El asesinato de Julio César

Julio César, el dictador romano, fue asesinado por un grupo de senadores en los Idus de marzo (15 de marzo) del 44 a. C. durante una reunión del Senado en el Teatro de Pompeyo en Roma .
La conspiración para asesinar a Julio César comenzó con una reunión entre Casio Longino y su cuñado Marco Bruto en la noche del 22 de febrero del 44 a.C., cuando después de una discusión los dos acordaron que había que hacer algo y evitar que César se convirtiera en rey de los romanos.
Luego, los dos hombres comenzaron a reclutar a otros, o sea, su objetivo era reclutar suficientes hombres para rodear a César y luchar contra sus partidarios, pero no tantos como para correr el riesgo de ser descubiertos.
Al final, los conspiradores reclutaron senadores cercanos a los cuarenta evaluándolos con preguntas que parecían algo inocentes pues las fuentes antiguas informan que al final, alrededor de sesenta a ochenta conspiradores se unieron a la trama, aunque el último número puede ser un error del escriba.
Entre los conspiradores notables se encontraba Quinto Labeo, quien respondió afirmativamente el 2 de marzo cuando Bruto le preguntó si era prudente que un hombre se pusiera en peligro si eso significaba vencer a hombres malvados o necios; Decimus Brutus, se unió el 7 de marzo y luego también lo hicieron Labeo, Cassius, Cayo Trebonio, Tillius Cimber , Minucius Basilus, Poncio Aquila y los hermanos Cayo y Publius Servilius Casca.
Según Nicolás de Damasco, los conspiradores incluían soldados, oficiales y asociados civiles de César, donde algunos se unieron a la conspiración debido a preocupaciones sobre el autoritarismo de César, pero muchos tenían motivos de interés propio como los celos: sentir que César no los había recompensado lo suficiente o que había dado demasiado dinero a los antiguos partidarios de Pompeyo.

Marco Junio Bruto
Primero, los conspiradores discutieron la adición de otros dos hombres a la conspiración pues tanto Casio como Bruto confiaban en Cicerón ya que tenía una gran popularidad entre la gente común y una gran red de amigos, o sea, lo que ayudaría a atraer a otros a unirse a su causa.
Sin embargo, los conspiradores consideraron a Cicerón demasiado cauteloso pues tenía más de sesenta años, y así los conspiradores pensaron que era muy probable que antepusiera la seguridad a la velocidad al planear el asesinato.
A continuación, los conspiradores consideraron a Marco Antonio, de treinta y nueve años que era uno de los mejores generales de César, o sea, estaban de acuerdo en intentar reclutarlo hasta que Gaius Trebonius hablara.
Reveló que se había acercado personalmente a Antonio el verano anterior y le había pedido también que se uniera a una conspiración diferente para acabar con la vida de César, y Antonio lo había rechazado, o sea, su rechazo a la vieja conspiración hizo que los conspiradores decidieran no reclutar a Antonio.
Ahora, surgió una nueva idea donde Antonio era fuerte debido a su familiaridad con los soldados y poderoso debido a su consulado. Si Antonio no se unía a ellos, entonces también debían asesinar a Antonio, para que no interfiriera con la conspiración.
Finalmente, esta idea se amplió y dividió a los conspiradores en dos facciones: los optimates, los «mejores hombres» de Roma, entre los conspiradores querían volver a como eran las cosas antes de César y ello suponía matar tanto a César como a todos los hombres a su alrededor, incluido Antonio, y revertir las reformas de César.
Los antiguos partidarios de César entre los conspiradores no estuvieron de acuerdo con esto ya que les gustaban las reformas de César y no querían una purga de los partidarios de César. Sin embargo, incluso ellos aceptaron matar a Antonio.
Brutus no estaba de acuerdo con ambos pues argumentó que matar a César y no hacer nada más, era la opción que debían elegir, o sea, su argumento convenció a los demás conspiradores. Comenzaron a hacer planes para el asesinato de César.
Los conspiradores creían que cómo y dónde asesinaron a César marcarían la diferencia y pensaron en varios sitios: un ataque a César mientras caminaba por la Vía Sacra , la «Calle Sagrada», esperar a agredirlo durante las elecciones de nuevos cónsules.
Los conspiradores esperarían a que César comenzara a cruzar el puente que todos los votantes cruzaron como parte de los procedimientos electorales, y luego lo derribarían por la borda y lo arrojarían al agua donde los conspiradores le esperarían con las dagas desenvainadas. Otro plan era atacar en un juego de gladiadores, que tenía la ventaja de que nadie sospecharía de los hombres armados.
César dejaría la ciudad el 18 de marzo para embarcarse en una campaña militar contra los getas y los partos y la última reunión del Senado antes de esa fecha fue el día 15, los Idus de marzo, pues los conspiradores eligieron esae día como el día del asesinato.
En los días previos a los Idus, César no estaba completamente ajeno a lo que se estaba planeando pues según antiguo historiador Plutarco, un vidente le había advertido a César que su vida estaría en peligro a más tardar precisamente en los idus de marzo.
El biógrafo romano Suetonio identifica a este vidente como un arúspice llamado Spurinna pues además, el 1 de marzo, César vio a Cassius hablando con Brutus en el Senado y le dijo a un asistente: «¿Qué crees que está haciendo Cassius? No me agrada, está pálido».
Dos días antes del asesinato, Cassius se reunió con los conspiradores y les dijo que, si alguien descubría el plan, debían volverse los cuchillos contra ellos mismos.
En los idus de marzo del 44 a. C., día utilizado por los romanos como fecha límite para saldar deudas, conspiradores y no conspiradores se reunieron en la Casa del Senado de Pompeyo, ubicada en el Teatro de Pompeyo, para la reunión del Senado.
Los senadores esperaron la llegada de César, pero no llegó puesto que Calpurnia, la esposa de César, se despertó de la pesadilla que tuvo durante la noche donde había soñado que sostenía a un César asesinado en sus brazos y lo lloraba.
Otras versiones tienen a Calpurnia en el sueño de que el frontón de su casa se había derrumbado y que César había así muerto; otro más muestra el cuerpo de César lleno de sangre y en esta ocasión Calpurnia sin duda había escuchado las advertencias de Spurinna de un gran peligro para la vida de César, lo que ayuda a explicar sus visiones.
Alrededor de las 5 de la mañana, Calpurnia le rogó a César que no fuera a la reunión del Senado ese día pero después de algunas dudas, César accedió pues aunque no era supersticioso, sabía que Spurinna y Calpurnia de alguna forma si estaban involucrados en la política romana y decidió ser cauteloso.

La Curia en el Teatro de Pompeyo donde fue asesinado Julio César
César envió a Marco Antonio para destituir al Senado y cuando los conspiradores se enteraron de este despido, luego Décimo fue a la casa de César para tratar de convencerlo de que asistiera a la reunión del Senado: «¿Qué dices, César?» Dijo Decimus. «¿Alguien de tu estatura prestará atención a los sueños de una mujer y los presagios de todos hombres necios?» César finalmente decidió ir.
César se dirigía a la casa del Senado cuando vio a Spurinna. «¡Bueno, han llegado los idus de marzo!» César gritó juguetonamente. «Sí, los Idus han venido», dijo Spurinna, «pero aún no se han ido».
Marco Antonio , habiéndose enterado vagamente del complot la noche anterior por el conspirador Servilius Casca , y temiendo lo peor, fue a detener a César.
Los conspiradores, sin embargo, lo habían anticipado y, temiendo que Antonio acudiera en su ayuda de César, habían dispuesto que Trebonio lo interceptara justo cuando se acercaba al pórtico del Teatro de Pompeyo, donde se iba pues a celebrar la sesión, y lo detuviera afuera. (Plutarco, sin embargo, asigna esta acción para retrasar a Antonio a Decimus Brutus). Cuando escuchó la conmoción en la cámara del Senado, Antonio huyó.
Según Plutarco , cuando César llegó al Senado, Lucius Tillius Cimber le presentó una petición para llamar a su hermano exiliado al tiempo que los otros conspiradores se apiñaron para ofrecer su apoyo.
Tanto Plutarco como Suetonio dicen que César lo despidió, pero Cimber agarró a César por los hombros y le bajó pues la toga donde acto seguido César le gritó a Cimber: «¡Vaya, esto es violencia!» (» Ista quidem vis est! «) y poco después, Casca sacó su daga y lanzó una estocada al cuello del dictador.
César se dio la vuelta rápidamente y agarró a Casca del brazo pues según Plutarco, dijo en latín: «Casca, villano, ¿qué estás haciendo?» y Casca, asustado, gritó «¡Socorro, hermano!».
En unos momentos, todo el grupo, incluido Brutus, apuñaló al dictador que pese al intento de escapar cayó al suelo y los hombres continuaron apuñalándolo mientras yacía indefenso en los escalones inferiores del pórtico recibiendo un total de 23 puñaladas.
Suetonio relata que un médico que realizó una autopsia a César estableció que solo una herida, o sea, la segunda en el pecho que le atravesó la aorta había sido fatal y causa de la muerte fue la pérdida de sangre por sus heridas de arma blanca.
César fue asesinado en la base de la Curia en el Teatro de Pompeyo .
Según Plutarco, después del asesinato, Brutus dio un paso al frente como para decir algo a sus compañeros senadores que no estaban involucrados en el complot; sin embargo, huyeron del edificio.
Bruto y sus compañeros tras llevar a cabo el asesinato fueron por la ciudad, anunciando: «¡Pueblo de Roma, somos ya libres una vez más!» y recibidos con silencio, ya que los ciudadanos de Roma se habían encerrado dentro de sus casas tan pronto como comenzaron a difundirse los rumores de lo que había sucedido.
Según Suetonio, después del asesinato todos los conspiradores huyeron mientras que el cuerpo de César permaneció intacto durante algún tiempo después, hasta que finalmente tres esclavos comunes lo pusieron en una camilla y luego lo llevaron a casa.
Fuente: https://es.qaz.wiki/wiki/Assassination_of_Julius_Caesar