Operación Valkyria: La última conspiración contra Hitler

El 8 de noviembre de 1939 la suerte salvó a Adolf Hitler de una muerte segura ya que el carpintero suavo Georg Elser había estado a punto de acabar con la vida del Führer tras poner un artefacto explosivo en el Bürgerbraükeller,
Sin embargo, Hitler se había salvado gracias a que se había retirado del lugar 20 minutos antes que la bomba -que mató a 8 personas y dejó a otras 63 heridas- estallara.
El proyecto de derrocar a Adolf Hitler por parte de los propios militares alemanes empezó a gestarse de manera soterrada en 1938, por parte de algunos altos oficiales de la Wehrmacht deseosos de evitar una gran guerra a escala europea.
Entre estos conspiradores se encontraban el general Ludwig Beck, antiguo jefe de Estado Mayor, y el mariscal de campo Erwin von Witzleben, sin embargo la indecisión de los generales del ejército Franz Halder y Walter von Brauchitsch impidió ejecutar tales planes.
Uno de los problemas evidentes de la conspiración para matar al Führer consistió en cómo acercarse lo suficiente a Hitler, ya que éste siempre estaba fuertemente custodiado por sus guardaespaldas de las SS, con sus pistolas siempre a la mano.

Esquema que muestra como se sucedió el atentado
Por ello, el principal plan consistió en matar a Hitler con una bomba pues Tresckow le pidió a uno de los miembros del séquito de Hitler, el teniente coronel Heinz Brandt, que viajaba en el avión de Hitler, que le llevara un paquete de su parte al coronel Helmuth Stieff, del alto mando del ejército.
El paquete parecía contener dos botellas de coñac, pero en realidad se trataba de las dos partes de una bomba que había construido Tresckow para atentar contra la vida del Führer.
Schalebrendorff llevó el paquete al aeródromo y, después de activar la bomba para que estallara 30 minutos después, se lo entregó a Brandt justo cuando éste subía al avión de Hitler.
Todos pensaban que el avión explotaría en el cielo antes de que Hitler aterrizara en Minsk, pero nada de eso sucedió, pues se cree que el intenso frío había impedido la detonación de la bomba, o sea, Hitler se había salvado milagrosamente por segunda vez.

Los cabecillas de la Operación Valquiria
Al poco tiempo se produciría otra ocasión para acabar para siempre con Hitle donde Gersdorff se ofreció a sacrificar su vida para matar a Hitler durante la ceremonia del “Día de los Héroes”, que se iba a celebrar en Berlín el 21 de marzo de 1943.
El atentado se cometería mientras Hitler estuviera visitando la exposición del botín de guerra capturado a los soviéticos pues cuando llegó el día, Gersdorff se puso a la entrada de la exposición y levantó el brazo derecho para saludar a Hitler cuando éste paso por su lado junto a su séquito, accionando al mismo tiempo con la mano izquierda el detonador de una bomba que debía estallar en 10 minutos.
Se suponía que Hitler permanecería en el lugar durante media hora, el tiempo suficiente para que la bomba estallara en el lugar y lo matara pero Hitler sólo estuvo en el lugar unos cuantos minutos antes de irse.
El 20 de julio de 1944 Stauffenberg y su edecán, el teniente Werner von Haeften, después de un vuelo de dos horas desde Berlín, llegaron a la “Guarida del Lobo”, el centro de operaciones de Hitler en Prusia Oriental, para reunirse con el mismo Hitler y otros oficiales.
Stauffenberg llevaba en su maletín dos artefactos explosivos, que estallarían 15 minutos después de ser activados pues con el pretexto de que tenía que refrescarse y cambiarse de camisa, ambos fueron al baño a colocar los temporizadores de las bombas, pero justo en ese momento se requirió urgentemente la presencia de Stauffenberg en el salón.
Debido a ello éste cerró rápidamente su maletín, por lo que no alcanzó a activar el temporizador del segundo aparato explosivo, que su edecán guardó nerviosamente en su propio maletín.

La sala donde estalló la bomba dejada por Stauffenberg.
Tras volver al salón, donde se encontraba Hitler y varios de sus generales en plena reunión informativa, Stauffenberg y su edecán se las arreglaron para poner el maletín con la bomba en la pata derecha de la gran mesa de roble del despacho, a pocos metros de Hitler.
A continuación, Stauffenberg y su edecán buscaron una excusa para salir de nuevo de la sala, algo que no llamó la atención entre los presentes pues eran comunes las idas y venidas durante las reuniones diarias.
Cuando Stauffenberg y Haeften se aprestaban a tomar un auto para salir de la “Guarida del Lobo”, escucharon una ensordecedora explosión procedente de la cabaña donde se encontraba Hitler.
A continuación se dirigieron al aeródromo para regresar a Berlín, no sin que antes Haeften tirara el paquete que contenía el segundo explosivo por el camino pues creían que Hitler había muerto en la explosión.
El general Fromm, que estaba al tanto del intento de asesinato, se negó a firmar la orden para poner en marcha la operación Valquiria, pues no estaba seguro de que Hitler hubiera muerto.
De hecho, había hablado telefónicamente con Keitel y éste le había asegurado que el Führer sólo tenía heridas leves, o sea, la conspiración para matar a Hitler y derrocar al régimen nazi había fallado no sólo porque éste estaba vivo sino por otros motivos.
El grupo de conspiradores, recluidos en el edificio del alto mando de la Werhmacht en el Bendlerblock, finalmente fueron rodeados por un batallón de guardias que ya habían sido alertados del frustrado atentado.
A las 0:10 del 21 de julio los cuatro condenados fueron llevados al patio del edificio, donde les aguardaba un pelotón de fusilamiento formado por 10 hombres del batallón de guardia.
Cuando el pelotón se disponía a disparar sobre Stauffenberg (el general Olbricht ya había sido fusilado), su edecán Hoeften se arrojó delante de él y murió primero y cuando volvieron a colocar a Stauffenberg en el paredón, esté exclamó antes de caer abatido por los disparos: “Larga vida a la sagrada Alemania”.
Fuente: https://www.guioteca.com/mitos-y-enigmas/operacion-valquiria-historia-de-la-audaz-conspiracion-para-matar-a-hitler/