La historia de la Real Orden de Carlos III

La Real y Distinguida Orden Española de Carlos III (anteriormente Real y Muy Distinguida Orden de Carlos III) fue establecida por el rey Carlos III, mediante real cédula de 19 de septiembre de 1771 con el lema latino Virtuti et merito, con la finalidad de condecorar a las personas que destacaban por sus buenas acciones en beneficio de España y la Corona.
Desde su creación, es la más distinguida condecoración civil que puede ser otorgada en España pero en un principio era una orden militar, en concreto orden de caballería y en 1847 se convirtió en orden civil.
Aunque la Real Cédula de creación es de septiembre de 1771, Carlos III no hizo públicas las disposiciones que habrían de regular la distinción hasta el 24 de octubre.
La razón para ello estuvo en el origen de la Orden en el que el futuro rey y príncipe de Asturias, Carlos, llevaba cinco años de matrimonio sin hijos, por lo que al nacer el primer infante quiso su abuelo, Carlos III, dar gracias a la Virgen María en su advocación de Inmaculada Concepción.
Cuando la nuera del rey había podido asistir al primer oficio religioso con el niño en brazos, quiso el rey promulgar las normas de concesión, y en ella se nombraría a sí mismo Gran Maestre de la Orden y fijando en sus herederos, siempre que ostentasen el título de Rey de España, el mismo tratamiento y cargo.
Aunque el infante y varios de sus hermanos murieron poco después, Carlos III mantuvo su compromiso, si bien el número de Cruces otorgadas fue muy reducido por el pesar del monarca.
Las disposiciones de creación exigían dos requisitos: ser benemérito y afecto a Su Majestad y para ello se crearon dos clases: 1 ) las «Grandes Cruces» y 2) las «Pensionadas», siendo discrecional por el monarca su concesión, donde autolimitó a sesenta las primeras y a doscientas las segundas.
En 1783 se ampliaron las órdenes a tres, añadiendo también la llamada la de «Caballeros Supernumerarios», cuya importancia se situaba entre las 2 anteriores.

Carlos III con la Real Orden
Entonces se precisaron más las obligaciones y los requisitos de los titulares: debían tener pureza y nobleza de sangre hasta sus bisabuelos, conforme se regulaba en el Fuero viejo de Castilla y las demás normas vigentes.
Los recibidos en la Orden debían jurar fidelidad a la persona del rey, a su familia, a la protección de los bienes de la casa real, reconocerle como Gran Maestre, vivir y morir en la fe católica, aceptando de forma indubitativa el Misterio de la Inmaculada Concepción, y asistir al menos una vez al año a una misa completa y comulgar.
El papa Clemente XIV, el 21 de febrero de 1772 reconoció mediante bula a la Orden y le otorgó beneficios religiosos, tanto a la misma como a sus propios integrantes, reconociendo al Gran Maestre toda la capacidad para disponer en materia religiosa sobre los miembros, incluso la absolución además de la bendición apostólica. Los beneficios de los integrantes de la Orden fueron de distinta índole, ampliándose después con Pío VI.
Las insignias de la Orden han variado a lo largo del tiempo, sin embargo han mantenido rasgos originales: banda de seda azul con cantos blancos, cruz de ocho puntas con la imagen de la Inmaculada Concepción, la cifra del rey fundador y la leyenda Virtuti el Merito
Aunque a la fundación de la Orden, el monarca hizo depósito anual de su fondo personal de un millón y medio de reales para cubrir las distinciones pensionadas, la cuantía no fue suficiente, por lo que hubo de retribuirse según antigüedad, al tiempo que se detrajo de otras órdenes militares o civiles las cantidades sobrantes por estar vacante la concesión.
El gobierno de la Orden se fue haciendo más complejo, aunque en realidad era el monarca y el tesorero quienes terminaban por fijar las concesiones y retribuciones.
Gran cuidado tuvo el rey en incorporar a la Orden los teólogos de la Corona que indagaban los misterios de la Virgen María, llegando en algunos casos a ser más numerosos los eclesiásticos que los caballeros y nobles.
Las reuniones se formalizaban en la iglesia de San Gil en Madrid dos veces al año, una coincidiendo con la Inmaculada Concepción y otra con el Día de Todos los Santos.
Con Carlos IV se hicieron algunas reformas en las vestimentas y también en distribución de los colores en las distinciones. La invasión francesa provocó que dos instituciones se arrogasen la facultad del gobierno de la Orden pues otorgaron ambas distinciones: el rey José I y la Junta Suprema Central en nombre de Fernando VII.
Al final, las otorgadas por el monarca napoleónico fueron abolidas por él mismo y los colores de la banda de la orden fueron adoptados por algunos miembros de la primera junta argentina para significar su adhesión al rey Fernando VII y pasarían posteriormente a representar el movimiento de independencia.
Con el rey Fernando VII se trasladó la sede al monasterio de las Descalzas Reales y al monasterio de la Encarnación de Madrid a un tiempo. Durante este reinado se ampliaron las distinciones, se modificaron las normas y se exigieron mayores requisitos para ingresar.
Sin embargo, la reforma más profunda se produjo durante el reinado de Isabel II. Un modelo de España liberal requirió adaptar todas las órdenes militares y civiles.
El Real Decreto de 26 de julio de 1847 estableció el carácter exclusivamente civil de la orden y configuró cuatro grados. A partir de ese momento fueron los méritos, y no exclusivamente el afecto a la Corona y su Reina, los que determinaron el acceso.
Aunque la Orden se abolió durante unos meses coincidiendo con la Primera República, luego fue restablecida aun antes de la restauración borbónica en la persona de Alfonso XII.
Hasta la llegada de la Segunda República, que suprimió de nuevo la Orden, se procedió a refundir las distintas disposiciones que regulaban con ello las materias, y se fueron incluyendo causas para la pérdida de las distinciones.
Tras finalizar la Guerra Civil, la dictadura franquista volvió a restablecer de nuevo la Orden el 10 de mayo de 1942 en contra del deseo de los herederos de la Corona española.
Con la monarquía constitucional en la persona de Juan Carlos I, la Orden se ha ido modernizando, permitiendo con ello la incorporación de las mujeres a la misma desde 1983.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Orden_de_Carlos_III