La cripta encantada de los Gálvez

Una promesa incumplida parece haberse convertido en una maldición que se cierne sobre el panteón de la noble familia Gálvez, en el malagueño pueblo de Macharaviaya.
Apariciones de personajes de época ante aterrorizados testigos, psicofonías, misteriosas fotografías y un tesoro oculto son los ingredientes de una historia en la que misterio y leyenda se dan la mano.
Como si de una extraña maldición se tratara, en un rincón del mausoleo de los Gálvez encontramos una vieja placa del siglo XVIII que reza lo siguiente: «Costearon este panteón, su altar, vasos, ornamentos y utensilios los señores D. Matías, D. José, D. Miguel, D. Antonio y D. Bernardo de Gálvez para perpetuo y privativo reposo de sus huesos, los de sus mujeres, hijos, herederos y sucesores, que han de trasladarse limpios y ponerse en los nichos respectivos; y dotaron un aniversario perpetuo en el día siguiente al de la conmemoración de los difuntos, y una misa rezada en todos los viernes del año, por la ánimas de los hijos de su familia».
A cambio de que los habitantes de Macharaviaya cumplieran dicha promesa, los Gálvez donaron a la localidad una importante cantidad de dinero que apenas duró una década.
Después, la placa cayó en el más absoluto de los olvidos, al igual que los aniversarios y misas en honor de la acaudalada familia pues algunos lugareños achacan las apariciones y sucesos inexplicables que tiene lugar en el pueblo a una venganza de los espíritus de los Gálvez por la promesa incumplida.
De hecho, los fenómenos paranormales siempre ocurren en la zona donde se emplazan la iglesia de San Agustín, su cementerio y el mausoleo de los Gálvez, un rincón mítico ubicado en la plaza principal del encantador pueblo malagueño de Macharaviaya.
Un hecho repetido en infinidad de lugares históricos con fama de encantados es que los fenómenos inexplicables comienzan tras unas obras de remodelación, como si por este motivo se «despertaran» algún tipo de energías desconocidas.
Una tarde de 1994 dos obreros se encontraban adecentando en la medida de lo posible el imponente panteón y de pronto, vieron de reojo a varias personas que caminaban lentamente por la zona del altar, a escasos metros de ellos y cuando alzaron la mirada se quedaron petrificados: una serie de personajes ataviados con ropas antiguas desfilaban ante sus ojos.
Parecían seres reales, de carne y hueso, pero poco después desaparecieron atravesando uno de los monumentales muros y tras ello ambos trabajadores salieron de allí como alma que lleva el diablo, jurando no volver jamás por aquel pueblo.
Desde entonces numerosos lugareños han sido testigos de fenómenos paranormales. No se trata de simples leyendas, sino de testimonios reales, con nombres y apellidos.
En los últimos años se han llevado a cabo diversas investigaciones en Macharaviayacomo cuando un grupo de personas realizaron una sesión de ouija en el altar mayor del mausoleo y en un momento determinado, un presunto espíritu comenzó a trasmitir mensajes a través del tablero.
Aseguraba que se encontraba enterrado en uno de los nichos del mausoleo y pedía al grupo que abandonaran el lugar pero el grupo insistió en quedarse pues en ese preciso instante se apagaron todas las luces de la cripta y fue entonces cuando abandonaron el lugar.
Muchos curiosos que se acercaron al mausoleo afirman haber sentido presencias, además de escuchar ruidos de procedencia desconocida, la grabación de decenas de psicofonías de gran calidad, que muestran palabras en castellano antiguo, y la captación de fotografías con extrañas luces.
En la iglesia de San Agustín podemos descubrir una desangelada lápida «anclada» en la pared pues si nos fijamos en el nombre grabado comprobaremos que se trata de una mujer: María López Escaño de Cabrera, nacida el 20 de Octubre de 1901 y fallecida el 5 de Diciembre de 1920.
Según cuentan los habitantes del pueblo, desde hace casi un siglo, son muchos los que han podido percibir la presencia espectral de una joven vestida de novia merodeando por el interior de la iglesia.
La suelen ver llorando desconsoladamente y siempre desaparece por la zona de los escalones del altar pues cuentan, y así reza también en la lápida, que murió el día de su boda en aquellos escalones, de forma fulminante, antes de dar el «sí, quiero».
María López Escaño cayó fulminada en los escalones de la iglesia en el momento de su enlace matrimonial debido a una terrible hemorragia intestinal.
El médico del pueblo la dio por muerta, sin embargo la joven volvió a la vida poco después, y permaneció en estado vegetativo durante tres días, hasta que finalmente falleció.
Este dramático suceso motivó al poeta Salvador Rueda a escribir un poema que aparece plasmado en su lápida y una señora que habitaba desde siempre en Macharaviaya contó que la muchacha murió en su cama con el vestido de novia puesto, ya que sus padres esperaban que se repusiera y se casara.
Sin embargo, aquellas ropas se convirtieron en la mortaja con la que fue enterrada en el cementerio del pueblo. Años después, la lápida fue trasladada a la iglesia de San Agustín.
Pero existe un enigma que trae de cabeza a los historiadores: si esta noble familia amasó en vida una enorme fortuna, ¿a dónde fue a parar ese dinero cuando fallecieron de forma repentina todos sus miembros? Siempre ha existido en Macharaviaya una leyenda sobre un tesoro oculto en el interior de la iglesia parroquial.
Cuentan que los Gálvez decidieron esconder la mayor parte de su capital por si en algún momento una catástrofe, como una guerra o un terremoto, se cernía sobre el pueblo y entonces el dinero saldría a la luz para que la villa resurgiese de sus cenizas.
Curiosamente, la Iglesia de San Jacinto fue reformada pocos años antes de que fallecieran los hermanos Gálvez, a finales del siglo XVIII. ¿Fue entonces cuando se escondió el tesoro entre sus muros?
Algunos investigadores han obtenido diversas fotografías extrañas en los lugares de Macharaviaya donde vienen sucediendo los desconcertantes fenómenos.
De todas ellas destacan dos pues la primera se tomó poco antes de que una vidente fuese hipnotizada con el fin de percibir alguna información sobre las presuntas entidades del más allá a las que se atribuyen los fenómenos paranormales. La psíquica paseaba entre los nichos, mientras algunos investigadores tomaban instantáneas de la escena. En una de ellas se observa una enigmática figura alargada que parece «emanar» de uno de los nichos y tocar la espalda de la mujer.
En la segunda fotografía, tomada en el panteón de los Gálvez y captada a escasa velocidad de obturación por la falta de luz, se puede distinguir «algo» que cruza ante la cámara, dejando a su paso una estela blanca.
Fuente: https://rutasmisteriosas.es/la-cripta-de-los-galvez/