El mayor robo del siglo XX: el robo de diamantes de Amberes

Esta historia comienza con la llegada de Agym De Bruycker y Patrick Peys al edificio del Diamond Center, donde una de las bóvedas fuertes más seguras del mundo había sido desvalijada.
Estos dos hombres eran entonces los líderes de la Diamond Squad, la única policía especializada en diamantes del mundo y su campo de operaciones es el Diamond District, una zona de tres manzanas por donde pasa cerca del 80% de los diamantes del mundo, vigilada por 63 cámaras y policía 24 horas.
En el Diamond Center, más de 100 de las 189 cajas de seguridad que contenía la bóveda habían sido desvalijadas e incluso algunas joyas de aspecto valioso desperdigadas por el suelo ya que, los ladrones, no habían podido llevarse todo su botín.
Cuando comenzaron a analizar el asalto, vieron que la alarma estaba perfectamente operativa y funcionando aunque la puerta estuviera perfectamente abierta. ¿Cómo lo habían logrado? ¿Qué tipo de criminales eran los culpables de llevar a cabo la hazaña?
Un año y medio antes Notarbartolo está sentado en un café de la calle principal del Diamond District pues durante el día, viaja de oficina en oficina, comprando pequeñas piedras, haciéndose pasar por un joyero y luego, una noche, él y su equipo entran y roban el local.
Como buen ladrón, él luego lleva el producto de sus robos a algunos joyeros que no les importa el origen de todas las piedras preciosas. Ese día, en esa cafetería, se le acercó uno de esos contactos y se sentó con él y entonces le dijo pues “Quiero contratarte para un robo. Para un gran robo”.
La primera parte del trato era sencilla. Por 100.000 euros, debía contestar una simple pregunta: ¿Era posible robar la bóveda del Diamond Center, el lugar más seguro de una de las zonas más seguras del mundo? Él estaba seguro que no, pero por 100.000 euros, por qué no tratar de contestar la pregunta. Otras versiones es que fue su primo, un jefe de la mafia siciliana, quien le encargó el trabajo.
Con una cámara de alta calidad escondida en un bolígrafo, tomando fotografías de todo el trayecto, llegó así hasta el Diamond Center y jugando su papel habitual, de pequeño comerciante de joyas, entró en él para apuntar entonces sus diferentes capas de seguridad.
En total, había 10 sistemas diferentes. La puerta de la bóveda tenía un dial de combinación, un cerradura normal, un sensor sísmico, un sensor magnético, una rejilla de barras de acero y una cámara externa de seguridad. Ya dentro de la bóveda, un teclado para desarmar los sensores, un sensor de luz, un sensor de calor y movimiento además así de una cámara interna.
Notarbartolo le dijo a su empleador que resultaría prácticamente imposible y además le entregó las fotos que había así sacado con su bolígrafo.

Imagen de la cámara acorazada tras el robo
Medio año después, el joyero le citó en un almacén a las afueras de Amberes pues había construído una copia exacta de la bóveda, y le esperaban otros tres italianos, identificados como el Genio, un especialista en alarmas; el Monstruo, un enorme experto en abrir cerraduras, electricista, mecánico y conductor; y el Rey de las Llaves, un hombre viejo que era capaz de replicar las increíblemente complicadas llaves de la bóveda.
El 14 de febrero de 2003, Notarbartolo entró en la bóveda haciéndose pasar por comerciante de joyas y, cuando nadie le vio, aprovechó para rociar con un espray de laca el sensor de calor y movimiento.
Esto lo que haría que, durante unos minutos, la alarma no saltase en caso de que alguien entrase en la bóveda y el 16, dos días después, coincidiendo con la final del Diamond Games, un torneo de tenis organizado por los comerciantes de diamantes de Amberes, darían el golpe.
Con el Diamond District vacío, Notarbartolo condujo su Peugeot 307 alquilado hasta un edificio aledaño al Diamond Center y entonces del coche salieron el Monstruo, el Genio, el Rey de las LLaves y Speedy, su amigo de infancia.
El Rey de las Llaves abrió la cerradura y el Genio subió hasta la azotea pues de allí pasó al edificio del Diamond Center, donde, usando un escudo de polyester, inutilizó una alarma de calor, logró entrar y los demás ladrones le siguieron, así cubriendo las cámaras de seguridad con plástico negro.

Leonardo Notarbartolo
Llegaron a la bóveda y el Genio comenzó, una a una, a desarmar las medidas de seguridad de la puerta, sin disparar una sola de las alarmas pues cuando llegó el momento de abrir la puerta con la llave de seguridad, el Rey de las Llaves no tuvo que hacer nada: el guardia de seguridad había dejado colgada la original en la pared.
Apagaron las luces y, en total oscuridad, abrieron la puerta pues así el Monstruo entró y, tal y como habían practicado en su réplica de la bóveda, andó 11 pasos hasta el centro de la bóveda, alzó las manos y desactivó el panel que era el encargado de activar los sensores.
Igualmente, luego usó otro escudo para inutilizar el sensor de calor, que temporalmente habían cegado con la laca, y cinta aislante para el sensor de luz, o sea, ya con todo listo, se pusieron a trabajar.
Para las 5.30 de la madrugada, habían abierto más de cien cajas de seguridad, o sea, era su momento límite, ya que así después el Diamond District empezaría a llenarse de gente.
Tras una hora cargando el coche con las bolsas llenas de barras de oro, joyas, millones y millones de dólares en varios tipos diferentes monedas, se fueron al apartamento que Notarbartolo tenía alquilado en la zona.
Ya en un lugar seguro, comenzaron a analizar el botín y fue entonces cuando, según la versión de Notarbartolo, es que se dieron cuenta de que el montón que debía haber era de 100 millones de dólares, pero solo había sobre 20, o sea, es que gran parte de las estuches estaban vacíos.
Según este ladrón y mentiroso, había sido un golpe interno de algunos de los joyeros y mercaderes de diamantes, que habían sacado sus gemas antes de robo, y que ahora podrían reclamar al seguro y quedarse las joyas.
Esta versión es desestimada por las autoridades y aunque se sentía estafado, Notarbartolo solo podía seguir así con el plan establecido, o sea, volver a Turín por carretera y deshacerse la bolsa con pruebas a medio camino, en Francia.
Fue en ese camino cuando Speedy tuvo su ataque de pánico, se deshizo mal de las de pruebas y Notarbartolo acabó sentenciado a 10 años de prisión.
En 2003 Leonardo Notarbartolo fue detenido por culpa de uno de sus mejores amigos, después de que este, nervioso, no fuera capaz de deshacerse de las pruebas que le vinculaban con el mayor robo de joyas del nuevo milenio.
Notarbartolo fue acusado de liderar una banda de ladrones que se llevó 100 millones de dólares en mercancía de una bóveda de seguridad situada en un sótano del edificio Diamond Center en Amberes, protegido por diez medidas de seguridad diferentes.
Su plan salió perfecto, o sea, sin alarmas, sin policía, sin problemas pero no contó con que uno de sus amigos de toda la infancia lo delatara.
Fuente: https://www.revistagq.com/noticias/articulo/mayor-robo-del-siglo-xx-100-millones-de-euros-diamond-center-amberes