Pelusio, la batalla que ganaron los gatos

En el siglo VI a.C. los persas vivieron una vertiginosa expansión después de que Ciro el Grande unificara Persia y Media hacia el año 550 a.C ya que estos pueblos, de etnia irania, llevaban en la zona desde principios del primer milenio a.C. permaneciendo en un discreto segundo plano hasta el gobierno de Ciro.
Tras obtener Persia y Media, los reyes persas deseaban extender sus territorios y entonces se fijaron dos nuevos objetivos: el milenario Egipto y la cultivada Grecia.
Cambises sucedió a su padre, Ciro el Grande, hacia el 530 a.C. y lo primero que hizo fue ponerse manos a la obra para llevar a cabo la colosal tarea que le habían encomendado: conservar y agrandar el imperio más grande del mundo conocido.
Mientras tanto, Egipto tras dos milenios de existencia, comenzaba a decaer e incluso se había desplomado, perdiendo gran parte de su capacidad económica y militar.

Estatua de Bastet
Cinco años después de que Cambises accediera al trono, Psamético III se convirtió en el faraón de Egipto y como el rey persa conocía la debilidad egipcia y que la alianza del país del Nilo con los mercenarios griegos era muy débil.
Por ello, pensó que si se ganaba a los egipcios quedaban aislados, por lo que decidió no esperar más para atacarles. o sea, la noticia de la expedición persa no pilló a Egipto desprevenido ya que desde la campaña expansiva sin precedentes de Ciro se esperaba un ataque de los persas.
La primera mala noticia para Psammético llegó pronto: los griegos le habían abandonado pues incluso el tirano de Chipre había decidido apoyar a Persia.
El objetivo del ataque persa era la estratégica ciudad de Pelusio, situada en al nordeste del Delta del Nilo vigilando la entrada de Egipto desde el desierto de Sinaí.

Cambises en Egipto
Pese al abandono de los griegos, el faraón finalmente logró reunir un pequeño ejército para enfrentarse a los persas, pero la victoria era casi imposible.
Cambises, que conocía perfectamente las costumbres, los dioses y la cultura de los egipcios, se le ocurrió una idea genial y que cambiaría el devenir de la batalla.
Sabía que para los egipcios los gatos eran sagrados, como reencarnación de la diosa Bastet, así que mandó que todos sus soldados pintaran en los escudos una imagen de Bastet.
De esta forma consiguió que los soldados egipcios, temerosos de profanar la imagen de su diosa, luchasen desmoralizados y según el historiador griego Ctesias, murieron en la batalla cincuenta mil egipcios.
Los supervivientes corrieron a esconderse a la cercana fortaleza de Pelusio Cambises no quería enfrentarse a un largo y penoso asedio, máxime cuando tenía que conquistar un país árido y hostil.
Tenía que vencer a los atrincherados cuanto antes y entonces el rey persa dio una nueva muestra de su genialidad y ordenó a sus hombres que capturaran cuantos gatos fueran posibles y para posteriormente lanzarlos contra el interior de la fortaleza.

El encuentro entre Cambises II y Psamético III
Cundió el pánico entre los egipcios, temerosos de herir a uno de aquellos animales sagrados por los que los arqueros no se atrevían a disparar a sus enemigos.
El impacto moral fue brutal, por lo que los egipcios se rindieron y la fortaleza cayó en las manos de Cambises supo aprovechar el respeto y veneración existente en el antiguo Egipto hacia estos animales.
Cambises se autoproclamó faraón, tomó los títulos tradicionales de la realeza egipcia y tomó todo el país, proyectando incluso descender e invadir el país de los nubios.
Psammético comenzó a tramar una revuelta con el objetivo de recuperar su corona pero fue descubierto y como consecuencia de ello fue ejecutado por los persas.
Cambises murió tres años más tarde pero se desconoce si se suicidó debido al éxito de una revuelta en Persia que había alzado al trono a un mago llamado Gaumata o si se debió a un accidente.
Cambises fue sucedido por otro gran rey: Darío, el monarca que fue derrotado por los griegos en Maratón.
Fuente: http://paseandohistoria.blogspot.com/2018/04/pelusio-la-batalla-que-ganaron-los-gatos.html