El mejor falsificador literario: Mark Hoffman

Este escritor estadounidense no solo se limitaba a falsificar el estilo de varios de los más grandes escritores e incluso hacía pasar por manuscritos famosos obras suyas.
Era un manipulador y un maestro del engaño hasta el punto de que gracias a sus conocimiento hizo tambalear los cimientos de la todopoderosa Iglesia Mormona.
Mark Hofmann nació en Salt Lake City, Utah, en 1954, o sea, era uno de los estados más religiosos de todo Estados Unidos y desde pequeño fue criado en el seno de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Siempre fue un mal estudiante, pero en cambio, era un notable conocedor y practicante de la electrónica, la magia o la química pues incluso llegó a detonar varias bombas que él mismo había fabricado a las afueras de su ciudad.
A pesar de tener solo 14 años, Hoffman ya comenzó en el mundo de la falsificación pues como gran coleccionista de monedas logró falsificar una moneda de un centavo por otro muy raro.
Tan buena era la copia hasta el punto de que un coleccionista de monedas de mucho prestigio la catalogó afirmando que se trataba de una moneda 100% verdadera.
Mark Hoffman fue enviado a Inglaterra durante dos años como misionero de su iglesia recibiendo el premio Eagle Scout por buena educación y a su vuelta se matriculó en la Universidad Estatal de Utah donde conoció a su mujer con la que tuvo cuatro hijos.
Como buen aficionado a la química, desarrolló un método para lograr el envejecimiento de la tinta que una vez aplicado sobre el papel, hacía parecer que tenía decenas de años.
Además consiguió imitar a la perfección la letra de 129 figuras literarias americanas, por lo que su fuente de ingresos estaba más que garantizada de por vida.
Tan exactas eran sus copias que se inventó un poema que atribuyó a Emily Dickinson siendo subastado en 1997 por la prestigiosa casa Sotheby´s y el comprador, un vecino de Amherst (Massachusetts) pagó 20.000$ por lo que él creía un poema perdido de la prestigiosa escritora.

Miembros de la Iglesia Mormona ante la transcripción de Anthon
Tras años de litigios, el comprador demostró que el poema era falso y pudo recuperar el dinero, pero el mayor experto del mundo en la escritura de Dickinson tenía serías dudas de que fuera falso, ya que Hoffman clavó al detalle el estilo de escritura de la poetisa, su forma de divagar, su mundo interior.
Sabía falsificar a la perfección a personajes históricos como George Washington, John Adams, John Quincy Adams, Daniel Boone, John Brown, Andrew Jackson, Mark Twain, Nathan Hale, John Hancock, Francis Scott Key o Abraham Lincoln entre otros.
Mark Hoffman se especializó en literatura religiosa y comenzó a comerciar y tender lazos con la iglesia mormona, ofreciéndole una serie de libros que a punto estuvo de dinamitarla cuyo objetivo no era otro que avergonzar a la iglesia que él había repudiado desde muy pequeño.
En 1980 Mark Hoffman revolucionó por completo la Iglesia Mormona ya que había «encontrado» una Biblia del Rey Jacobo, fechada en el siglo XVII y en su interior, se encontró un papel doblado que parecía una transcripción egipcia a manos de la cuál se había traducido el Libro de Mormón.
Hoffman creó una versión tan al milímetro a la descripción del documento de Anthon, un historiador y profesor de clásicos de Columbia, que hasta el mismísimo editor y experto de documentos manuscritos y antiguos del Departamento Histórico de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no tuviera dudas de la legitimidad del hallazgo.
Mark Hoffman se lo vendió a la Iglesia a cambio de objetos históricos y al ver el negocio y a la vez el daño que podía hacer a la iglesia comenzó a fabricar otros documentos históricos, lo que le hizo crearse un nombre dentro de la iglesia.
Nadie dudó jamás de su autenticidad a pesar de que fueron analizados al milímetros, ni siquiera el presidente de facto en aquellos años o todos los historiadores a los que se les remitían los documentos.
En 1981 Hoffman presenta en la sede de la iglesia una carta falsificada que podría cambiarlo todo para siempre, o sea, proporcionaba pruebas de cómo el fundador de la iglesia mormona habría designado a su hijo como sucesor al frente de la iglesia y no a Bringham Young.
De ser real, la iglesia quedaría en entredicho y querría esconder la carta para siempre, por ello la cantidad de dinero pedida por Hoffman no sólo fue desorbitada sino que su oferta rechazada.
Hoffman entonces lanzó su plan B, ofrecerle el documento a la Comunidad de Cristo, «rivales» de su Iglesia y cuando se enteraron comenzó una lucha encarnizada por ella y Hoffman haciendo el papel de un mormón fiel, se la adjudicó a su Iglesia, a cambio de un lote de objetos por valor de 25000$.
Mark Hoffman siguió esta dinámica en otra serie de documentos relativos a su congregación ya que los enseñaba, los vendía por mucho dinero sabedor de que iban a quererlos para esconderlos y posteriormente los publicaba y luego desprestigiarle.
En 1984 La Carta Salamandra escrita por él, fue analizada y declarada falsificada (falta de indicios de que fuera real), o sea, fue entonces cuando empezaron a plantearse la veracidad de todos los documentos que habían adquirido en el pasado.
Mark Hoffman había ganado muchísimo dinero gracias a sus falsificaciones pero a pesar de ello estaba sumido en deudas estratosféricas por el nivel de vida que llevaba.
Se tiró el órdago de vender la colección McLellin, con el mismo modus operandi anterior: documentos comprometedores que dinamitarían la iglesia.
Pero esta vez las prisas por conseguir dinero le llevaron a cometer errores ya que no le dio tiempo a generar los documentos necesarios y comenzó a ser perseguido por aquellos a los que les había prometido el documento y por su adeudados.
En 1985 fabricó una bomba dirigida al coleccionista de documentos Steven Christensen, acabando con su vida y horas más tarde otra bomba mató a la esposa de un empleado de Christensen.

Mark Hoffman durante el juicio
Mark Hoffman estaba preparando otra bomba para alguien relacionado con la persona que había sacado a la luz su falsificación, pero ésta le explotó en el coche mientras la manipulaba y la policía inmediatamente se centró en él.
Cuando la policía obtuvo una orden judicial para investigar su casa no sólo descubrieron las cosas necesarias para la fabricación de bombas, sino todo el material para su negocio de falsificaciones: instrumental, borradores, tiradas de prueba, documentos con varias repeticiones de firmas, muestras de material…
Mark Hoffman fue arrestado y acusado de 26 cargos entre ellos el asesinato en primer grado, fabricación de bombas, robo, engaño o fraude y tras un año de juicio, Hoffman es condenado a cadena perpetua para evitar la pena de muerte.
Actualmente cumple condena en el Centro Correccional Central de Utah (Gunnison).
Fuente: https://citv.es/fichados/mark-hoffman/