Mary Henrietta Kingsley

Mary Henrieta Kingsley nació en Londres el 13 de Octubre de 1.862, fruto del furtivo amor entre un médico y apasionado viajero de familia acomodada, George Kingsley y su criada Mary Bailey, que decidieron casarse al quedarse ella embarazada.
Mary creció en el barrio londinense de Islington, cuidando a su madre inválida y su hermano pequeño Charles, con las grandes ausencias de su padre que viajaba por todo el mundo, en especial por el Norte América, ejerciendo como doctor de un lord inglés.
Además, Mary Kingsley, en la época victoriana por ser mujer no pudo ir a la escuela y estudiar medicina, como a ella le hubiese gustado, a diferencia de su hermano Charles que cursó estudios en Cambridge.
Su madre le enseñó a leer y a escribir, y podía estudiar en la biblioteca de su padre, el cual pues al ver la curiosidad e inteligencia de su hija, hizo una excepción para que comenzase a recibir clases particulares de alemán, el idioma en el que estaban escritos la mayoría de los textos científicos.
Todo este conocimiento adquirido, propició que Mary pudiese ayudar a su padre a colocar los apuntes de antropología, botánica, zoología, e incluso con la traducción de textos, al volver de sus viajes.
Cuando Mary cumplió los 30 años, su vida cambió dramáticamente al encontrarse sola tras la muerte de su padre a causa de unas fiebres reumáticas, y su madre tan sólo 6 semanas después.
Como consecuencia de ello, en un principio, pensó que tendría que cuidar de su hermano, pero resulta el hecho de que se fue a China, viéndose libre de toda responsabilidad.
Mary comenzó a hacer sus sueños realidad, y con una renta de 500 libras al año, se dispuso a terminar los estudios etnográficos que había iniciado con su padre, y viajar al continente africano, a pesar de que los médicos amigos de su padre se lo desaconsejaran, mostrándole mapas de las enfermedades que podía contraer en lo que llamaban la Tumba del Hombre Blanco.
Nadie confiaba en ella, excepto el Dr. Albert Gunther, zoólogo del Museo Británico que le propone pues recolectar muestras de diferentes especies de animales, hasta entonces desconocidas en occidente.
Y con todo preparado, en agosto de 1.893 puso destino hacia Freetown (Sierra Leona) donde pudo así conseguir un traductor y un equipo de porteadores que la acompañase en su aventura.
Su viaje siguió por Liberia, navegando por la Costa de Oro, y el Golfo de Guinea, desde donde descendió el Río Niger con destino al norte de Angola, donde vivió durante varios meses conociendo las costumbres y la religión que se practicaba en la zona, realizando importantes estudios etnográficos.
En enero de 1.894 volvió a Inglaterra, con la idea de conseguir dinero para su siguiente viaje, por lo que llevó a la editorial McMillan el manuscrito de su padre, que ella había concluido con sus vivencias, y con ello consiguió que se publicase, así como entregó las muestras recogidas al Museo Británico, el cual le brindó todo el material necesario para su siguiente expedición.
Gracias a ello, le surgió la oportunidad de viajar como dama de compañía de Lady McDonald, que iba a reunirse con su esposo, el gobernador de Calabar, inciando su segundo viaje el 23 de Diciembre de ese mismo año, desde Liverpool.
Esta vez hizo escala en las Islas Canarias y Sierra Leona, y una vez en Calabar, en la actual Nigeria, fue así invitada por el gobernador a pasar unos días en Fernando Poo en Guinea Ecuatorial, donde conoció a los bubis y consiguió fotografías que fueron publicadas en Londres.
Después, convertida en comerciante de la compañía Hatton and Cookson para financiar su viaje, remontó el río Ogowe en canoa, siendo la primera europea en vistar remotas partes de Gabón y el Congo, con el gran logro de conocer a la tribu canival de los fang y llegar a la cumbre más alta de África del Oeste, que era el Monte Camerún con 4.400 m., lo que la hizo realmente famosa y esperada luego a su vuelta a Gran Bretaña.
En 1.899, Mary volvió a sentir la llamada de África, y esta vez decidió viajar a la República de Sudáfrica en la época de la Guerra de los Boer, para trabajar como periodista y enfermera de prisioneros, aunque el 3 de Junio de 1.900 murió de fiebres tifoideas, a la edad de 39 años y su cuerpo fue depositado en el mar, siguiendo sus propias indicaciones, en un funeral con honores.
Mary Kingsley, insistía en viajar vestida tal y como lo haría por Inglaterra, con su paraguas negro, sus largas faldas, tupidas medias de lana y su sombrero de piel, estando siempre perfecta según los cánones de la sociedad victoriana, que según ella misma asegura en varios de sus escritos, quería que le tomasen en serio.
Su libro Viajar en el África Occidental, publicado en 1.897, se convirtió en un best-seller practicamente de inmediato, en donde defendía la igualdad de las razas, en contra de la idea que se imponía sobre que un negro era un blanco subdesarrollado, y se hizo una lectura pública de esta obra en la Royal Geographical Society.
También critico el afán de los misioneros de cambiar la sociedad que se encontraban hacia aquello que ellos creían que debía ser, lo que incomodó a la Iglesia, junto con sus escritos sobre la poligamia.
Otros dos libros más vieron la luz con el título Estudios de África Occidental en 1.899 y la Historia de África Occidental en 1.900.
Fuente: https://www.estaentumundo.com/grandes-viajeros/mary-henrietta-kingsley-exploradora-africa.html