movimiento de ataque pero en vez de atacar directamente al enemigo, decidió moverse de forma oblicua hacia la izquierda; de esta manera, consiguió desplazarse más allá del terreno que Darío había ordenado nivelar para el despliegue de sus carros de guerra.
Para detenerlo, Darío ordenó al ala izquierda que hiciera una salida envolvente y entonces Alejandro lanzó un ataque contra el centro de estas fuerzas envolventes que tras una serie de combates finalizaron con la ruptura de las líneas persas.
Darío decidió entonces lanzar a sus carros contra la falange macedonia para desestabilizarla pero entonces intervino la infantería macedonia lanzando sus jabalinas, flechas y otras armas arrojadizas consiguiendo abrir las filas de los carros persas.
Como consecuencia de ello, Darío mandó atacar a la caballería persa del centro de sus filas provocando así una nueva ruptura en la formación de sus tropas.
Entonces, Alejandro ordenó moverse a su caballería de reserva para que atacara a los soldados persas que estaban intentando rodear su ala derecha en ese momento.
Mientras tanto, él junto con la caballería pesada de élite, los «compañeros«, avanzó en forma de cuña a través de la apertura de las líneas persas que había provocado su propia caballería con anterioridad y que no fue cubierta por Darío quizá porque la orden no llegó a tiempo.

Alejandro Magno y Darío III
Desde allí, Alejandro cabalgó directamente hacia el rey persa Darío quien huyó aterrorizado del campo de batalla cuando el auriga de su carro fue atravesado por una jabalina, siendo seguido por su caballería que fue masacrada por los macedonios.
Al haber iniciado Alejandro un ataque oblicuo y seguirlo después de un rápido avance, el ala izquierda de sus tropas había quedado retrasada respecto a la derecha produciéndose una brecha que las tropas persas aprovecharon para llegar hasta el campamento de Alejandro.
Algunos prisioneros persas aprovecharon para liberarse y atacar a los macedonios pues la falange de reserva, que aún no había entrado en acción, dio media vuelta alcanzando a los persas por la retaguardia y acabando con ellos.
En ese momento, el ala izquierda de los macedonios comandada por Besso fue rodeada por lo que, tras recibir el aviso de su general Parmenión Alejandro abandonó la persecución de Darío al que quería vivo o muerto.
Una vez libres tanto Alejandro como Parmenión se dispusieron a reanudar la persecución siguiendo a Darío hasta Arbelas pero éste logró escapar y cuando los soldados persas se enteraron de la huida de Darío comenzaron a retirarse encontrándose con la caballería de Alejandro que regresaba y que acabó masacrándolos en una de las matanzas más sangrientas de toda la batalla de Gaugamela.
Una vez en Arbela, Darío se reagrupó con una parte de su guardia real y también con algunos mercenarios griegos llegando a Bessos con la caballería que había sobrevivido.
Tras la batalla de Gaugamela, Alejandro dejó atrás Arbelas para dirigirse hacia Babilonia y una vez allí, ordenó que fuera restaurado el templo de Marduk.
Más tarde, se dirigió con sus tropas a Susa donde se hizo con un botín que ascendía a 120.000 talentos y poco después conquistó Persépolis donde quemó el palacio de Jerjes a modo de venganza.
Desde allí partió hasta Ectabana para conseguir 180.000 talentos pero tampoco allí consiguió capturar a Darío en su incansable persecución y tras 11 días al fin alcanzó a la comitiva del rey persa.
Sin embargo, se enteró de que Darío ya había sido asesinado por Besso por lo que el objetivo político de Alejandro ya se había cumplido: dominar a las satrapías del este y establecer su voluntad en aquellos territorios.
Fuente: https://guerrerosdelahistoria.com/batallas-de-la-historia/gaugamela/