José María de Torrijos y Uriarte

Hijo de Cristóbal Torrijos Chacón, natural de Sevilla, y de María Petronila de Uriarte y Borja, de ascendencia vasca pero natural del Puerto de Santa María (Cádiz), pasó su infancia en la Corte de Carlos IV, donde era ayudante de cámara.
De familia noble y de clara vocación militar, ingresa siendo niño en el Ejército como caballero paje del Rey a los diez años el 19 de agosto de 1801) y a los trece años con el grado de capitán del Regimiento de Vitoria realiza los estudios de ingeniero en la Academia de Alcalá de Henares, donde le sorprende en 1808 la Guerra de la Independencia.
El día 2 de mayo de ese año, acudió al Cuartel de Voluntarios del Estado en Madrid, donde se le encarga la misión de ir a parlamentar con Gobert y en el transcurso, estalla el combate por lo que detenido y después liberado por gracias a la intervención de Borely, ayudante de campo de Murat.
El 26 de junio se halla en Cuarte, acción por la que asciende a sargento mayor del Regimiento de Infantería de Almansa el 28 de septiembre de 1808, poco después acude a la defensa de Valencia junto al general Vicente González Moreno y luego pasa a Murcia como sargento mayor el 28 de septiembre de 1808), y en 1809 a Cataluña, así bajo las órdenes del general Enrique O’Donnell.
Formando parte del Regimiento de Infantería Fernando VII, es premiado con el grado de teniente coronel y Medalla de Distinción por su singular comportamiento en la batalla de Vich el 20 de febrero de 1810 y con el grado de coronel por su bizarra actuación en la salida de Tortosa, el 12 de junio, acción en la que resulta herido.
El 3 de agosto de 1810, al mando de la 1.ª División de la Derecha, cae prisionero de guerra en Tortosa y fue llevado a Francia pues trass lograr fugarse, regresa a España, presentándose en la acción del Plá al mando de su regimiento.
El 23 de enero de 1811 es nombrado teniente coronel del Regimiento de Infantería de Línea de Fernando VII y así ese mismo año es nombrado instructor en la Isla de León del Regimiento de Tiradores de Doyle, y en mayo de 1812 es así enviado a Badajoz, donde contrae matrimonio al año siguiente con Luisa Carlota Sáenz de Viniegra y Velasco.
Participa en la acción de Alba de Tormes el 26 de mayo de 1813, y, el 21 de junio, al mando de la 2.ª Brigada y así a las órdenes del mariscal de campo Pablo Morcillo, comandante general de la 1.ª División de Infantería del 4.º Ejército de Operaciones, en la memorable batalla de Vitoria, distinguiéndose tan notablemente que fue recomendado su ascenso para brigadier, empleo que alcanza el 13 de octubre de 1814 a propuesta del duque de Wellington.
La reinstauración absolutista, anulando la Constitución de 1812, le lleva a tomar partido por los liberales y a no aceptar partir para América a combatir a los independentistas, permaneciendo en Madrid hasta 1815, en donde fue nombrado gobernador militar de Murcia, Cartagena y Alicante.
El 17 de septiembre de 1816 se le concede la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Fernando por el mérito que contrajo en la batalla de Vich el 20 de febrero de 1810 y al año siguiente pasa con el empleo de coronel al Regimiento de Infantería de Línea Lorena 46, donde permanece hasta 1818.
Andalucía era vital para cualquier intentona golpista al concentrarse las tropas antes de partir para América, donde las colonias estaban luchando contra los españoles.
Torrijos participa en 1817 en la conspiración del general Lacy para levantar el ejército en Andalucía y en pro de la vuelta a la Constitución, lo cual no le ocasiono más que disgustos y persecuciones que le hicieron, al fracasar el complot, pues verse reducido a prisión el 26 de diciembre de 1817 en el castillo de Santa Bárbara de Alicante, y en enero de 1818 en las cárceles del Santo Oficio en Murcia y pese a ello desde su encierro siguió trabajando a favor de la revolución.
La victoria de Riego trajo su liberación el 23 de febrero de 1820 y enseguida Amarillas le quiso corromper invitándole a la contrarrevolución, a lo que él se negó y ese mismo año fue entonces miembro de la Sociedad de Amantes del Orden Constitucional y de la Fontana, en Madrid, atribuyéndole una lista del Archivo General de Palacio el nombre masónico de “Anstogiton”.
En enero de 1821 fue uno de los fundadores de la Comunería, y en 1822 defiende el sistema constitucional en Navarra y Cataluña, lo que le vale el ascenso a mariscal de campo, tras lo que es destinado a Navarra para ponerse así al mando del ejército, con el que consigue vencer a los realistas.
Al iniciarse la era absolutista de 1823, Torrijos fue de los llamados comuneros constitucionales, partidarios de un pacto con los masones.
El Trienio Liberal le nombra comisario de guerra a principios de 1823, dirigiendo la resistencia contra Los Cien Mil Hijos de San Luis, el ejército enviado por las potencias europeas para reponer a los absolutistas en el gobierno de España.
El 28 febrero de ese año, Fernando VII le nombra ministro de la Guerra, pero no pudo tomar posesión de su cargo pero sigue al Rey a Andalucía, de allí a Aragón, y luego a Alicante y Cartagena, y aunque no quiso adherirse a la capitulación de Ballesteros, no tuvo más remedio que ceder y negociar un convenio con los franceses cuando vio que la resistencia ya era inútil, el 3 noviembre 1823.
Finalmente, huyendo de las persecuciones absolutistas y tras ser derrotado en Cartagena, embarca así el día 18 con su mujer para Marsella. Se encuentra primero en Alençon (Orne), pero al comprobar que los franceses no cumplían pues con las condiciones de la capitulación, marcha a Inglaterra en abril de 1824, estableciéndose en Blackheath, cerca de Londres, donde alejado de la política establece contacto con el resto de exiliados liberales y pronto se opuso al partido moderado o aristócrata, acaudillado por Espoz y Mina.
La crisis portuguesa de 1826 le moviliza, poniéndose al frente de la Junta Directiva del Alzamiento de España o la Junta de Londres, el 1 de febrero de 1827.
Fue miembro de algunas sociedades secretas, como la Asamblea de Constitucionales Europeos o Los Unidos contra el trono y el clero pero también mantiene proyectos iberistas, colabora con los independentistas de la América española y estrecha sus lazos con los radicales ingleses.
Sus actividades políticas no eran bien vistas por Wellington, quien hizo en julio de 1829 que el Gobierno británico pues le retirara la pensión otorgada a los emigrados, teniendo que dedicarse a traducir autores hispanoamericanos para así ganarse la vida.
Entre otros libros, aparecieron entonces las Memorias del general Guillermo Millwer al servicio de la República del Perú (Londres, 1829, y Madrid, 1910), las Memorias de Napoleón para servir a la Historia de Francia y las de Gourgaud y las de Montholon. También escribió una Relación de la Guerra de la Independencia en Cataluña.
En Inglaterra traba amistad con John Sterling, un conocido hacendado que le presentará a Robert Boyd, antiguo oficial del Ejército inglés en la India y que había combatido en la guerra de la independencia griega, o sea, se compromete a ayudarle en recuperar la libertad de España con su persona y su fortuna.
Con el propósito de esperar un buen momento para entrar en España y derrocar el absolutismo, intenta desde Londres una primera expedición el 29 de julio de 1830, pero lo impide la policía inglesa.
Apoyados por los llamados “Apóstoles de Cambridge”, sociedad radical de liberales españoles exiliados en Inglaterra, y comisionado por la “Junta directiva del Alzamiento Nacional”, logra armar y equipar una fragata con la que llega pues a Gibraltar desde Francia en septiembre de 1830, desembarcando en la Roca el día 9 y convirtiéndola pues con ello en su centro clandestino de actividades.
Allí se reúne con antiguos colaboradores como el que fue presidente de las Cortes, Manuel Flores Calderón y también Francisco Fernández Golfin, exministro de la Guerra, entre otros militares y marinos, formando la Comisión Ejecutiva de Gibraltar.
Juntos convinieron que los informes sobre un inmediato levantamiento del Ejército contra el gobierno absolutista eran exagerados, pese a ello intentan un golpe de mano sobre Algeciras el 24 de octubre, y otro más el 11 de noviembre, que, al fracasar también, obligan a Torrijos a esconderse en barcos anclados al refugio de Gibraltar.
A finales de enero de 1831 se produjo una acción sobre la Línea, que tomaron, pero este éxito inicial fracasa de nuevo ante Algeciras y todavía en los últimos días de febrero otra intentona costaría la vida al coronel Manzanares.
Viendo imposible actuar en el Campo de Gibraltar por la extrema vigilancia realista, Torrijos acoge esperanzado así las cartas secretas de un amigo “de toda confianza”, que con el apodo de Viriato le informa que el mejor lugar para poder desembarcar es Vélez (Málaga), y que con su presencia las tropas de Málaga primero, y luego las de toda Andalucía se rebelarían contra Fernando VII.
En realidad se trataba de un plan urdido por su antiguo compañero de armas, en esos momentos pues gobernador de Málaga, Salvador González Moreno, quien al parecer era Viriato, y que aprovechando la impaciencia de Torrijos había planeado su captura.
El 30 de noviembre de 1831 partieron de Gibraltar en varias barcazas, pero pronto vieron que habían sido engañados, ya que a la altura del cabo de Calaburras, el buque Neptuno esperaba su barco, por lo que tuvieron que desembarcar en Fuengirola y huir hacia el interior.
Primero llegaron a Mijas donde las milicias armadas les recibieron a tiros pues entonces cruzaron la sierra y llegaron a Alhaurín de la Torre, donde tuvieron el mismo recibimiento.
Perseguidos por infantería de línea se refugiaron en la alquería del conde de Mollina, siendo apresados y conducidos a Málaga en un caserío con una antigua torre árabe junto al viejo camino de Cártama.
Allí, sitiados por las tropas mandadas por González Moreno, y tras parlamentar ambos generales, tuvieron que rendirse él y sus cincuenta y dos hombres el 5 de diciembre, siendo apresados y conducidos a Málaga, donde resulta pues que en distintos calabozos vivirían el tiempo justo que tardó González Moreno en enviar un mensajero a Fernando VII, que escribió de su propio puño y letra: “Que los fusilen a todos. Yo, el Rey”.
El 10 de diciembre se le sacó en un coche del cuartel del 4.º Regimiento de Infantería en el que se encontraba con ello encerrado, diciéndole que le trasladaban a Madrid, pero se le dejó en el convento del Carmen, donde se encontró pues reunido con todos sus compañeros.
En el refectorio del convento se le notificó que al día siguiente sería pasado por las armas con los suyos, o sea, hasta entonces no se convenció de la horrible trama de que había sido víctima.
A las once y media del 11 de diciembre de 1831, en las malagueñas playas de San Andrés, frente al barrio del Carmen, fueron fusilados todos los conspiradores sin excepción, incluyendo al inglés Robert Body.
También caen con ellos Flores Calderón y Fernández Golfin, entre otros militares y marinos pero a Torrijos se le negó su última petición de mandar abrir fuego al pelotón de fusilamiento y el morir sin vendas en los ojos.
El gobernador González Moreno, que sería conocido desde entonces como “el verdugo de Málaga”, recibió pues como premio el ascenso a teniente general y el mando de la Capitanía General de Granada pero al estallar la Guerra Carlista se pasó a este bando, muriendo asesinado en 1839 por unos voluntarios del Ejército.
El sacrificio de Torrijos sería recordado constantemente en los siguientes años, pues tras la muerte de Fernando VII en 1833, los liberales consiguieron el poder e incluso su viuda fue honrada así con el título de condesa de Torrijos el 20 de mayo de 1838.
El Ayuntamiento de Madrid, de donde era Torrijos, acordó entre 1840 y 1841 que en la casa donde había nacido de la calle de Preciados se colocara su busto y la siguiente inscripción: “Aquí nació D. José María Torrijos. Defendió pues la Independencia y la Libertad de su patria. Murió en 11 de diciembre de 1831 arcabuceado en Málaga por el traidor del general Moreno por haber intentado restablecer con las armas la Constitución”.
Fuente: https://dbe.rah.es/biografias/9038/jose-maria-de-torrijos-uriarte