San Columba y la cristianización de Escocia

En Escocia las leyendas celtas y el cristianismo se unen en la figura de un personaje a caballo entre la realidad y la ficción, San Columba, o sea, es una de las primeras figuras históricas de Irlanda y Escocia.
Columba nació el 5 de diciembre de 521 en Fedilmidh (Irlanda), fue nieto de uno de los héroes políticos de esta isla, Niall Noígiallch y su madre descendía también de una familia poderosa, vinculada al rey de Leinster Cathoair Mór.
Fue educado en un monasterio donde permaneció hasta que fue ordenado sacerdote pues se decía de él, cuando aún era joven, que su inteligencia, curiosidad y astucia eran superiores a las de sus compañeros.
Solía permanecer en la biblioteca estudiando los textos sagrados lo que le valió el apodo de “paloma de Iglesia” por esta afición a las Escrituras y también se le conoció como el “zorro” debido a su inteligencia y astucia.
Al crecer Columba se relacionó con varios personajes importantes dentro del ámbito religioso pues entre ellos cabe destacar a un sacerdote llamado Cruithnecin, Finnian de Moville y Finnian de Clonard. También estudio con un bardo cristiano, cuyo nombre fue Cemmán.
Cuando iba a ser ordenado obispo por orden de Finnian de Clonard, se produjo un error y fue entonces consagrado como un mero sacerdote, o sea, Columba y los demás consideraron que el error obedecía a la intención divina y juró que nunca ostentaría un cargo mayor que éste.
A partir de este momento se dedicó toda su vida a fundar monasterios en Irlanda y Escocia pues se dice que su viaje a Escocia fue un tipo de penitencia por la batalla de Cúl Dreinme.
Cuentan las leyendas que esta contienda se debió a una ofensa de Díarmait Mac Cerbaill, el mayor rey de Tara, a Columba, o sea, que Díarmat ordenó la ejecución de un joven seguidor del monje.
Ante esto Columba reunió a toda su tribu y cargó contra Díarmat, que era a pesar de todo familiar suyo y en la batalla murieron 3000 hombres del rey. Por ello se dice que Molaise de Devenís, amigo de Columba, le impuso como penitencia convertir al cristianismo tantas almas como habían perecido en la contienda.
Los historiadores consideran que esta batalla se debió en realidad a una disputa por el trono de Tara, en la que el monje nada tuvo que ver y tras ello, Columba se embarcó hacia Escocia para evangelizar a los pictos y para ello se detuvo en la isla de Iona.
Columba y sus compañeros desembarcaron allí porque era un enclave perfecto para poder comenzar la peregrinación. El puerto recibía comercio del continente y en la isla gobernaba un primo suyo, Conall Mac Comgaill.
Fue en este lugar donde fundó el primer monasterio, que fue el encargado de vigilar las islas vecinas que se convirtió en un centro de educación y formación de monjes, sacerdotes y estudiosos muy importante.
Los monjes escoceses e irlandeses los que recogieron las leyendas y mitos celtas, o sea, así gracias a ellos han llegado a nuestros días muchos elementos de esta cultura.
Un ejemplo de esto sería la defensa que hizo Columba cuando los reyes quisieron prohibir a los bardos y se dice que el santo, que había llamado a Jesús “su santo druida”, habló con tanto fervor en favor de ellos que convenció a toda la asamblea.
La isla de Iona fue un remanso de paz, donde la austeridad de la vida monástica se compaginaba con el estudio, o sea, incluso se dice que los sajones, que buscaban invadir Inglaterra, entraron en ella de forma pacífica.
Los monjes no sólo se dedicaban al rezo y al conocimiento de los textos, sino que así eran misioneros y a partir de Iona Columba y sus seguidores se extendieron por otros territorios dominados por los escotos y los pictos. Además, aunque no se tienen noticias claras de los viajes del monje se habla de fundaciones en las islas de Hinca, Tiree y Skye.
Cuenta una leyenda que cuando Columba se dirigió a visitar al rey picto Brude, éste le cerró por orgullo las puertas de su ciudad pues tras ello el sacerdote se limitó a hacer la señal de la cruz y luego posó su mano en la entrada.
Inmediatamente ésta se abrió empujando a los guardias que la custodiaban pues desde entonces el rey Brude y sus súbditos tuvieron en gran consideración al religioso, o sea, Columba realizó varios milagros delante del monarca, que no hicieron otra cosa que aumentar la veneración por él pues entre ellos se dice que hizo flotar una piedra blanca sobre las aguas.
Otra de las historias más conocidas relacionadas con el santo escocés la que atañe al monstruo del Lago Ness, o sea, se dice que Columba y sus compañeros estaban tratando de cruzar el lago, cuando vieron una comitiva funeraria.
La gente les contó que un hombre había sido atacado por el monstruo mientras atravesaba el embalse a nado. A pesar de ello, el sacerdote pidió a uno de sus hombres, Lugne Mocumin, que buscara el bote que habían dejado al otro lado del estaque.
Éste se quitó la túnica y se metió en el agua pero fue embestido por la serpiente y así todos los presentes quedaron aterrorizados al ver al animal salir con las fauces abiertas, pero Columba mantuvo la calma pues hizo la señal de la cruz y dijo: “No iras más lejos, no atacarás a nadie; retrocede rápidamente”.
Ante esta palabras dichas por Columba, el monstruo obedeció como si unas cadenas tiraran de él y ante ello la comitiva se convirtió al cristianismo.
A la muerte del rey Conall Mac Comgaill, Columba estaba en un retiro espiritual en la isla de Hinca y un ángel llegó hasta él con un libro de cristal en el que estaban todos los reyes pero el monje no tenía ganas de leerlo y quiso coronar a Grabán.
Pero el ángel le golpeó con el propio manuscrito, ya que el elegido por la providencia era Aidan, hermano de Garban, o sea, al final el santo cedió y consagró al descendiente legítimo.
Al final de su vida el santo regresó a su tierra natal para apoyar de nuevo a Aidan y defender entonces así la independencia de Escocia, o sea, ambos reinos debían tener autonomía y resulta que esto fue tratado en la Convención de Druim Cett o conferencia de reyes, en la cual también se habló del problema de los bardos.
Cuando tenía 77 años se le volvió a presentar un ángel y le comunicó que estaba a punto de morir, o sea, Columba iba a la isla de Iona y luego se dirigió al carro para comprobar que había suficientes víveres para el siguiente año.
El caballo que conducía el carro se puso a relinchar apoyando su cabeza en el pecho del sacerdote y ante ello la gente intentó apartar al animal a lo que Columba no les dejo y lo bendijo.
Tras este acontecimiento, en el convento se dedicó a su tarea cotidiana, copiar textos, luego esperó pues el servicio de noche y tras él dio instrucciones a sus monjes y los bendijo pues en la medianoche del 8 de junio de 597 falleció.
Iona sigue siendo un centro de la cristiandad celta y Columba es honrado en Escocia con el mismo fervor que San Patricio lo es en Irlanda.
Fuente: https://www.detectivesdelahistoria.es/san-columba-y-la-cristianizacion-de-escocia/