Batalla de Rávena (1512)

La Batalla de Rávena del 11 de abril de 1512, librada en el contexto de la guerra de la Liga de Cambrai durante las guerras italianas, enfrentó a las tropas francesas y ferraresas dirigidas por Gastón de Foix contra el ejército de la Santa Liga liderado por Ramón de Cardona, formado por tropas castellano-aragonesas y papales.
Rávena se encuentra en la orilla izquierda del rio Ronco y los franceses habían establecido su campamento en la llanura que existe entre este río y el Montone, para sitiar la ciudad, tomarla e impedir que fuese de puerto de entrada de refuerzos y provisiones para el ejército aliado.
El virrey de Nápoles se aproximó a la ciudad por la orilla derecha para levantar el sitio y una vez llegado al rio Ronco, desplegó la infantería española en primera línea al mando de Pedro Navarro, y a la infantería italiana detrás en segunda fila.
A la izquierda de la infantería desplegó a la caballería pesada de los hombres de armas al mando de Fabricio Colonna y a derecha y algo a retaguardia colocó a la caballería ligera al mando del marqués de Pescara.
Delante de la infantería colocó la artillería de poco calibre y unos 30 carros armados con largos cuchillos que tenían como objetivo destrozar al enemigo en el momento del choque mientras que la artillería de grueso calibre quedó desplegada delante de todos loa hombres de armas.
Gastón de Foix, el nuevo duque de Nemours, dejó a 3.000 hombres y 2 cañones frente a la plaza de Rávena para seguir así pues el mantener el asedio y se dirigió con el resto (24.000 infantes, 4.000 jinetes y 50 piezas de artillería) a hacer frente pues al virrey de Nápoles, que contaba con 18.000 infantes, 2.000 jinetes y 24 cañones.
Desplegó con la artillería en el centro, la infantería en la izquierda y la caballería a la derecha y tras ello, claramente quedaban, así pues, enfrentadas ambas infanterías y ambas caballerías.
Los franceses iniciaron la batalla cruzando el río Ronco y avanzando sobre el ejército aliado hasta una distancia de unos 150 pasos y en vista de que éste se mantuvo en sus posiciones sin moverse, el duque ordenó hacer alto sin atreverse a atacar, o sea, se inició un vivo cañoneo que duró bastante tiempo y en el que la infantería francesa llevó la peor parte y sufrió numerosas bajas.
En vista de ello el duque de Nemours sacó la artillería del centro de su despliegue y la llevó al extremo derecho, junto así pues a la caballería, al tiempo que comenzó a extender este ala en un movimiento desbordante hasta rebasar el ala izquierda de los aliados y amenazar su flanco y retaguardia.
Una vez finalizado el movimiento desbordante, la artillería francesa rompió el fuego en diagonal contra la izquierda aliada, por lo que desordenando las filas de la caballería pesada y provocando numerosas bajas.
Fabricio Colonna no pudo soportar resistir el bombardeo de la artillería francesa sobre ellos sin hacer nada, así que ordenó la carga sobre la caballería francesa que tenía frente él, sin que lo autorizara el virrey.
Eso era lo que esperaba el duque de Nemours: atraer la caballería enemiga a un terreno más llano y apto así para el combate de su caballería, los famosos gendarmes (hombres de armas).
Fabricio Colonna recibió el refuerzo de la caballería ligera del marqués de Pescara, pero a pesar de todo fueron arrollados por los franceses, que cogieron prisioneros a Fabricio Colonna y al marqués de Pescara pues al presenciar este descalabro, fue cuando las tropas desplegadas en tercera línea y el virrey huyeron abandonando el campo.

Batalla de Rávena 1512. Despliegue de fuerzas
Solo quedaron en su puesto la infantería española e italiana pues la española estaba en primera fila y se había librado de los efectos de la artillería echándose a tierra tras unas sinuosidades del terreno y observaron la derrota de su caballería y la huida de su general en jefe.
Una vez finalizada la munición de la artillería enemiga, vieron que todo el ejército francés se les echaba encima y entonces fue así cuando la infantería española reaccionó a la orden de su jefe, Pedro Navarro, y se echó sobre los primeros enemigos, que resultó ser la infantería de lansquenetes alemane.
Los rodeleros españoles se situaron bajo las picas empujándolas hacia arriba con sus rodelas, llegaron al combate cuerpo a cuerpo en el que eran expertos, matando a muchos alemanes y una vez derrotada la infantería alemana, se enfrentaron a la francesa y a la del duque de Ferrara, a las que también vencieron.
Mientras tanto la infantería italiana de segunda línea fue acosada por un cuerpo de infantería francesa y una compañía de hombres de armas que unido a las bajas que la artillería les causó, hizo que comenzasen a flaquear.
Pedro Navarro se dió cuenta de ello, y en lugar de lanzarse a atacar la artillería enemiga que tenía a su alcance, envió parte de sus tropas a socorrer a los italianos y con el resto se dispuso a resistir el nuevo ataque de la infantería alemana y francesa, rehechos ya sus cuadros tras el fracasado ataque anterior.
El duque de Nemours se mostró impaciente al ver la resistencia de los cuadros de infantería española, y cargó contra ellos con todo lo que tenía a mano y con la caballería pesada. A pesar de ello, los españoles resistieron la tremenda carga de caballería, en la que el propio duque de Nemours resultó muerto.
Muertos casi todos sus coroneles y capitanes, Pedro Navarro aprovechó la confusión de los franceses para emprender de forma así ordenada la retirada de la infantería española.
Pero en el intento el célebre capitán español resultó herido y hecho prisionero por los franceses pero su captura fue funesta para las armas españolas, pues Pedro Navarro se sintió abandonado por el rey Fernando el Católico y pondría su talento al servicio del rey Francisco I.
Las bajas fueron muy altas en ambos ejércitos y pasaron de 11.000 los muertos y heridos. Entre aquellos se contaron las de Ivo de Alegre, lugarteniente del ejército francés en las dos campañas contra el Gran Capitán en Nápoles, y Pedro de Paz, que así se había distinguido a las órdenes de éste también en las campañas de Nápoles. Pedro Navarro, Fabricio Colonna y el marqués de Pescara resultaron prisioneros de los franceses.
A pesar de esta brillante victoria, las tropas francesas de Luis XII acabarían siendo expulsadas de Génova y Milán.
Fuente: https://arrecaballo.es/edad-moderna/guerras-italianas-1494-1559/tercera-guerra-italiana-o-de-la-liga-de-cambrai-1509-13/