El sádico guardián del Castillo de la Coracera
Secta, crimen, ocultismo, presencias extrañas… todo esto se centra en un mismo lugar, o sea, se trata del madrileño Castillo de la Coracera o el Castillo de Ganza (que fue su último propietario) en San Martín de Valdeiglesias, es un castillo construido en el siglo XV, que tiene una historia extraña detrás.
Podríamos considerarlo como “castillo encantado”, por la evidente energía negativa que desprende este edificio. Y que probablemente ha sido acumulada a lo largo de la historia por los insólitos personajes que han habitado en este lugar y los extraños comportamientos también que ha acabado teniendo todo aquel que ha vivido entre sus muros.
Por otro lado, aunque sea difícil encontrar testigos que lo admitan de forma pública, los que han pasado aquí la noche como invitados, no querían repetir. Aseguraban que se escuchaban ruidos en una planta del castillo que estaba vacía y ver sombras y siluetas en las almenas y en los pasillos de este castillo. Parece como si la maldición arrancase ya con el primer propietario, Don Alvaro de Luna. Pese a ser noble y un personaje destacado en su época, acabó siendo decapitado en 1453.
La mayoría de las personas que han ocupado este lugar no han tenido una existencia muy feliz y además, las extravagancias en su comportamiento eran notables. Por ejemplo, uno de los antiguos propietarios del castillo, tuvo la desgracia de que sus hermanos fueran asesinados ¿Qué imagináis que hizo el dueño de La Coracera en este caso? Pues construyó una capilla y enterró a sus hermanos en las paredes.
Pero el que más nos llama la atención es el último propietario, Juan Fernández Ganza. Un personaje a considerar como un moderno marqués de Sade: violento, cruel y obsesionado con el ocultismo.
La influencia del castillo de la Coracera sobre este personaje ya de por sí ciertamente desequilibrado fue importante. Comenzó a tener un comportamiento aún más extraño de lo habitual. Sus mascotas por ejemplo, eran dos leones y un tigre, que no dudaba en soltar ante sus propios invitados simplemente para disfrutar de lo que él consideraba una broma.
Tras los muros del castillo , Fernández Ganza vivió una vida llena de excentricidades macabras , donde se decía que celebraba rituales satánicos, que llevaba a cabo delitos sexuales de todo tipo y un dato curioso, es que trataba a sus trabajadores como si fuera plena edad media. Se hacía llamar Marqués del Valle y decía que no era la primera vez que él era un señor feudal. Se creía la reencarnación de un antiguo dueño del castillo. Solía pasearse por el pueblo a caballo como si fuera el dueño de todo el territorio y con una actitud que no encajaba demasiado en el siglo XX.
En cuanto a su relación con el esoterismo y las fuerzas ocultas, Juan era un gran conocedor de ellas y solía celebrar reuniones de espiritismo en el interior de su castillo.
Con el paso del tiempo, a las reuniones cada vez acudía gente más extraña y singular. A la par, Ganza también comenzó a obsesionarse con un personaje de la realeza, de la casa de los Austrias, Carlos II el Hechizado. al que, al margen de atribuirle una relación oculta con el castillo, también Juan creía contactar con su espíritu con frecuencia durante sus sesiones de ouija y su obsesión por todo esto llegó hasta tal punto que, en cierta forma, se creía la reencarnación de esta persona, de Carlos II el Hechizado.
Y en el pueblo de San Martín de Valdeiglesias, comenzaron los rumores y los miedos hacia estas reuniones misteriosas con personajes extraños. Se llegó a decir que si se ofendía al o se contrariaba a Juan Fernández de Ganza, una maldición caería sobre ellos. Fue encontrado sin vida, en Octubre de 1985, boca abajo, semidesnudo, sobre una lujosa cama que decían había pertenecido a Juana la Loca, con dos agujeros de bala en la cabeza y una pistola en su mano derecha.
El Castillo de la Coracera en ese momento estaba cerrado a cal y canto. Nadie pudo entrar o salir de aquel lugar. Fue Jose Luis Muñiz, amigo del fallecido, el que accedió al castillo ante la falta de noticias de Ganza y encontró su cadáver, dando cuenta así a las fuerzas de seguridad.
Las autoridades dictaminaron que el fallecimiento de este hombre se debía a un suicidio, porque las pruebas demostraban que había pólvora en su mano. Sin embargo, se sustentó durante mucho tiempo, por parte de personas allegadas y no allegadas a este extraño personaje, que su muerte, en realidad, fue otra. Probablemente asesinato.
En primer lugar porque un suicidio con doble agujero de bala es francamente complicado ya que en el primer disparo la persona fallece y no existe físicamente la posibilidad de realizar otro disparo contra sí mismo y en segundo lugar porque en la habitación donde fue encontrado Fernández Ganza, se encontraron muestras de haberse realizado muchos disparos. ¿En defensa propia ante algo o alguien, tal vez?
Ya de paso que comentamos este dato, para que nos hagamos a la vez una idea del personaje, muchos de esos restos de disparos probablemente sí que pertenecían al arma de Ganza. Pero no del momento de su muerte sino porque era un hombre difícil, transtornado que gustaba de disparar, de cuando en cuando, tiros en su habitación.
Pero además, algo tampoco encajaba bien en la versión del suicidio. Porque era un personaje que, quienes le conocieron, decían que vivía la vida al máximo y que disfrutaba con todo salvaje, brutal, sádico, violento que fuera. Por ello, no parecía existir ningún motivo para el suicidio y por tanto resulta complicado pensar que Ganza decidiera acabar por voluntad propia con este reinado del terror dentro de los muros del Castillo de La Coracera cuando le había ido tan bien hasta el momento.
Antes de fallecer, Fernández Ganza siempre afirmó que el diablo vivía en el castillo. Esa energía negativa dentro del edificio, pese a su enajenación, él también la percibía. No sabemos si es el diablo, pero algo extraño sí flota en el ambiente de este lugar. Aún hoy parece que se escuchan ruidos que salen de los muros del castillo y los vecinos aseguran que en el patio central, cada noche sin excepción, se levanta un viento extraño, que solo hace su aparición al caer la noche…
A lo largo de los años sobre el Castillo de la Coracera han puesto sus ojos multitud de programas de televisión, de prensa, dedicados o no al misterio, de fama nacional e internacional. No sabemos si tratando de resolver su extraño magnetismo o su actividad paranormal. Así que, cuando todas estos profesionales han considerado como importante este enclave, es por algo!
Como dato anecdótico, incluso se rodaron en su interior varias películas de terror con el mítico actor Paul Naschy. En una de ellas, en El Mariscal del Infierno 1974, cuando todavía pertenecía a los anteriores propietarios, Paul presenció como un asno que habría formado parte de un ritual, colgaba descomponiéndose en el patio de Armas.
Una imagen bastante descriptiva de lo que ocurría en el interior de este castillo y que también nos mueve a pensar, que los anteriores propietarios, a su vez realizaban rituales en este Castillo. Curioso cuanto menos que este comportamiento se perpetúe entre propietarios cuando no hay un nexo familiar ni de convivencia.
Y cuando rodó La marca del hombre lobo en 1968, el equipo de rodaje tuvo experiencias negativas en su interior e incluso ciertos actores de la película sufrieron accidentes graves.
Fuente: http://enigmaps.com/