Conspiración de la pólvora

La conspiración de la pólvora fue un complot fallido organizado por un grupo de provinciales católicos ingleses (Robert Catesby, Guy Fawkes) para matar al rey Jacobo I, a su familia y parte de la aristocracia protestante.
La operación tenía el objetivo de explotar las Casas del Parlamento durante la Apertura de Estado (5 de noviembre de 1605) y los conspiradores habían planeado secuestrar a los infantes reales, no presentes en el Parlamento, e incitar una rebelión en las Midlands.
La difunta Isabel I había mostrado una especial animadversión contra los católicos leales al Papa, a quienes prohibió ir a misa y obligó a asistir a los oficios de la Iglesia de Inglaterra.
Isabel, excomulgada por el Papa en 1570, se había encargado de realizar la ejecución en 1587 a la reina de Escocia, María I Estuardo (hermanastra de Isabel I y antecesora de ésta en el trono de Inglaterra] para alejar pues la posibilidad de un golpe de Estado de los seguidores de la Iglesia de Roma.
Cuando le sucedió Jacobo I, casado con la reina católica Ana de Dinamarca, se pensó que se suavizarían las leyes anticatólicas, pero se endurecieron y la aplicación de tales normas se hizo más laxa.
El 26 de marzo de 1604, Robert Catesby, Thomas Winter y John Wright se reunieron secretamente para intentar acabar con la represión anglicana y unas semanas después, Catesby invitó a un cuarto conjurado, Guy (Guido) Fawkes, a entrevistarse con el condestable de Castilla, Juan de Velasco, que se hallaba en Londres para negociar un tratado de paz con Inglaterra, después de 20 años de guerra entre las dos naciones, que sería firmado en el tratado de Somerset ese mismo año.

Guy Fawkes
Fawkes tenía una larga experiencia en las artes de la guerra, pues había ya luchado en los Países Bajos en un regimiento de exiliados católicos ingleses bajo estandarte español.
El plan era colocar unas cargas de pólvora en los sótanos del Parlamento y hacerlas estallar en la próxima ceremonia de apertura. Al año siguiente se sumaron al proyecto otros cinco: Thomas Bates, John Grant, Robert Keyes, Robert Wintour y Christopher Wright. Finalmente, también se juntaron sir Everard Digby, Ambrose Rookwood y Francis Tresham para poder así pagar parte de la operación.
Los doce conspiradores alquilaron una dependencia que estaba situada en los sótanos del Parlamento, donde poco a poco fueron almacenando los 36 barriles de pólvora, aguardando a que el rey abriese de forma oficial así las puertas del Parlamento, a principios de octubre de 1605, para que todos los barriles estallaran.

Robert Catesby
Sin embargo, el plan que se había diseñado finalmente no se pudo llevar a cabo debido a que una epidemia de peste obligó a aplazar la ceremonia de la apertura del Parlamento hasta el 5 de noviembre.
Diez días antes, un noble católico, William Parker, barón de Monteagle y el cuñado de Tresham, recibió una carta anónima en la que se le advertía del peligro que corría al asistir a la ceremonia del rey.
Quizás fuera Tresham el autor de la misiva, o acaso Robert Cecil, conde de Salisbury, conocedor desde hacía meses del plan de magnicidio y tambiénn organizador más que probable, con su equipo de espías e infiltrados, de un contracomplot dirigido a descabezar definitivamente la «hidra jesuítico-católica-romana».
El 4 de noviembre, Salisbury dio orden al jefe de seguridad para que llevara a cabo el registro del edificio del Parlamento y encontraron de forma rápida a Guy Fawkes ultimando los preparativos para la voladura.

El rey Jacobo I de Inglaterra
Hay historiadores que afirman que no reveló los nombres de sus cómplices, otros dicen que sólo algunos pro lo que si está claro es que tras su detención fue torturado brutalmente.
Tras esto, algunos de los conspiradores fueron detenidos y ejecutados en el acto. Otros, como el propio Robert Catesby, huyeron de Londres, pero poco poco a poco fueron apresados o asesinados por la guardia inglesa.
Aunque el sótano donde se almacenó la pólvora desapareció en el incendio de 1834, desde aquel 5 de noviembre de 1605 la guardia del Parlamento ha seguido registrando el edificio todos los años como preámbulo a la citada ceremonia de apertura por el monarca —actualmente, la reina Isabel II—.
Las consecuencias del fallido golpe sobre los católicos supuso el hecho de prohibirles servir como oficiales del ejército o de la armada, también se les estigmatizó socialmente y se les privó del derecho al voto, exclusión que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX.
Hay quien se pregunta qué habría sucedido en caso de haber triunfado la conspiración y muerto el rey Jacobo I. La verdad es que la mayoría de los católicos desconocían el intento de magnicidio, por lo que seguramente no habrían podido reaccionar.
Es difícil imaginar que los conjurados hubieran logrado secuestrar de forma impune al príncipe Carlos, sucesor del rey, como estaba previsto o, sino el de acabar con su vida.
Las únicas consecuencias del atentado aparte de la ejecución de todos los conspiradores y la represión contra los católicos fueron la celebración del episodio encendiendo hogueras y quemando efigies de Guy Fawkes todos los años para dar gracias a Dios por impedir el acto criminal y proteger a su pueblo elegido —los protestantes— de la conspiración católica.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Conspiraci%C3%B3n_de_la_p%C3%B3lvora