El fantasma de Horacio Quiroga
¿Quién no recuerda los tiernos párrafos que componen el querido volumen Cuentos de la selva, en dónde la maestría narrativa de Horacio Quiroga, o el escalofriante Cuentos de amor de locura y de muerte , en donde se revela como un seguidor de la temática y el talento de Edgar Allan Poe?
Horacio Quiroga, uno de los escritores latinoamericanos más afamados, conocidos y leídos, vivió una vida desdichada y corta plena de amores frustrados, muertes accidentales de amigos cercanos, suicidios de familiares, soledad en la selva de Misiones, desavenencias conyugales, su existencia es la de un escritor que conoció sucesivamente la pobreza y el éxito, pero no deja de asombrar el sin número de infortunios y calamidades que lo asolaron. Quizás sea esa la razón por la cual su espíritu se muestra en lugares que le fueron caros en su Salto natal, en el Uruguay, sumido en la pena de no haber podido completar sus proyectos más ansiados.
Horacio Quiroga abandonó la ciudad que lo vio nacer a principios del siglo XX, luego de cargar con la culpa de haber dado muerte accidentalmente a un querido amigo, de nombre Federico Ferrando, mientras se encontraba limpiando un arma. Por ello,atosigado por la pena, Quiroga juró no poner jamás un pie en la que fuera su ciudad y su casa y embarcó en dirección a Buenos Aires. Años de penurias pero también de fama y algo de fortuna lo esperaban, así como también otras tragedias personales.
Una de las salas de la Casa Museo de Horacio Quiroga
Ya un autor consagrado, Quiroga descubre en el año 1935 que padece un cáncer intratable para la medicina de la época y en consecuencia toma la determinación de suicidarse. Por ello, el 19 de Febrero de 1937 Horacio Quiroga ingiere una fatal dosis de veneno y muere poco después. Es velado en Buenos Aires y posteriormente trasladado a Uruguay. Aquí termina la historia terrenal de Quiroga.
Sin embargo, no mucho más tarde, comenzaron las primeras misteriosas apariciones, casi todas ellas registradas en su Salto natal. El fantasma de Quiroga, para quienes lo han visto, presenta un aspecto taciturno y conserva su frondosa barba. En ocasiones deambula por los cuartos de lo que fuera su casa, la quinta que perteneciera a la familia Quiroga, en la avenida Viera, convertida hoy en museo.
Urna con las cenizas de Horacio Quiroga
Como corolario, se afirma que la urna que contiene sus cenizas, realizada por el escultor ruso Stefan Erzia, posee características apotropaicas (es decir, de prevención de la mala fortuna), aunque algunos razonan que se encuentra maldita, sin que hayamos podido comprobar los alcances o ejemplos de tal maldición. Además, el fantasma de Quiroga recorre antiguas salas y toma asiento en alguna de las sillas del auditorio hasta que el amanecer lo borra de la vista de quienes han logrado verlo.
Una historia curiosa refiere que Horacio Quiroga no pasea en soledad por sus antiguos dominios, sino que lo hace acompañado por un hombre que estuvo cerca de él en momentos previos a su decisión de cometer suicidio.
Es poco conocido el relato que reza que en los sótanos del Hospital de Clínicas de Buenos Aires, lugar al que había concurrido a aliviar su afección, vivía un hombre completamente deformado por una enfermedad degenerante, a quien los médicos asemejaban al tristemente célebre hombre elefante. Su nombre era Vicente Batistessa. Quiroga se enteró de la situación del pobre hombre y quiso que compartiera con él su habitación en el hospital.
Se dice que fue Batistessa la primera y única persona en escuchar la determinación final de Horacio Quiroga por ello no es raro entonces que aun en los espacios del bajo astral compartan esa amistad que los unió en días de desgracia.
Fuente: http://www.conlacamara.com/