Diocleciano

Cayo Aurelio Valerio Diocleciano; Salona, actual Croacia, h. 245 – Spalato, hoy Split, id., 316) nació en el seno de una humilde familia iliria y pronto emprendió una carrera militar gracias a la cual se convertió en comandante primero de la guardia imperial y más tarde en cónsul.
Tras el asesinato del emperador Numeriano, en el 284, Diocleciano mató a su presunto homicida, Arrio Aper fue proclamado emperador por el ejército de Asia Menor y desaparecido Carino, que era entonces el coemperador y el hermano de Numeriano, el Senado le reconoció la dignidad imperial un año más tarde, en el 285.
Aquel mismo año, a fin de acabar con las usurpaciones militares además de las tendencias centrífugas que amenazaban con desmembrar el imperio, el emperador Diocleciano decidió asociar al poder a un oficial que fuera de su total confianza, Maximiano, a quien cedió el control de la mitad occidental del imperio.
Primero con el título de césar y después con el de augusto Herculius (286). Se reservó para sí el gobierno de la mitad oriental y la dignidad de augusto Iovius, la cual, al vincularlo a Júpiter, la principal divinidad romana, así le confería un poder superior al de Maximiano.
La bipolarización de la autoridad imperial dio buenos resultados, pues así Maximiano reprimió el movimiento bagauda surgido en las Galias, a la vez que Diocleciano recuperaba Armenia, aprovechando en su beneficio propio las divisiones internas de los persas.
Sin embargo, los conflictos políticos y sociales en el imperio iban cada vez en aumento, razón por la que, en mayo del 293, Diocleciano nombró como césares a otros dos militares: Constancio Cloro para Occidente y a Galerio para Oriente.
Con la aparición de estos colaboradores de jerarquía inferior, la dirección del imperio quedó en manos de una tretrarquía, forma de gobierno que permitía, asegurar la unidad territorial y solucionar los problemas de cada región con celeridad y eficacia.
Así, Diocleciano, que había fijado su capital en Nicomedia, se ocupó de la parte de Oriente; Galerio, que residía en Sirmio, atendió los asuntos de las zonas situadas al sur del Danubio, desde los Alpes hasta el Mar Negro; Maximiano, que alternaba residencia entre Milán y Aquileia, tenía a su cargo África, Hispania e Italia; y, por último, Constancio Cloro vigilaba desde Tréveris a las Galias y Britania.
En ambas partes del imperio los tetrarcas obtuvieron grandes victorias militares: aplastaron la rebelión de Carausio en Britania (296), acabaron con las revueltas sociales de Egipto (297) y fijaron la frontera romana en el río Tigris, tras derrotar a los persas (298).
Paralelamente, Diocleciano llevó a cabo una serie de importantes reformas internas que perseguían centralizar el poder, sanear la economía, sanear la administración y reorganizar el ejército.
Así, por ejemplo, recortó la autoridad del Senado, por lo que transformó las 57 provincias existentes en 96 y las agrupó en 12 diócesis y además separó en cada provincia el gobierno civil del militar para impedir que se llevaran a cabo las usurpaciones imperiales y estableció nuevos impuestos, tanto de carácter territorial como personal (capitación).
En detrimento del pujante cristianismo, hizo obligatorio el culto a Júpiter como elemento cohesionador del imperio, lo cual provocó una persecución contra los cristianos entre los años 303 y 311.
En el 305, ya enfermo, renunció a sus responsabilidades políticas, abdicó en favor de Galerio y obligó a Maximiano a hacer otro tanto en beneficio pues de Constancio Cloro, padre del futuro emperador Constantino el Grande.
Dedicado a la vida contemplativa, que sólo abandonó para intentar poder solucionar sin éxito las disputas existentes entre los tetrarcas (307), murió en su retiro de Spalato en el 316.
Fuente: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/d/diocleciano.htm