El puente de los duendes de grandes colmillos

Hace tiempo ya, que en Tehuacán aconteció uno de los hechos más extraños en la historia del poblado donde Don Hilario acostumbraba a ir de parranda todos los fines de semana a olvidarse del trabajo rutinario.
Don Hilario siempre regresaba a altas horas de la noche y en su camino, el puente lo esperaba para cruzar hasta la calle donde se encontraba su casa donde generalmente sus amigos lo acompañaban.
Sin embargo, una noche de noviembre se produjo una trifulca callejera donde todos los amigos se dispersaron rápidamente, dejando a Don Hilario a su suerte.
A pesar de ello, Hilario caminó como pudo siguiendo el sendero de árboles y pensando que ya pronto estaría en casa se dispuso a cruzar el puente, cuando frente a él pudo observar una gallina grande y regordeta.
Decidido, se puso a correr detrás de la gallina que se escondió debajo del puente y él la siguió bajando despacio y con cuidado, sin hacer mucho ruido.
El rostro de Hilario palideció al contemplar cómo algunos seres diminutos, de grandes colmillos, devoraban viva a la gallina y la despedazaban para compartir su carne.
Presa del pánico, Don Hilario intentó correr a toda prisa pero aquellas pequeñas figuras salieron de entre las sombras, persiguiéndolo y logrando con uñas y dientes, detenerlo momentáneamente.
Con las fuerzas que le quedaban, rezó pidiendo librarse de aquel suplicio que le ocasionaban las mordidas y rasguños por los cuales ya comenzaba a brotar la sangre.
Finalmente, logró liberarse de aquellos diminutos seres que no dejaban de lamer su sangre y una vez que consiguió llegar a su casa se encerró y cayó desmayado.
Al día siguiente, Don Hilario despertó con la sensación de que todo aquello que tuvo el día anterior había sido una horrible pesadilla y que ahora estaba a salvo.
Sin embargo, al intentarse poner de pie, se dio cuenta que en sus piernas y brazos había un dolor terrible, había restos de sangre y pudo distinguir las marcas de dientes en su piel.
Al darse cuenta de ello, Don Hilario jamás volvió a beber y dejó el pueblo, deseando jamás repetir esa escalofriante experiencia.
Desde aquel entonces y hasta ahora, muchos que han cruzado el puente por la noche, aseguran haber escuchado y visto estas extrañas criaturas que dejan huellas de sangre en el camino.
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