El hundimiento del Utopía

El Utopía, de la compañía Glasgow Anchor Line, había zarpado de Nápoles el 17 de marzo de 1891 con destino a Nueva York donde el pasaje estaba formado por 879 personas y tenía prevista una escala en Gibraltar para tomar carbón y desembarcar al mismo tiempo seis mil libras de carne, siete vacas y ocho cabras vivas, frutas y maquinaria.
Había mucha oscuridad sobre las siete de la tarde del martes, o sea, que llovía intensamente y soplaba un viento de galerna con rachas huracanadas del sudoeste.
Cuando el Utopía se estaba acercando a Gibraltar desde el Mediterráneo, viró bruscamente penetrando en la bahía y se encontró con la escuadra inglesa del canal que estaba fondeada fuera del puerto formada por los buques Anson, Rodney, Inmortalite, Curlew y Camperdown donde además estaban cerca el buque de guerra sueco Freya y el cablero Amber.
El Utopía seguía su curso luchando contra el temporal por la popa del Anson, fondeado entre el Ragged Staff y el pequeño muelle Sur, para intentar anclar cerca del Freya.
A bordo del Anson, el sargento Cooly vio en la oscuridad que las luces del Utopía se acercaban cada vez más y que alteraba súbitamente el rumbo y aumentaba la velocidad para pasar por la proa en vez de por la popa.
Por desgracia, el capitán del Utopía no había calculado bien la distancia que le separaba del acorazado así dotado de un espolón bajo la línea de flotación.
Por unos momentos se vio que el buque de pasajeros se mecía sobre las olas, pero el fuerte viento y la marejada lo impulsaron de costado contra el espolón del Anson, que así le abrió una larga brecha en el costado de estribor de 26 pies de largo por 15 de ancho cerca de la popa y bajo la línea de flotación.
El barco de guerra solo sufrió ligeros desperfectos, o sea, al producirse la colisión, el contramaestre del Anson ordenó a los hombres que abandonaran la cubierta y cerrasen así los compartimientos estancos, mientras el capitán mando los botes al agua, pues el Utopía comenzó a hundirse rápidamente.
Entre el rugido del viento se escucharon siete cañonazos disparados por los buques de la escuadra en señal de peligro, a los que respondió la torre de señales del peñón con otros tres disparos de alarma.
Pese al temporal, la gente se tiró a la calle dirigiéndose a las murallas desde donde se podía ver cómo se hundía el Utopía muy cerca de las murallas donde hoy está el arsenal.
Mientras los demás buques mandaban sus botes a toda velocidad en ayuda de los náufragos, resulta que la oscuridad era casi total, por lo que los barcos encendieron sus potentes reflectores enfocándolos hacia el Utopía para ayudar todo lo posible en las operaciones de salvamento.
El mar embravecido y la oscuridad impedían la correcta visibilidad, o sea, esa noche hubo muchos actos de heroísmo entre los hombres de la Royal Navy y algunos perecieron ahogados en las operaciones de salvamento.
Cuando se dio la alarma, el pánico cundió por todas partes, o sea, los pasajeros corrían como locos por las cubiertas bloqueando las escaleras que conducían a las superiores, por lo que muchos murieron sin poder alcanzarlas.
A los pocos minutos de producirse la colisión, la popa del buque estaba completamente sumergida y los aterrorizados emigrantes corrían hacia la proa, o sea, que así algunos saltaron por la borda y otros fueron arrojados al agua, pero muy pocos pudieron salvarse.
Veinte minutos más tarde, el puente había desaparecido bajo las aguas y solo los mástiles y la chimenea se veían sobre el mar, o sea, fue un trabajo muy peligroso el de salvar a estos náufragos que, ya agotados, no podían saltar a los botes.
Mientras, en las aguas flotaban numerosos cuerpos pues de las 879 personas que viajaban en el Utopía, murieron 564 (12 miembros de la tripulación, un pasajero de primera y 55l emigrantes).
Al amanecer del día siguiente, las playas desde el Peñón a La Línea aparecieron llenas de ahogados y en Gibraltar se formaron grupos militares para recogerlos y fueron situados desde el muelle nuevo hasta el Ragged Staff y desde allí hasta el muelle de los ladrillos.
El mar estuvo arrojando cadáveres a la playa todo el día que eran entonces recogidos y depositados en un cobertizo del muelle de Devil Monge y en el cementerio de Puerta de Tierra fueron enterrados ciento cincuenta y en La Línea veintiséis.
En Ceuta fueron recogidos veintitrés y en Tarifa trece pero además el domingo fueron recogidos ciento cuarenta y tres en Gibraltar, lanzados luego al mar dentro de sacos lastrados. También arrojó el mar una parte del adorno de madera tallada de la proa del Ansón, que se conserva en el museo de la colonia.
Los supervivientes fueron alojados en el Real Hospital Naval, salones de recreo de la guarnición y hogar del soldado en Gibraltar y para otros fueron instaladas tiendas de campaña en los Glacis.
Además, estos supervivientes fueron repatriados a Nápoles en el vapor Assyria, de la misma naviera que el Utopía y fueron despedidos por una comisión con el obispo católico Lystra a la cabeza, quien entregó 7.000 pesetas para su distribución entre los que partían.
Por su parte, el capitán del buque hundido quedó en libertad bajo fianza, que fue abonada entonces por la consignataria, para luego ser sometido a un Tribunal de Marina, quedando pues absuelto de todos los cargos.
En el mes de mayo se trasladó hasta Gibraltar un equipo de la compañía británica East Coast, que tras dos meses, logró sacar a flote al Utopía e las aguas poco profundas.
En su interior fueron hallados una veintena de cadáveres, que debido a su estado de descomposición, no pudieron ser identificados.
Finalmente, el 25 de agosto el buque fue remolcado por el Stormcock hasta el puerto de Glasgow, donde sería vendido, ya en 1900, con destino al desguace.
Fuente: https://noticiasgibraltar.es/noticias/fin-sueno-americano-pasajeros-utopia