Batalla de Mantinea (362 a. C.)

La batalla de Mantinea se libró en 362 a. C. entre los tebanos liderados por Epaminondas y también apoyados por los habitantes de Arcadia y Beocia, y los espartanos, dirigidos por el rey Agesilao II y apoyados por Elis, Atenas y Mantinea.
La batalla debía decidir la hegemonía sobre Grecia, pero la muerte de Epaminondas y la derrota de los espartanos sólo sirvieron para allanar el camino a la conquista de Grecia por Macedonia.
Después de que la batalla de Leuctra en 371 a.C., hiciera tambalear la hegemonía espartana, donde el político y general Epaminondas de Tebas procuró construir una nueva hegemonía centrada en su ciudad.
Para ello, los tebanos habían marchado al sur, a la zona dominada tradicionalmente por los espartanos, y creó así pues la liga Arcadia, una federación de ciudades-estado de la meseta central del Peloponeso, para contener así la influencia espartana, de tal modo que Tebas mantuviera el control total.
Los espartanos se habían aliado con Elis (ciudad de menor importancia del Peloponeso además de una desavenencia territorial con Arcadia) en un esfuerzo de minar a la liga Arcadia.
Cuando los arcadios calcularon mal y se apropiaron del santuario de Zeus en Olimpia, en Elis, Mantinea, se separó de la Liga por lo que se unió a Esparta y Elis para atacar la liga Arcadia.
Atenas decidió dar su apoyo a Esparta, pues estaba recelosa del poder tebano y los atenienses también recordaban así que, al final de la guerra del Peloponeso, los tebanos demandaron que Atenas fuera destruida y sus habitantes además fueran esclavizados.
Un ejército ateniense fue mandado por mar para juntarse con las fuerzas expedicionarias espartanas, con el fin pues de evitar que fuera interceptado en tierra por el ejército tebano.
Tras enterarse de que Agesilao II ya había salido de Esparta al mando de las tropas, decidió hacer una marcha nocturna hacia la capital de Laconia, esperando encontrarla desguarnecida tras la salida del ejército.
Al enterarse, Agesilao dio media vuelta e inmediatamente se volvió con las tropas ligeras y la caballería de vuelta hacia Esparta, llegando solo un momento antes que los beocios, el otro rey de Esparta, Arquidamo, consiguió así rechazarlos fuera de los límites de la ciudad.
Epaminondas marchó con sus tropas a Mantinea, siguiendo la cadena montañosa que se encuentra al oeste de Tegea y al llegar junto a la ciudad de Mantinea, descendió por la ladera del monte y formó en el llano, frente a los enemigos.
Los dos ejércitos se encontraron a unos treinta estadios de Mantinea, junto al bosque llamado de Pélago y donde así Agesilao II colocó su ejército protegiendo Mantinea, en una llanura de 2 kilómetros de ancho de forma clara entre las montañas Mytikas y Kapnistras.
Para atacar Mantinea, Epaminondas no tenía más remedio que enfrentarse al ejército de Agesilao pues el contingente espartano al mando del rey espartano Agesilao II, estaba compuesto de 20.000 hoplitas: 3.000 de Esparta, 7.000 de Mantinea, 2.000 de Elis, 2.000 de Acaya, y 6.000 de Atenas; 2.000 jinetes: 1.000 de Atenas y 1.000 de Mantinea y otras ciudades; y 1000 psiloi mercenarios.
Ocuparon una posición entre dos montes, en su ala derecha situó la caballería disponiendo su formación así en varias divisiones con la caballería y tropas ligeras a los flancos.

Batalla de Mantinea 362 a.C. con el despliegue inicial
Epaminondas, desplegó su ejército de forma similar al espartano, ocupando un frente de la misma longitud, o sea, el ejército tebano estaba compuesto por contingentes tanto de Tebas como de otras ciudades-estado de Beocia, pues contaban con el apoyo de los arcadios todavía leales a la liga.
Tenía una fuerza de 28.000 hoplitas: 10.000 de Tebas y Beocia, 2.000 de Tesalia, 1.500 de Eubea, 1.500 de Malis, 3.000 de Lócrida, 3.000 de Sición, y 5.000 de Argos; 3.000 jinetes: 1.000 de Tebas y Beocia y 2.000 de Tesalia; y 4.000 psiloi tesalios y mercenarios.
Epaminondas simuló dar a sus tropas las instrucciones para montar el campamento, por lo que, viendo a los beocios dejar las armas, los lacedemonios y los aliados peloponesios rompieron también poco a poco su formación pensando ya en retirarse.
Fue entonces cuando Epaminondas dispuso a sus hombres en columna y con él mismo a la cabeza, marchó en línea recta contra el enemigo y éste desconcertado por el ataque cuando ya no esperaban tal cosa, procedió entonces de forma precipitada a volver a formar la línea de batalla.
Epaminondas dio entonces la orden de avanzar, cogiendo al enemigo con la guardia baja y provocando pues bastante confusión en el campo de Mantinea en la preparación de la batalla.
Mandó por delante y a ambos flancos su caballería y psiloi o infantería ligera, que hicieron retroceder a la caballería de Atenas y Mantinea.
Diodoro indica que la caballería ateniense del ala derecha de espartana, aunque no era inferior en calidad a la beocia, no pudo aguantar las armas arrojadizas que lanzaba la infantería ligera que Epaminondas había colocado así entre su propia caballería, expulsándoles de la colina Kanipstra, en el ala izquierda la caballería tebana y tesaliana derrotaron así fácilmente a la de Mantinea expulsándoles de la colina Mytikas.
Como consecuencia de ello, una vez derrotada la caballería peloponesa, comenzaron con ello a hostigar los flancos de la falange enemiga.
Mientras tanto, la falange tebana avanzaba. Jenofonte describe el ala izquierda tebana como “un trirreme, con su gran espolón de proa sobresaliendo por el frente“, a la vez que indica que Epaminondas pensaba que si fuese capaz pues de golpear y atravesar las líneas enemigas en cualquier lugar, destruiría al ejército completo de sus adversarios.
Como en Leuctra, el ala derecha que era donde estaban situados los espartanos, recibieron pues el terrible choque del batallón Sagrado y los hoplitas de élite tebanos.
En un principio hubo un breve equilibrio inicial, pero luego los tebanos lograron romper las líneas espartanas, y así la falange enemiga completa fue puesta en fuga.
Parecía que iba a ser una nueva victoria decisiva de Tebas basada en el modelo de Leuctra pero, cuando los victoriosos tebanos se lanzaron en persecución de sus enemigos, Epaminondas fue herido mortalmente entonces por el espartano Antikatres que le dio una lanzada mortal en el pecho y murió poco después.
A medida que las noticias de la muerte de Epaminondas se extendían en el campo de batalla de un soldado a otro, los aliados cesaron en su persecución del ejército derrotado.
Los jefes tebanos Iolaidas y Difanto también cayeron y en su lecho de muerte, Epaminondas, al saber pues que todos sus compañeros habían muerto, instó a los tebanos a firmar la paz, a pesar de haber ganado la batalla.
Lo cierto es que la batalla podría haber sido una completa victoria beocia, pero al final la muerte de Epaminondas para bien cambió totalmente el escenario del conflicto.
Los beocios se retiraron (nunca volverían a entrar con todo su ejército en el Peloponeso) y las pocas guarniciones que quedaron en el país serían retiradas pocos años después.
Las ambiciones y la influencia de Tebas en la región quedaron de esta manera enterradas para siempre en los campos de Mantinea.
Sin el liderazgo de Epaminondas, la hegemonía de Tebas se derrumbó, o sea, el resultado final de la batalla supuso así el allanamiento del camino para que Macedonia conquistara Grecia, asegurada la debilidad de Tebas y Esparta.
Fuente: https://arrecaballo.es/edad-antigua/los-griegos/batalla-de-mantinea-361-ac/