La última cena del ‘Titanic’

Un 10 de abril de 1912, el ‘Titanic’, uno de los mayores transatlánticos de pasajeros del mundo en aquel momento, zarpó de Southampton a Nueva York lleno de sueños para terminar convirtiéndose en uno de los mayores naufragios de la historia en tiempos de paz, cuando en la gélida noche del 14 al 15 de abril, el barco chocó contra un iceberg del Atlántico y terminó con la vida de 1.514 personas de las 2.224 que iban a bordo.
El ‘Titanic’ fue diseñado para ser lo último en lujo y comodidad y entre sus pasajeros se encontraban algunas de las personas más ricas e influyentes de la sociedad del momento, además de cientos de inmigrantes británicos, irlandeses y escandinavos que partían en busca de una mejor vida en América.
No hay un menú más famoso en toda la Historia de la navegación comercial que el que se sirvió para la cena del 14 de abril de 1912 en el Titanic, horas antes de su trágico fin.
En realidad, esa noche se sirvieron cuatro cenas a bordo, pero la histórica, la glosada hasta en un pequeño pero enjundioso libro (‘The Last Dinner on the Titanic’, de Rick Archibald, Madison Press Books, Toronto, 1997), fue la del comedor de primera clase, con un fastuoso menú diseñado por el cocinero más famoso e influyente de aquella época, Auguste Escoffier.

El menú de primera clase
Los pasajeros de primera, que había pagado cerca de 100.000 euros al cambio actual por el privilegio de aquel viaje inaugural, se dividieron en dos aquella noche: una fiesta privada en el restaurante ‘à la carte’, y el resto en el comedor que aparece como ‘privé’ en los documentos y menús, pero que era en realidad el gran salón: ése ha sido el más reseñado.
Pero también en segunda clase hubo un muy apreciable menú y hasta en las profundidades del puente F, donde viajaban en condiciones espartanas los emigrantes de tercera clase hacia América, se servía una merienda-cena correcta, a base de rosbif y ‘plum pudding’: la White Star se esforzaba por tratar a los viajeros más pobres mejor que otras navieras.

La carta con el menú de segunda y tercera clase
El menú de primera, absolutamente excesivo en cantidad y variedad —cada uno de los 10 servicios constaba, no de un solo plato, sino de hasta tres con sus acompañamientos— no es tan chocante si se examina plato por plato.
El tono muy francés de este menú no impide —Escoffier sabía bien lo que era trabajar para una empresa británica— la presencia de platos bien británicos, en particular el salmón ‘poché’, el eterno cordero con salsa de menta y, cómo no, el rosbif de lomo de buey. No han quedado, que sepamos, datos de los vinos que se sirvieron, sin duda todos franceses salvo algún oporto.
Dicho esto, fueron muchos los banquetes igual de fastuosos en aquella época feliz y plutocrática, antes de la Gran Guerra. Pero las últimas comidas de quienes van a morir siempre han fascinado, morbosamente, más que cualquier otro ágape, y muchos de quienes disfrutaron este menú no vieron la luz del día 15 de abril. Y, más aún, la gran mayoría de los cocineros, pinches y camareros perecieron también.
Fuente: https://www.elperiodico.com/es/extra/20160421/carta-ultima-cena-titanic-5072477