Sebastián Caboto

Sebastiano Caboto (Venecia, 1476 – Londres, octubre o noviembre de 1557) fue un navegante de origen italiano, considerado uno de los navegantes más reconocidos del mundo.
Hijo de Juan Caboto acompañó a su padre durante la estancia de este en España pues cuando Enrique VII, en 1496, dio patente de descubrimiento y exploración a Juan, incluyó también a sus tres hijos, uno de los cuales era Sebastián que gozó de gran prestigio y estuvo alternativamente al servicio de Inglaterra y España.
En 1512 Caboto estaba al servicio del rey Enrique VIII de Inglaterra y formó parte de una embajada enviada a España para poder negociar una alianza militar contra Francia. En ese viaje, Caboto llamó la atención de los negociadores españoles y más tarde del propio rey Fernando II de Aragón, que le ofreció un nombramiento como capitán que Caboto aceptó.
En 1517, muerto el monarca, regresó a Inglaterra, donde trató infructuosamente de obtener del almirantazgo financiación para una nueva expedición al Océano Atlántico. En 1518 estaba de nuevo al servicio de la Corona Hispánica con el cargo de piloto mayor en la Casa de la Contratación de Sevilla.
Ofreció secretamente sus servicios a la República de Venecia para organizar una expedición en búsqueda del paso noroeste hacia China.
Caboto ambicionaba dirigir una expedición de exploración y su oportunidad llegó a mediados de la década de 1520. La expedición de Magallanes (1519-1522) había encontrado para España una ruta hasta las islas de las Especias.
Las negociaciones entre España y Portugal sobre a cuál de las dos potencias pertenecían esas islas habían fracasado en 1524 pero ello no fue obstáculo para que el emperador Carlos enviase nuevas expediciones allí y una de ellas fue la dirigida por Caboto, que partió de Sanlúcar de Barrameda en abril de 1526 donde la armada estaba compuesta por tres naos y una carabela con un total de 210 hombres.
Llegado a América, Caboto tuvo conocimiento, por boca de náufragos, de la anterior expedición española de Juan Díaz de Solís y de la existencia de grandes yacimientos de oro y plata. Solís había llegado a esta zona en febrero de 1516 dándole el nombre de Mar Dulce a la zona creyendo que comunicaba con el Pacífico que en 1513 había descubierto Balboa.
El relato con el descubrimiento de Alejo García llegó a la costa del Brasil llegando a los oídos de Caboto pues en ese momento con una ruta planeada hacia las Molucas, fondea en Pernambuco donde se detienen varios días, entablando Caboto largas y secretas conversaciones con los jefes de la factoría portuguesa allí instalada.
Allí, Caboto se entera de que el «río de Solís» ―al que algunos ya llamaban «río de la Plata»―, conducía a regiones pródigas en riquezas en plata y oro, («sierra de la plata»). Al oír las aventuras de García abandona sus órdenes y decide dirigirse a la comarca de las riquezas.
La decisión de detenerse en el Río de la Plata llevó a la oposición de los españoles Martín Méndez (su teniente general), de Miguel de Rodas (piloto de la nave capitana) y de Francisco de Rojas (el capitán del otro buque), Caboto los desembarcó abandonándolos en una isla.
En 1526 ancló en el cabo de Santa María donde hizo construir una embarcación que pudiera navegar el Mar Dulce pues más tarde en 1527, fundó el puerto de San Lázaro que estaba construido con techos de paja y postes de madera, recibiendo allí la visita, de otro marinero de Solís experto en lengua guaraní y conocedor de la región Francisco del Puerto, quien se ofreció a conducirlos río arriba.
Encontrándose el 6 de abril 1527 en la costa oriental del Río de la Plata en el actual departamento de Colonia en Uruguay en la así boca de un río que denominó San Lorenzo, metió dentro tres de sus embarcaciones, enviando la cuarta con el capitán Juan Álvarez Ramón a reconocer el río Uruguay, que desemboca allí, y a buscar un buen puerto.
Mientras tanto edificó una casa de paja circundada de palizada, en el sitio al cual llamó puerto de San Lázaro para custodiar así las embarcaciones y efectos que le podían impedir una defensa eficaz ante los indígenas del lugar. En este lugar se ubicó por tanto el primer asentamiento de los españoles en Uruguay y en el Río de la Plata, como una pequeña fortificación de muy corta vida.
Al remontar el lado oriental del río «de la plata» en mayo de 1527 y llegados a la zona del bajo río Uruguay, ubicaron un destacado fondeadero apropiado en el río San Salvador donde anclaron sus naves mayores. Allí ubicaron el estratégico asentamiento llamado San Salvador.
El 9 de junio 1527 construyó un segundo fuerte en la desembocadura del río Carcarañá en el río Paraná, a unos 50 km al norte de la actual ciudad de Rosario (Argentina), al que dio el nombre de Sancti Spiritu y cerca de su ubicación se levantó luego el pueblo de Puerto Gaboto, en la provincia de Santa Fe, para conmemorar el hecho.
En 1528 viajando por el río Paraguay, llegó hasta la altura del río Pilcomayo, por lo que es considerado el primero que navegó sus aguas y por ello se lo conoce como descubridor del Paraguay por agua, cuatro años después de su descubrimiento por tierra por Alejo García en 1524.
Caboto regresa en 1530 a España, llevando consigo la leyenda de la «sierra de Plata y las tierras del Rey Blanco». que fue la que indujo a Carlos I a financiar la expedición ultramarina de Pedro de Mendoza en 1536., o sea, la Sierra de la Plata se trataba de una legendaria idea de tesoros de plata que se creía estaba en el interior de Sudamérica.
La leyenda se alimentaba por el uso de objetos en plata que veían en los pueblos originarios de la región y la leyenda estaba muy asociada con la del Rey Blanco pero nunca hubo evidencia de la realidad tal montaña rica en vetas de plata, o sea, lo más cerca al mito es el famoso Cerro Rico de Potosí en Bolivia.
Uno de los exploradores que habla sobre la sierra de plata y el rey blanco por primera vez es, Luis Ramírez en 1528 (tripulante de la armada de Sebastián Caboto). Escribió el 10 de julio de 1528 a sus padres una extensa Relación de viaje que despachó a España desde San Salvador, en busca de ayuda.
En agosto de 1530, Caboto regresó a España, donde fue juzgado por haber abandonado el objetivo original de su expedición donde fue declarado culpable y deportado el 1 de febrero de 1532 a Orán, ciudad norteafricana conquistada pocos años antes por España.
Después de un año fue perdonado por el rey Carlos I y volvió a Sevilla, permaneciendo como piloto mayor hasta 1547 y durante sus últimos años en el cargo, Caboto se enfrentó con los cosmógrafos de la Casa de la Contratación, Alonso de Chaves y Pedro de Medina, que defendían un enfoque matemático y astronómico de la navegación.
Caboto le daba más importancia al saber práctico de los pilotos y consideraba válidos los mapas de Diego Gutiérrez, que utilizaban dos escalas diferentes de latitud. Finalmente, Caboto perdió esta disputa.
En 1547 fue llamado a Inglaterra por John Dudley, que había sido lord almirante del rey Enrique VIII, y entonces a partir de 1549 se convirtió en regente del joven rey Eduardo VI y ese año Caboto recibió la concesión de una pensión vitalicia y fue nombrado gran piloto del reino.
Por estos años, la marina inglesa se limitaba a expediciones mercantiles a Amberes y algunos otros puertos en Francia y España, o sea, sus pilotos no tenían ni conocimiento práctico de la navegación a otras regiones ni conocimientos teóricos sobre las latitudes o navegación astronómica.
Por lo tanto, la llegada de Caboto se esperaba que serviría para formar a una nueva generación de pilotos que permitieran con ello a Inglaterra ampliar sus horizontes náuticos y competir con las potencias ibéricas.
En 1551, junto con Hugh Willoughby y Richard Chancellor, Caboto fundó y dirigió la «Mystery and Company of Merchant Adventurers for the Discovery of Regions, Dominions, Islands, and Places unknown» («Misterio y Compañía de aventureros mercantes para el descubrimiento de regiones, dominios, islas y lugares desconocidos»), una compañía de carácter mercantil, que tenía como principal mecenas a John Dudley, ya duque de Northumberland y el hombre más poderoso del reino. La compañía se centró en la búsqueda de una ruta marítima hacia Rusia y Asia por el noreste.
Esa compañía de comerciantes exploradores protagonizó el primer viaje a través del Ártico, una expedición de tres barcos liderada por Willoughby en 1553-54, en la que Willoughby perdió la vida tras haber descubierto el archipiélago de Nueva Zembla.
En ese mismo viaje participaba asimismo Richard Chancellor, que se extravió en el mar Báltico y a bordo de ese buque Edward Bonaventure encontró la entrada del mar Blanco y consiguió echar anclas en el puerto de Arkhangelsk.
Cuando el Zar Iván el Terrible tuvo conocimiento de ello, lo llamó a Moscú y Chancellor logró abrir una nueva ruta comercial con Moscú que favorecía el intercambio entre Inglaterra y Rusia.
A su regreso a Inglaterra, la compañía se transformó entonces en la Muscovy Company of Merchant Adventurers (o Compañía de Moscú) y luego Chancellor hizo un nuevo viaje a Moscú en 1555-56 pero a su regreso perdió la vida en un naufragio.
Caboto murió probablemente en Londres entre el 29 de septiembre y el 25 de diciembre de 1557.
Los diarios de los viajes de Gaboto se extraviaron y todo lo que se conserva de su trabajo personal es un mapamundi dibujado en 1544 y publicado no se sabe dónde, cuándo ni por quién.
Una copia fue encontrada en Baviera y se halla en la Biblioteca Nacional de París pues este mapa es importante, entre otras cosas, porque clarifica lo descubierto en el primer viaje de su padre, Juan Caboto, a las costas de Norteamérica.
En 1549, Caboto encargó al grabador inglés Clement Adams una nueva edición de este mapa y gracias a ello se sabe que tuvo gran difusión en Inglaterra pero de la que no se conserva ningún ejemplar.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Sebasti%C3%A1n_Caboto