El crimen de los Albendera

Se trata de uno de los sucesos más espeluznantes de la crónica negra de España y, concretamente, de la tinerfeña, o sea, se trata de la matanza de la familia Alexander.
Un triple parricidio en el que el brazo ejecutor fue Frank, un joven de 16 años y único hijo varón del matrimonio formado por Harald y Dagmar Alexander. Antes había nacido la hermana mayor, Marina, y tras Frank nacieron las gemelas Petra y Sabine.
Los Alexander, que llevaban poco más de 10 meses residiendo en Tenerife, eran originarios de la ciudad alemana de Dresde aunque se trasladaron a Hamburgo.
Harald conoció entonces al hombre que marcaría para siempre los destinos de la familia: George Riehle, un fanático religioso que seguía las enseñanzas de Jacob Lorber (1800-1864), fundador de una sociedad espiritual donde los que no eran miembros del grupo eran portadores de la semilla del mal.
Cuando Riehle estaba a punto de morir entregó a Harald Alexander su manto como líder y un órgano con el que amenizaba los encuentros de miembros de la congregación.
Cuando nació Frank, Harald le dijo a su esposa que el niño era ahora el profeta de Dios y había que obedecerle en todo y toda la familia asumió el rol de obedientes servidores de Frank.

Periódico «El Caso» haciéndose eco de los asesinatos
Llegada la pubertad, Frank quiso mantener relaciones sexuales con chicas pero como su credo le impedía relacionarse con gente externa a la Sociedad Lorber, su padre le ofreció acostarse con Dagmar, su esposa y la madre de Frank, así como con sus hermanas, de 18 -la mayor- y 15 años -las gemelas-.
El 16 de diciembre de 1970 por la tarde, Frank sintió una punzada, o sea, creyó ver que su madre le miraba de una forma distinta, un tanto extraña y desafiante por lo que decidió coger una percha de madera del armario y golpearla brutalmente en la cabeza hasta que quedó inconsciente.
Pese a la brutalidad del asesinato, Harald miró con benevolencia a su hijo y se limitó a tocar el acordeón y a recitar unos salmos. Después, ambos iniciaron el macabro acto de mutilar las “partes ofensivas” de Dagmar, sus órganos sexuales y para ello cogieron una tijera de podar y unas cuchillas de afeitar.
Le seccionaron los pezones y los clavaron en la pared, para después abrirle en canal y arrancar su corazón que quedaría suspendido de una cuerda también en la pared.

Petra y Marina Alexander
Las hermanas Petra y Marina correrían la misma suerte que su madre al ser mutiladas y desvisceradas o sea, no opusieron ningún tipo de resistencia ante sus agresores.
Ante toda esta masacre, otra de sus hijas llamada Sabine consiguió salvarse gracias a que en ese momento no se encontraba en la casa familiar sino que aún estaba trabajando.
Tras la carnicería, padre e hijo se lavaron, se cambiaron de ropa y huyeron hacia Hamburgo pero no lograron salir de la isla porque habían destrozado cuanto encontraron a su paso, entre ello, sus pasaportes, cartas y una serie de documentos lo que supuso su perdición.
Dos años después de que Harald y Frank Alexander acabaran con su familia, y tras un juicio que captó la atención mediática, el tribunal absuelve a los procesados de los delitos de parricidio y asesinato de los que fueron acusados, al tratarse de «autores no responsables, por concurrir en los mismos la eximente de enajenación mental».

Sesión del juicio a Frank Alexander y Harald Alexander
Tras ello, fueron internados «en uno de los establecimientos destinados a los enfermos de aquella clase y que solo podrán salir con la autorización de este tribunal», reza la sentencia hecha pública el 26 de marzo de 1972
Este dato resulta clave, puesto que veinte años después padre e hijo logran escapar de la residencia mental en circunstancias extrañas que no llegaron a trascender.
La Interpol incluso interpuso una orden de búsqueda y captura en 1995 sin conseguir lograr dar con ellos y desde entonces, nada ni nadie sabe acerca de su paradero.
Algunas fuentes apuntan a que tanto el patriarca como el vástago volvieron a Alemania donde la Sociedad Lorber seguía teniendo actividad y tampoco se volvió a saber nada de Sabine tras la matanza.
En caso de que aún hoy en día los autores de la matanza de la familia de los Alexander sigan con vida el patriarca Harald tendrá unos 91 años y Frank rondará los 66 años.
Fuente: https://www.forocoches.com/foro/showthread.php?t=7992533