El extraño origen de las Gemínidas
La fuente de las Gemínidas se conoce desde hace relativamente poco tiempo, en comparación con otras lluvias como las Perseidas, que fueron documentadas en el 36 d.C., o las Leónidas, que se remontan al 902 d.C.. No fue hasta 1983 cuando dos astrónomos de la británica Universidad de Leicester, Simón Green y John Davies, descubrieron un cuerpo celeste con una órbita muy inusual mientras trabajaban con el telescopio del Satélite Astronómico Infrarrojo (IRAS), que rastreaba el cielo en busca de galaxias en formación y discos de polvo donde se forman planetas.
Green, que en el momento del descubrimiento era un estudiante de doctorado, y Davies, un investigador posdoctoral, se turnaban en su trabajo y fue el primero quien estaba en activo cuando apareció Faetón. «La semana anterior, en una de esas raras veces que ninguno de los dos estaba presente, perdimos un fantástico candidato, así que estaba empeñado en no perder otro», explica.
¿Cómo es posible? Faetón no tiene una cabellera alrededor que evidencie la eyección de materiales como los cometas, ni mucho menos una cola, por lo que los astrónomos creen que se trata de un cometa extinto. Faetón gira alrededor del Sol cada 1,4 años en una órbita muy cercana a la estrella. Si las órbitas son tan cerradas, con el tiempo los cometas sufren un desgaste progresivo y el hielo que los rodea se va evaporando hasta no quedar nada. Cuando a mediados del mes de diciembre la Tierra atraviesa la corriente de escombros que deja el asteroide en su órbita, se produce la lluvia de estrellas. Pero en un futuro Faetón no podrá seguir enviando material al espacio y llegará un momento en el que las Gemínidas desaparecerán del cielo.
Antes de que eso ocurra, podemos disfrutarlas. Para realizar la observación, lo mejor es escoger un lugar oscuro, con el horizonte despejado y libre de las luces de las ciudades.
Fuente: http://www.abc.es/