Belzoni, el pionero de la egiptología que desenterró los temlos de Abu Simbel y abrió una entrada a la pirámide de Kedrén

Nació en la ciudad italiana de Padua en 1778 y en 1803 viajó a Inglaterra, donde se casó con una inglesa, Sarah Bane o Banne donde para subsistir, realiza exhibiciones de fuerza y agilidad como forzudo, actuando en las calles de Londres, pequeñas ferias y circos –medía unos dos metros de altura y era de fuerte complexión.
En 1812 abandonó Inglaterra para hacer una gira europea donde visitó España, Holanda, Portugal y Malta, dando funciones pero también intentando vender un diseño de noria hidráulica que había concebido.
Eso precisamente fue lo que le permitió contactar con un diplomático egipcio, Ismael Gibraltar, interesado en ello porque el pachá de Egipto, Muhammad Alí, estaba aplicando una política de modernización y quería ampliar las zonas de cultivo.
Así fue cómo Belzoni visitó el país de los faraones por primera vez y, si bien la experiencia no fue todo lo satisfactoria que esperaba -finalmente el pachá desestimó el invento-, el italiano decidió quedarse.
A través del historiador suizo Jacob Burckhardt, que estaba de visita en Egipto y con el que entabló amistad, accedió al despacho de Henry Salt, cónsul británico, que le asignó una misión: ir a Tebas para llevarse el enorme busto de Ramsés II que decoraba el templo de éste, el Ramesseum, y trasladarlo al British Museum, tal como autorizaba una firma del pachá.
La estatua pesaba siete toneladas y Belzoni logró levantarla mediante palancas y usando luego rodillos, a la manera que se hacía en el Antiguo Egipto donde empleó diecisiete días y ciento treinta hombres hasta llegar al río, donde embarcaron la pieza.
En 1817 Belzoni regresó de nuevo pero esta vez acompañado de su mujer, quien aprovechó para dejar testimonio escrito de la vida de las mujeres egipcias y superó, ayudada por ellas, una afección ocular.
A la segunda y a base de esfuerzo y paciencia, Belzoni logró retirar arena suficiente para descubrir parcialmente la entrada y meterse dentro en busca de piezas para los coleccionistas pero no encontró apenas nada y por eso los templos, tanto el de Ramsés II como el de Nefertari, volvieron a caer en el olvido durante un tiempo.
Ese mismo año, Belzoni estuvo excavando en el Valle de los Reyes, donde descubrió, entre otras, las tumbas de los faraones Ay y Ramsés I, y extrajo todos los objetos para venderlos.

Los templos de Abu Simbel en 1820 tras la intervención de Belzon
Era una mezcla de aventurero y coleccionista, más que científico, pero gracias a su labor la egiptología empezaba a tomar forma y porque también encontró el sepulcro de Seti I (que fue bautizado como Tumba de Belzoni debido a que, al no haber traducido aún Champollion la escritura jeroglífica, no se sabía a quién pertenecía), estudió los templos de Filé, Edfú y Elefantina, realizó excavaciones en Karnak..
En 1818, tras un viaje a Tierra Santa acompañado de Sara, dedicó su atención a las pirámides de Giza, convencido de que, al contrario de lo que opinaban sus compañeros, hallaría cosas de interés en su interior y, así, pasó a ser el primero en entrar en la de Kefrén (en la que dejó una inscripción que decía Scoperta da G. Belzoni 2 mar. 1818).
También fue pionero en visitar El-Wahat el-Bahariya, un oasis en pleno desierto por el que habría pasado Alejandro Magno camino de Siwa (de hecho, levantó un templo allí), y en investigar las ruinas de Berenice Troglodytica, un puerto del Mar Rojo construido por Ptolomeo II. P
ara entonces él y su mujer llevaban seis años en Egipto y veinte fuera de Inglaterra, por lo que decidieron volver en el otoño de 1819 llevändose consigo el sarcófago de Seti I.
Una vez en Londres y ya entrado el año 1820, Belzoni publicó un libro contando su experiencia egipcia y titulado: Narrative of the operations and recent discoveries within the pyramids, temples, tombs and excavations in Egypt and Nubia (Narración de las operaciones y recientes descubrimientos dentro de las pirámides, templos, tumbas y excavaciones de Egipto y Nubia).

La fachada del Aegyptian Hall en 1815
Esa obra incluía una aportación de Sara, Mrs. Belzoni’s trifling account of the women of Egypt, Nubia, and Syria (El pequeño relato de la señora Belzoni sobre las mujeres de Egipto, Nubia y Siria), integrada en el conjunto.
El libro fue un éxito de ventas y se tradujo a varios idiomas, sirviendo de presentación para una exposición pública del mencionado sarcófago y otras piezas en el Egyptian Hall.
En 1823 de nuevo regresó a Egipto pero esta vez el destino era la zona subsahariana porque querían visitar Tombuctú, ciudad que ningún europeo había podido pisar hasta entonces (el primero sería Alexander Gordon Laing en 1826).
El sultán de Marruecos les denegó el permiso para atravesar su territorio, así que se vieron obligados a dar un considerable rodeo por la costa del Golfo de Guinea con la idea de remontar el río Níger y su aventura terminó en la aldea de Gwato (Reino de Benin)
Belzoni fue apresado y enfermo de disentería mientras que Sara pudo escapar y regresar a Inglaterra pero se había quedado sola y sin medios pues una exposición que organizó con los dibujos que había hecho su marido en Tebas fracasó.
Por ello, se vio obligada a malvender la colección arqueológica que ella y Giovanni habían reunido al tiempo que sus amigos tuvieron que hacer una campaña para que se le concediera una pensión en 1851 y falleció en 1870.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Giovanni_Battista_Belzoni