Cosquer, la gruta submarina con pinturas rupestres descubierta en 1985 en Marsella
En 1985 Henri Cosquer era un submarinista experto acostumbrado a bucear en las aguas de la costa marsellesa. En varias ocasiones, mientras exploraba los acantilados cercanos al cabo Morgiou se había fijado en una hendidura oscura que se abría en la pared de roca, a unos 37 metros de profundidad, que finalmente decidió explorar con la esperanza de encontrar una cueva submarina de interés.
Cosquer emergió en una cavidad de alrededor de 50 metros de diámetro, llena de estalactitas, estalagmitas y otras formaciones calcáreas. La gruta parecía no tener comunicación alguna con el exterior, más que la que había recorrido él desde el mar. Estaba pensando que probablemente era la primera persona que ponía el pie en esa cueva, cuando pudo ver claramente una forma sobre la pared cercana. Una imagen que Cosquer conocía: era una mano humana pintada con la técnica del estarcido. Alguien había dejado la imagen en negativo de su mano apoyándola en la pared y soplando pintura sobre ella.
En septiembre de 1991, durante una de esas expediciones submarinas ocurrió un accidente: tres personas se desorientaron dentro del túnel y murieron ahogadas. Las circunstancias obligaron a Cosquer a declarar la existencia de la cueva a las autoridades francesas. Pocos días más tarde, entró en la gruta una expedición oficial del Ministerio de Cultura francés dirigida por el paleontólogo y submarinista Jean Courtin y por el especialista en arte rupestre Jean Clottes.
La expedición dató las pinturas y grabados en dos periodos distintos del Paleolítico Superior. Un grupo más antiguo pertenecía al Gravetiense, con al menos 28.000 años de antigüedad, y otro algo más moderno en el Solutrense, con una antigüedad aproximada de 18.000 años. El hallazgo era sin duda espectacular, ya que la edad de estas pinturas superaba con mucho la de las cuevas de Lascaux y Altamira, que están datadas en alrededor de 15.000 años. Es emocionante imaginar que tan sólo la diferencia de edad entre las pinturas más nuevas y más antiguas de la gruta fuera de 9.000 años, bastante más de lo que ha durado lo que conocemos como «Historia».
En 1994 se inició por fin el ansiado estudio de las figuras, que resultaría polémico por un tiempo debido a que algunos consideraban improbable la fecha de datación propuesta. El problema estaba en la imposibilidad de aplicar la técnica del carbono 14, ya que se consideraba que el resultado no sería fiable con tanta antigüedad (aunque, de hecho, se usa para piezas orgánicas de hasta 50.000 años).
Ahora bien, estaba claro que no se trataba de una falsificación porque las pinturas se hallaban recubiertas de una capa de calcita que sólo podía formarse a lo largo de miles de años. La confirmación la proporcionaron en 1998 los restos de madera y polen hallados en el lugar.
En 2002 se hizo otra campaña a cargo de Luc Vanrell (un buzo y fotógrafo submarino experto en pecios y famoso por descubrir el avión con el que desapareció el escritor Saint-Exupéry). Un año más tarde llegó la tercera, otra vez dirigida por Courtin y Clottes. Después se sustituyeron los bloques de hormigón que cerraban la entrada por un portón de acero y desde entonces la gruta Cosquer duerme en un letargo preservador, dejado atrás un fallido proyecto para dotarla de una entrada con ascensor desde arriba.
La última noticia es que en 2016 se hizo una recreación digital en 3D con la idea de construir una réplica a tamaño real para que el público pueda visitarla. Mientras, hay que conformarse con pasear por el cabo Morgiu, donde se ubica el calanque de la Triperie (los calanques son estrechas lenguas de roca de paredes verticales que se adentran en la mar, típicas de la costa de Marsella); la caverna está debajo.
Fuente: http://freakadellen.blogspot.com/