Ani, la ciudad de las 1001 iglesias
EL IMPERIO BIZANTINO: LA GUARDIA VAREGA
EL IMPERIO BIZANTINO: LA GUARDIA VAREGA
El siglo X fue el cenit de la época vikinga. Los guerreros de Escandinavia, famosos por su ferocidad, astucia y destreza en la lucha eran temidos en toda Europa. En el este los escandinavos eran conocidos como los Rus y durante el siglo IX se habían convertido en la élite militar gobernante en Rusia donde fundaron principados en lugares como Novgorod,Smolensk, Riazán, Chernigov y Kiev. Desde un principio los Rus desarrollaron estrechos lazos comerciales con el Imperio Bizantino y a lo largo del siglo X pequeños contingentes de guerreros escandinavos/Rus comenzaron a servir militarmente a los bizantinos en, la mayor parte de los casos, expediciones navales.
En el 988 el Imperio Bizantino se convulsionaba en una de sus múltiples guerras civiles. El Joven Basilio II, emperador Bizantino, pidió ayuda al príncipe de Kiev, Vladimir el Grande. El príncipe Rus accedió ayudar al emperador y mando en su ayuda a la increíble cantidad de 6000 guerreros a cambio de la mano en matrimonio de Anna, la hermana del emperador. Los belicosos Rus causaron estragos en los ejércitos rebeldes en las batallas de Crisópolis y Abidos. El papel de aquel contingente de guerreros fue crucial para que Basilio II garantizara su reinado.
Sin demasiada confianza en su guardia personal bizantina, Basilio II retuvo a los feroces guerreros Rus para mantener a su persona segura. El emperador no dudo ni un segundo en agasajar a sus brutales invitados a los cuales alojo en el Palacio Imperial de Constantinopla. Basilio bautizo a su nueva guardia de elite como La Guardia Varega o Guardia Varagiana (aunque existe cierta confusión con respecto a cuando comenzó a utilizarse este nombre ya que la primera mención escrita del mismo no se produce hasta 1034, unos cuarenta años más tarde de todo lo ocurrido).
Basilio II Anna Comnena
Pero ¿de donde viene el nombre de Guardia Varega/Varagiana? Se estarán preguntando. Bien, los bizantinos utilizaban la palabra Varego/Varega para referirse a cualquier guerrero escandinavo/Rus. El termino deriva de la antigua palabra escandinava “Var” que significa promesa por lo tanto los Varegos eran La Guardia Juramentada/comprometida del Emperador.
Desde Basilio II todos los emperadores Bizantinos mantuvieron a su servicio a esta guardia vikinga. Eran especialmente apreciados por tres motivos: en primer lugar porque eran formidables guerreros de intimidante aspecto (el historiador contemporáneo Miguel Psellos los describía como “de aspecto terrible y enorme cuerpo”). Su colosal tamaño y brutal apariencia los convertían en una excelente maquina desmoralizadora para cualquiera que intentara atentar en contra del emperador. En segundo lugar eran apreciados por su inquebrantable lealtad hacia sus empleadores (aunque como Alfredo El Grande se entero tiempo después, los vikingos eran unos maestros en la manipulación de la letra pequeña para poner sus contratos a su favor). Por ultimo, la tercera cualidad que los hacia tan preciados a los ojos de los bizantinos era el nulo interés que manifestaban por las intrigas políticas y palaciegas que se arremolinaban entorno al trono.
La Guardia Varega era descrita por las fuentes griegas contemporáneas como: “Los bárbaros porta hachas”. De manera alternativa, y menos halagadora, eran conocidos popularmente como los odres de vino del Emperador por la increíble cantidad de alcohol que podían consumir en las bodegas y tabernas de Constantinopla cuando no estaban de servicio.
Dondequiera que el Emperador fuera La Guardia Varega estaba presente. Lo acompañaban en ceremonias formales; guardaban sus palacios, dependencias y su gran sala de recepciones (donde montaban guardia entorno al trono). Al comandante de la guardia se le conocía como Akolouthos o “El Acolito” debido a su constante proximidad al emperador (su lugar estaba siempre detrás de el en las procesiones o detrás del trono en las audiencias formales).
Indumentaria de los guerreros de la guardia varega
La guardia solía estar compuesta por unos 6000 hombres aunque el número de sus guerreros fluctuaban dependiendo de la necesidad y disponibilidad de los reclutas. 6000 Varegos acompañaron a Basilio II en su campaña Armenia en el 999-1000 mientras que en la batalla de Eski Zagra en 1122 el emperador Juan II pudo haber tenido tan pocos a su servicio como 500 (aunque, a pesar de ser pocos, se convirtieron en las tropas de choque que ayudaron a conseguir la victoria para los bizantinos).
Estos brutales guerreros siempre portaban al combate la gran hacha escandinava. Esta peligrosa arma (llamada en ocasiones por los bizantinos “rhomphaia” en honor de la espada curva de los Tracios) era capaz de partir en dos a un hombre, desde el esternón hasta la ingle, o cortar la cabeza a un caballo de un solo tajo siendo idónea para defender un pasillo, un palacio o la borda de un barco. Con respecto a las armaduras, La Guardia Varega fue acomodándose a los adelantos y modas.
El estandarte bajo el cual se agrupaba La Guardia Varega podría haber sido el antiguo símbolo romano “Draco”, una cabeza de bronce sobre un mástil al que se le ataba una manga de seda para formar el cuerpo del dragón (curiosamente El tapiz de Bayeux muestra a los Húsares anglosajones portando el Draco en la Batalla de Hastings). Según algunos historiadores La Guardia Varega sustituye a Los Excubitores, una de las unidades de elite más antiguas, cuya existencia se remonta a finales del Imperio Romano.Se sugiere que los Varegos hicieron suyo este símbolo de los Excubitores (así como los barracones de estos en palacio). En la pared de una iglesia albanesa, hay tallado un Draco, que tal vez fuera realizado por un Varego mientras estuvo allí acuartelado antes de la Batalla de Dirraquio.
El servicio en La Guardia Varega era considerador un honor y un lucrativo negocio a partes iguales. Esta particularidad ayudo a que un flujo constante de escandinavos/Rus viajara hacia el sur con el fin de convertirse en miembro de la guardia. Sus emolumentos eran extraordinariamente altos para la época de tal manera que el saqueo posterior a una conquista era considerado como “un beneficio marginal”. Debido a su importancia, tras una batalla en 1016 el Emperador les decido dar un tercio del botín total, quedándose el con otro y siendo repartido el tercero entre el resto del ejercito. A todas sus ganancias hay que sumar el privilegio, que se otorgaron, de saquear las arcas imperiales cada vez que era un nuevo Emperador llegaba al trono.
En aquella practica cada Varego se llevaría todo el oro y monedas que cupieran en sus manos y nadie podía impedírselo. Se dice que El gigante Harald Sigurdson, príncipe escandinavo (y futuro Rey) quien se desempeñó como oficial de alto rango de la Guardia durante muchos años durante el 1030, amaso tal fortuna mientras sirvió en Constantinopla que regreso a Noruega con la mayor riqueza personal jamás vista en el norte de Europa.
La conquista normanda de Inglaterra tuvo un efecto profundo y duradero en La Guardia Varagiana. En los años siguientes a 1066 la élite militar anglosajona reemplazo a la nobleza Normanda como la unidad guerrera principal. Esto molesto a muchos nobles y herederos normandos lo que llevo a muchos a emigrar y unirse a la guardia. Para el 1100 había más anglos/normandos en la guardia que escandinavos o Rus (aunque muchos de estos anglos eran en realidad anglo-daneses, descendientes de los vikingos que se asentaron en la parte oriental de Inglaterra durante las diversas invasiones danesas del siglo IX al XI). Aun así, los guerreros escandinavos de Noruega, Dinamarca y Suecia continuaron viaje a “Miklagard“, la ciudad de oro, para hacer fortuna como habían hecho sus abuelos.
A pesar de que la fortuna del Imperio Bizantino comenzó a desvanecerse a través de los siglos XIII y XV La GuardiaVarega siguió fiel a sus empleadores. Todavía en 1402, el emperador bizantino Juan VII, escribió al rey Enrique IV(el primero de los reyes Láncaster de Inglaterra) sobre los “hombres porta hachas de raza británica” que guardaban tanto a Constantinopla, como a su persona.
Es probable que los últimos miembros de la Guardia Varega murieran luchando en las brechas de los muros de Constantinopla en 1453 tratando de defender al último de los Emperadores Romanos en una última resistencia heroica. Quizás los Varegos y Jenízaros lucharon allí en feroz mano a mano, y mientras lo hacían, se pasó la antorcha de una unidad militar de elite a otra; de los guerreros de élite de la Edad Media, los vikingos, a la élite de vanguardia renacentista del Imperio otomano, los Jenízaros.
Con el final de la Guardia Varega se cerró el ciclo que se inició con los Jomsvikings, continuó con sus descendientes, los Husares anglosajones, y llegó a buen término con la Guardia Varega. Durante 500 años, estos guerreros de élite del Norte no solo fueron los más grandes soldados de infantería en Europa, si no en el mundo entero.
Fuente: http://cincodays.com/
Hallan una granja de 2 700 años y un monasterio de 1 500 en el centro de Israel
Hallan una granja de 2700 años y un monasterio de 1500 en el centro de Israel
Arqueólogos israelíes han hallado una granja de 2.700 años y un monasterio con coloridos mosaicos e inscripciones de 1.500 en la localidad de Rosh Ha-Ayin, en el centro del país, informó hoy la Autoridad de Antigüedades de Israel.
Los descubrimientos fueron localizados en unas obras previas a la construcción de un nuevo barrio y excavados por expertos de la citada Autoridad y jóvenes voluntarios en el marco de un programa que pretende hacerles partícipes del rico legado cultural.
De acuerdo a Amit Shadman, director de la excavación, «la amplia granja (de 30 por 50 metros) se ha conservado a una altura superior a los dos metros. Y su estructura, de 2.700 años, incluye 24 habitáculos construidos alrededor de un patrio central».
La instalación alberga un gran almacén o silo para proteger el grano, lo que pone de manifiesto, según el arqueólogo jefe, que «los hidratos de carbono eran tan populares como ahora y el cultivo y procesado del grano estaba ampliamente extendido en la región».
Corroboran esta teoría los numerosos hallazgos sobre el terreno, que incluyen molinos rudimentarios, además de la localización de una prensa para la producción de aceite.
Entre los utensilios descubiertos en la granja destacan dos monedas de plata del siglo IV a.C. con inscripciones que representan a la diosa Atenea y al búho ateniense.
Shadman explicó que el emplazamiento agrícola, así como otros similares en la zona, operaron durante siglos hasta que la región cayó en desuso en el período helenístico.
No fue hasta el siglo V de nuestra era cuando surge otro asentamiento, en esta ocasión cristiano, que modificó el paisaje en un momento de rápido auge y proliferación de impresionantes iglesias rurales y monasterios encontrados en la zona.
El monasterio, del período bizantino, fue hallado en una colina del mismo área de excavaciones e incluye una iglesia, una prensa de aceite, cuartos residenciales y establos.
El suelo de la iglesia estaba cubierto por un colorido mosaico de diseños geométricos, junto al cual se encontró una inscripción en griego que hace referencia a un sacerdote llamado Theodosius, un nombre común en el período bizantino.
«Este lugar fue construido bajo Theodosius el sacerdote. Que la paz sea contigo cuando vengas, que la paz sea contigo cuando marches, amén», reza la inscripción.
Siglos después de que el monasterio cesara su actividad y bajo el período otomano, se destruyeron amplias áreas del asentamiento cristiano y se estableció allí un horno de cal, indica el comunicado.
Fuente: http://www.larazon.es/
La misteriosa Cruzada de los Niños para conquistar Jerusalén que acabó en tragedia
La misteriosa Cruzada de los Niños para conquistar Jerusalén que acabó en tragedia
Entre la realidad y la leyenda, se mueve un episodio insólito de la historia medieval y de las cruzadas que terminó, como suelen hacerlo los grandes éxodos de personas, en una tragedia de dimensiones bíblicas. A principios del siglo XIII, un niño francés procedente de la pequeña ciudad de Cloyes, al que se le había aparecido Jesucristo, según él, para encomendarle la reconquista de Jerusalén, consiguió reunir a cerca de 30.000 niños y algunos adultos para dirigirse a Tierra Santa. Tras pasarse semanas rezando en Niza para que Dios obrara el milagro de trasladarlos por vía marítima a Oriente Próximo, los pocos niños que aún sobrevivían en la expedición, azotada por el hambre y las deserciones, aceptaron la proposición de un grupo de marineros locales que prometían poner a su disposición una maltrecha flotilla. Estando cerca de Alejandría (Egipto), la Cruzada de los niños terminó dramáticamente cuando los marineros vendieron a los niños como esclavos.
La mayor parte de los detalles y circunstancias de esta extraña expedición, que las fuentes documentales confirman parcialmente, son imprecisas o se entremezclan con las leyendas. Según la versión más mitificada, un niño francés de 12 años recibió la visita de Jesucristo, quien le reclamó que escribiera varias cartas dirigidas al Rey de Francia para pedirle que iniciara la Quinta Cruzada. No en vano, cuando el niño entregó personalmente las cartas al Monarca, éste desechó rotundamente la idea, quizás al rememorar el desenlace de la reciente Cuarta Cruzada, la cual ni siquiera pudo alcanzar Jerusalén, puesto que la conquista y el saqueo de Constantinopla, capital del Imperio bizantino, se convirtió en el destino final. De regreso a su ciudad natal, el joven francés fue nuevamente visitado por Jesús de Nazaret para designarlo como líder y responsable de una Cruzada Infantil que retomaría Jerusalén y los barrios circunvecinos «con la invencible armada de la bondad y pureza de los niños que lograra reclutar durante la travesía». Solo los niños podrían recuperar el San Sepulcro, pero no abriéndose paso con las armas, sino con el amor.
En 1212, comenzó la travesía de este grupo de niños europeos en dirección a Jerusalén. Esteban de Cloyes, como sería conocido el niño, estaba dotado de una gran elocuencia que impresionaba a los mayores y encandilaba a los niños, pese a que era analfabeto. Recorrió Francia dando sermones en los que hablaba de su carta y de su misión divina de recuperar Jerusalén. Entre 20.000 a 30.000 niños terminaron concluyendo en el camino que lleva a Niza (en el sur de Francia) para obtener allí algún medio de cruzar el Mediterráneo. Ciertamente, el éxodo de un grupo tan numeroso, entre los que se incluían muchos adultos, requería de unos recursos y alimentos, que, por descontado, una organización que vivía a expensas de los designios divinos no podían satisfacer. Según la leyenda, cuando el grupo alcanzó Niza, solo un tercio de los niños todavía permanecían fieles a la Cruzada. El resto había muerto por falta de alimentos o habían desertado cansados de aquella peligrosa quimera.
Los cruzados entran en Constantinopla durante la Cuarta Cruzada
Las aguas del Mediterráneo no se abren
Esteban había conducido a sus huestes infantiles a Niza (otras fuentes apuntan que era Marsella) con la garantía de que Jesucristo proveería una vez sobre el terreno la solución para cruzar el mar, aunque para ello fuera necesario que las aguas se abrieran a su paso, tal como lo logró Moisés según relata no solo la Biblia, sino también el Corán. Después de dos semanas de incansable oración, los 2.000 niños supervivientes se convencieron de que quizás debían buscar un medio de transporte más profano. Fue entonces cuando dos mercaderes locales pusieron a disposición de los jóvenes cruzados siete barcos. Nada se volvió a saber de ellos hasta pasadas varias décadas.
En 1230, un sacerdote llegado a Europa desde Oriente aseguró ser uno de los jóvenes que se habían embarcado originalmente en la Cruzada de los Niños hasta su fatídico desenlace. Según el testimonio de este sacerdote, dos de los siete barcos se hundieron cerca de la isla de San Pietro, al sudoeste de Cerdeña, y el resto fue apresado por piratas o directamente entregados por los mismos marineros que habían cedido los barcos. Los niños que sabían leer y escribir, como el sacerdote superviviente, tuvieron la fortuna de que el gobernador de Egipto los empleara en trabajos de traducción y otras labores que no requerían grandes esfuerzos físicos. El resto quedó desperdigado por Oriente.
Ilustración de la Cruzada de los Niños
En paralelo a la odisea vivida por los niños franceses, un niño llamado Nicolás, de un pueblo del Rin, prendió un movimiento de características similares en Alemania. De manera idéntica a Esteban, aunque con un mensaje menos belicoso, en cuestión de semanas el alemán contaba con unos 7.000 seguidores dispuestos a empezar una travesía a través de Italia. Cabe mencionar que los alemanes incluían un mayor número de niñas y estaban integrados en general por adolescentes. Una vez en Génova, el mar volvió a presentarse como una barrera infranqueable. Muchos peregrinos aceptaron la oferta de convertirse en ciudadanos genoveses o simplemente dieron la vuelta. Por su parte, Nicolás acudió a Roma, donde fue recibido por el Papa Inocencio. Admirado por su piedad pero avergonzado por su locura el Papa les instó a que todos volvieran a casa y cuando crecieran cumplieran sus votos como cruzados.
Los relatos de las cruzadas protagonizadas por niños alemanes y franceses en el siglo XIII, que inspiraron en gran medida la fábula de «El flautista de Hamelín», han sido objeto de polémica entre los historiadores, llegando algunos incluso a cuestionar que hubiesen existido. Sin embargo, la versión más probable es que se tratara de una mitificación romántica de las cruzadas populares, que afectaban a todas las edades y especialmente a personas de baja escala social, acontecidas de nuevo a principios del siglo XIII. Eran gente desplazada por los cambios económicos que forzaron a muchos campesinos pobres del norte de Francia y Alemania a vender sus tierras.
Estos grupos eran denominados «pueri» (del latín «chicos») de forma condescendiente, lo cual pudo dar lugar a la mala interpretación de que estaban formados realmente por niños. Asimismo, se tiene constancia de un hombre joven llamado Nicolás, quien lideró un movimiento popular que barrió toda la región del Rin, después de que presuntamente hubiera recibido instrucciones divinas. Un movimiento que había sido precedido por otro similar en Francia liderado por un pastor de nombre Esteban, que, lejos de aproximarse a Tierra Santa, fue obligado a disolver su grupo por orden de Felipe II de Francia.
Pero a diferencia de lo que narra la leyenda, estos grupos de desplazados nunca tuvieron como objetivo preferente viajar a Tierra Santa, ni llegaron a alejarse de las fronteras europeas. El fervor religioso vertebró un movimiento de peregrinación sin rumbo fijo formado, indiferentemente de la edad, por campesinos sin tierras, prostitutas y vagabundos.
Fuente: http://www.abc.es/