El crimen de Miranda de Arga (1955).

En Octubre de 1955, José Celaya y Trinidad Pardo comunicaban a sus hijos, labradores de profesión que dejaban las tierras a uno de los hermanos, de 28 años de edad, Domingo.
Los otros tres hermanos reaccionaron hostilmente contra la decisión paterna y uno de ellos, en una carta conminó a los otros dos a hacer algo para cambiar dicha decisión: «A ver si hacemos algo entre todos, que yo creo que haremos si no es a las buenas a las otras» decía el texto de la misiva.
La tarde del día anterior al asesinato, el 6 de noviembre, los hermanos homicidas, Cirilo y José María se encontraban en un bar del pueblo «jugando y merendando con otros amigos» mientras el tercer hermano estaba haciendo la mili en Pamplona.
En el bar se hallaba también el hermano heredero, Domingo quien a la una y cuarto de la madrugada abandonaba el bar hacia casa de sus padres, donde dormía.
Cuarenta minutos después, los dos hermanos homicidas recorrieron el mismo camino que Domingo y fueron a la casa familiar entrando por la cuadra y cogieron «una barra de hierro y un palo o mango de azada».
Posteriormente, entraron en la habitación de su hermano y tras encender la luz, uno de ellos asestó sobre él «un contundente golpe con la barra de hierro en la cabeza o en el cuello».
Los padres, al oír los ruidos, se presentaron en la habitación y se produjo un altercado, circunstancia que aprovechó el herido para huir a la calle pero fue perseguido por sus hermanos.
Al no poder refugiarse en ninguna de las casas del barrio, lanzó una piedra a sus hermanos, alcanzando a uno de ellos pero Domingo consiguió regresar a casa y se encerró con sus padres en la habitación.
Acto seguido, los condenados volvieron, forzaron la puerta y «acometieron» a golpes, primero con su padre, luego con su madre y finalmente con su hermano.
Tras cometer los crímenes, Cirilo y José María se entregaron a la Guardia Civil, aunque sin dar ninguna muestra de arrepentimiento pues enmascararon los hechos diciendo que se había tratado de una riña familiar y también fue detenido el hermano que cumplía la mili en Pamplona.
El juicio se celebró el 26 de mayo de 1956 en la vieja Audiencia Provincial en un clima de gran expectación al que acudieron unas 2.000 personas, según señala el abogado Joaquín Olcoz que fue abogado defensor de los tres hermanos encausados.
El día 1 de junio de 1956, Cirilo y José María fueron sentenciados a tres penas de muerte por dos delitos de parricidio y otro de asesinato, mientras el tercer hermano, el que cumplía el servicio militar era absuelto por los los luctuosos hechos.
De nada sirvió el recurso al Supremo que confirmaba la sentencia en julio de 1957 pues inicialmente la ejecución se iba a llevar a cabo el día 9 de julio pero la celebración de las fiestas de San Fermín hizo que se retrasase hasta el día 23 de julio.
Según otras versiones, el verdugo fue quien logró el aplazamiento. y de nada sirvieron tampoco las súplicas de la defensa al jefe del estado para que conmutará las penas de muerte por cadena perpetua, o sea, esperaban un improbable telegrama desde el Pardo que nunca llegaría.
Las últimas horas las pasaron los condenados con su abogado defensor, y pasadas las siete de la tarde se les había leído la sentencia que fue recibida con gritos e insultos por los reos.
Luego vino el cura y los dos se confesaron al tiempo que se abogado les dijo que serían ejecutado por el verdugo ya que era una muerte rápida, o sea, a las 6.30 de la mañana del 23 de julio de 1957, los dos hermanos, Cirilo Javier y José María Celaya Pardo de 36 y 23 años respectivamente morían ejecutados a garrote vil en el patio de la Prisión Provincial en Pamplona.
Fuente: http://memoriasdelviejopamplona.com/tag/el-crimen-de-miranda-de-arga-1955