El enigmático Fuego Griego: el arma que ardía con el agua

Creado en el siglo XVI y basado en una misteriosa sustancia incendiaria utilizada por el Imperio bizantino, el Fuego Griego fue un arma incendiaria utilizada por el Imperio bizantino en numerosas batallas navales entre los siglos VII y XIII, especialmente tras las primeras cruzadas.
Era temido en el mundo antiguo porque se pegaba a la piel o la ropa, ardía más tiempo y a más temperatura, resultaba altamente tóxico para quienes la respiraban y ardía incluso en contacto con el agua, o sea, la misteriosa solución de fuego líquido era capaz de engullir en llamas a un barco y su tripulación en cuestión de pocos minutos.
La mezcla del enigmático Fuego Griego fue creada por un refugiado cristiano sirio llamado Calínico, originario de la ciudad de Heliópolis, quien “inventó el arte de proyectar fuego líquido” durante el mandato de Constantino IV (668-685).
Las crónicas de la época cuentan que “por entonces había huido a territorio romano un arquitecto de Heliópolis de Siria llamado Calínico, inventor del fuego marino, gracias al cual los navíos árabes se incendiaron y todas sus tripulaciones se quemaron. Así los romanos volvieron vencedores y descubrieron el fuego marino».
La composición del Fuego Griego es, hasta el día de hoy, un gran misterio pues escritores de la antigüedad hablaban de bencina o nafta de petróleo (un aceite crudo ligero altamente inflamable), amoniaco, azufre, cal viva, carbón, salitre, trementina, y resina de pino, sustancia pegajosa que supuestamente hacía que el fuego se pegara a la piel o la ropa.
Según algunos investigadores, es posible que Calínico utilizara los estudios –hoy perdidos– de Esteban de Alejandría, uno de los mayores alquimistas, ópticos y astrónomos de la antigüedad, que se trasladó en 616 a Constantinopla.
La marina bizantina de la Alta Edad Media era por esa época la dueña del Mediterráneo oriental y en la posesión del Fuego Griego radicó una de las claves de su superioridad, de manera que esta arma se consideraba extremadamente secreta (los técnicos que lo fabricaban no tenían contacto alguno con el mundo exterior).
Diversos documentos históricos hablan de “truenos” y “mucho humo” durante los ataques con Fuego Griego, aunque lo que de forma clara distinguió a los bizantinos en el uso de esta revolucionaria mezcla incendiaria fue la utilización de sifones presurizados para lanzar el líquido ardiente al enemigo.
El Fuego Griego, de ese modo, era lanzado con bombas de aire manuales, dando el efecto de un lanzallamas moderno que era pues doblemente eficaz al continuar ardiendo incluso después de haber caído al agua.
En las batallas navales era por ello un arma de gran eficacia, causando grandes destrozos materiales y personales, sembrando pues el pánico entre el enemigo.
Al miedo a morir ardiendo se unía, además, el temor supersticioso que esta arma infundía a muchos soldados, ya que muchos pues creían que una llama que se volvía aún más intensa en el agua sólo podía ser producto de la brujería.
El temible y devastador Fuego Griego, al parecer, sólo podía ser apagado con orina, ya que al contener urea y una gran cantidad de sales inorgánicas, ésta podría actuar como inhibidor de algún componente necesario para la combustión.

El uso del Fuego Griego por los bizantinos
También podía ser apagado con arena y esteras de esparto (para sofocarlo por asfixia) y posiblemente con vinagre, sustancia que la ‘desactivaba’ la cal viva, al impedir que alcanzara los 150 ºC en contacto con el agua.
La importancia del Fuego Griego en la historia de occidente es que, como representaba una clara ventaja tecnológica, fue además la responsable de importantes victorias militares bizantinas, especialmente en la salvación de Bizancio en dos asedios musulmanes, con lo que aseguró la continuidad del Imperio, constituyendo así un freno a las intenciones expansionistas del Islam y evitando la posible conquista de la Europa Occidental desde el Este.
Algunos historiadores afirman que el Fuego Griego fue una sorpresa táctica decisiva en los dos grandes asedios árabes de la ciudad de Constantinopla de 674-678 y 717-718, y en un encuentro con una flota rusa en el siglo X.
Los mismos historiadores creen que de haber triunfado los árabes, la Europa tribal del siglo VII no habría podido resistir y sería el Islam la civilización hegemónica en nuestros días.
El Fuego Griego se continuó utilizando hasta 1204, cuando probablemente su fórmula se perdió para siempre durante los saqueos y destrucción que sufrió Constantinopla en la cuarta cruzada.
El enigmático Fuego Griego, en estricto rigor, fue una formidable arma química, cuya fórmula de elaboración que aún hoy en día es imposible de desentrañar.
Un arma que le dio a Bizancio una clara ventaja tecnológica contra enemigos con recursos y hombres muy superiores y que salvó en al menos dos ocasiones al último imperio romano de su destrucción.
Fuente: https://www.guioteca.com/mitos-y-enigmas/el-enigmatico-fuego-griego-el-arma-que-ardia-con-el-agua-y-que-inspiro-a-juegos-de-tronos/