La Leyenda de la Condesa de Malibrán

A principio del siglo XX, se empezaron a correr rumores entre la gente contando las cosas extrañas que realizaba una bruja practicante de la magia negra, vivía en una choza rodeada de pantanos y arenales, al frente de la choza se apreciaba un horno de tierra y encima una olla de barro por donde emanaban olores nauseabundos, eran tan penetrantes que al respirarlo hacía que la gente vomitara sin control.
En la puerta de aquella choza enormes tarántulas jugueteaban entre sus telerañas, mientras que del centro de la puerta colgaba una cabeza de cuervo disecada, con implantes de ojos que sin duda horrorizaban a cualquiera que lo viera.
Todas las noches en la madrugada la bruja salía de su casa, con los brazos abiertos extendidos hacia el cielo, al mismo tiempo con su voz entrecortada llamaba a Satanás para pedirle que las fuerzas del mal la protegieran, sus gritos estridentes se perdían en la espesura de los árboles y de los pinos de la pequeña aldea que era Veracruz.
A los pocos días, los habitantes comenzaron a murmurar sobre una hermosa mujer vestida de negro que visitaba a la bruja pidiéndole usar su magia a su favor para que le quitara una maldición que otra bruja había lanzado sobre ella.
Aquella rara y hermosa mujer sufría hasta lo imposible porque a pesar de tener años casada no lograba concebir un hijo.
Nunca se supo de donde provenía o cuando llegó a Veracruz esa dama vestida de negro, lo único que se conocía de ella era que su esposo tenía un título de conde de la corona española y que habitaban en una inmensa mansión con aspecto de palacio real.
La mujer de quién se murmuraba fue apodada como la condesa del Malibrán, debido a que anteriormente lo que ahora es la Fragua y Malibrán existía un pequeño rancho que llevaba ese nombre, muy cerca del panteón ese pantanoso lugar era rodeado de médanos y nopaleras.
El esposo de la condesa abandonaba el lugar por dos o tres meses debido a motivos de trabajo pues mientras su esposo se encontraba ausente, la condesa disfrutaba acudir al muelle y observar a los marinos que bajaban de las embarcaciones, siempre que alguien le agradaba lo invitaba a su “palacio”, mismo que adornaba con toda elegancia, junto con sus esclavos organizaba fiestas rimbombantes junto a sus esclavos.
Éstas fiestas duraban hasta el amanecer, al término de las mismas todos marchaban contentos por la gran fiesta que la condesa había otorgado, solo el invitado de la condesa se quedaba para hacerle compañía íntima a la misma.
Después de algunos días, la desaparición del joven marino se hacía notar y la embarcación de donde provenía comenzaba a buscarlo sin cesar, incluso los asistentes a la fiesta de la condesa se preguntaba qué había ocurrido con el joven. Nunca se supo que fue de él y con el tiempo quedó en el olvido.
Todas las tardes la condesa solía pasear por el pueblo en una lujosa diligencia jalada por magníficos corceles y un elegante cochero, cada vez que veía a un joven simpático, lo invitaba a su casa para divertirse de una forma amorosa, sin embargo todos los jovenes que aceptaron su invitación desaparecieron sin dejar rastro alguno.
Mientras tanto, la condesa seguía visitando a la bruja rogándole insistente que le quitara el maleficio de no poder procrear, la bruja imploraba a las fuerzas del mal que cumplieran su petición, hasta que un día la condesa logró traer al mundo a un monstruo, que solo con verlo causaba terror, su cabeza era sumamente grande y con un ojo, en cada mano siete dedos chuecos y largos, en lugar de uñas poseía garras como las aves de rapiña.
Tiempo después, una noche fría y húmeda, el esposo de la condesa llegó a su hogar, contento y en espera de sentir las caricias de su hermosa esposa, ya se imaginaba estar rodeado de sus brazos halagando su belleza, cuando el criado abrío la puerta de la mansión su sorpresa fue enorme, en los brazos el criado sostenía al pequeño monstruo hijo de la condesa.
Tras darse cuenta de esa monstruosidad, el conde corrió a los aposentos de su esposa y para su desagradable infortunio la encontró en su lecho entregándose con lujuria a un joven.
Lleno de cólera el conde arremetió contra ellos, la mujer al verse atacada su cara se tornó áspera y tomaba el aspecto de la bruja que visitaba con frecuencia, sus ojos parecían dos carbones encendidos, su rostro lleno de arrugas, sus colmillos amarillos, su cabello revuelto y erizado parecían espinas.
El conde al ver la transformación que tomaba su mujer, sintió un nudo en la garganta y con miedo desenvainó su espada para enterrársela en el corazón a su amada, haciendo lo mismo con el joven. Después de asesinarlos el conde llamó a su criado, tomó al hijo de la condesa por los brazos y lo arrojó con fuerza junto a los cadáveres.
Al ver aquella escena, el criado le contó al conde todos los horrores que la condesa cometía en su casa, cómo mataba a golpes a sus jóvenes amantes, quienes eran mutilados y arrojados al pozo lleno de lagartos para ser alimento de sus feroces mascotas.
El conde lleno de ira y decepción ordenó al esclavo lanzar los cuerpos al pozo, cuando los cuerpos tocaron el fondo del pozo, se escuchó una espantosa risa acompañada de lamentos que se extendió por todo Veracruz.
Aún se dice que la condesa del Malibrán aparece en las oscuras noches de verano junto al pozo donde fue arrojada, algunas personas admiten haberla visto paseando en su lujoso carruaje cargando al pequeño monstruo, pidiendo perdón.
Fuente: https://www.laguiadelaciudad.com/suspenso/veracruz-la-leyenda-de-la-condesa-de-malibran/