Batalla de Borodinó

La batalla de Borodinó tuvo lugar el 7 de septiembre de 1812 es también conocida como la batalla del río Moscova, y fue una de las mayores y más sangrientas batallas de las guerras napoleónicas, enfrentando a cerca de un cuarto de millón de hombres.
Esta batalla enfrentó a la Grande Armée francesa bajo el mando del emperador Napoleón I de Francia y al ejército del zar Alejandro I de Rusia, comandado por Mijaíl Kutúzov, cerca de la aldea de Borodinó.
La batalla fue tácticamente poco concluyente para ambos ejércitos, y solo las consideraciones estratégicas de la misma forzaron a los rusos a retirarse.
La conducta de Napoleón durante la batalla también mostró que sus decisiones tácticas trataban de impedir pues una victoria pírrica pues el emperador francés sufría además de fiebres durante el transcurso de la batalla.
La Grande Armée francesa había iniciado la invasión de Rusia en junio de 1812 mientras Alejandro I proclamó la Guerra Patriótica en defensa de la Madre Patria.
Las fuerzas rusas, que anteriormente se concentraban en la frontera polaca, retrocedieron ante los invasores, llevando a cabo una política de tierra quemada al tiempo que se retiraban.
Esta estrategia, criticada desde algunos sectores militares, significó la destitución del comandante en jefe ruso, que era el príncipe Mijaíl Barclay de Tolly y el nuevo comandante ruso, el príncipe Mijaíl Kutúzov, vio entonces la sabiduría de la estrategia de Barclay, y esperó hasta que las fuerzas francesas estuvieran a menos de 125 km de Moscú para así el antes de enfrentarse a ellas.
Entonces, Kutúzov seleccionó un área eminentemente defendible cerca de la aldea de Borodinó, y entonces desde el 3 de septiembre la fue fortificando con construcciones defensivas y con refuerzos de todo tipo.
Se calculó por entonces que el ejército de Kutúzov estaba formado por unos 112.000 hombres, aunque podría alcanzar los 125 000 pues recientemente, algunos historiadores creen que la cifra real era mucho más elevada, entre 154.800 y 157.000.
Las razones para esta disparidad es la presencia de alrededor de 10.000 soldados irregulares cosacos, así como unos 30.000 milicianos rusos y de seguir esta norma, habría también que descontar del número de soldados implicados en la batalla a los 25.000 guardias imperiales que no llegaron a efectuar un solo disparo durante todo el día.

Napoleón I en el campo de batalla
Dicho esto, la aparente superioridad numérica rusa en el campo de batalla no repercutió en el resultado final de la contienda debido a que una considerable fracción de las mismas no llegó a intervenir.
Por otro lado, sus posiciones fortificadas y su superioridad artillera (640 piezas contra 587 francesas) sí que suponían el de una ventaja frente a los franceses.
Cuando Napoleón encaró las defensas rusas, pareció que había abandonado sus tácticas usuales, ya que ordenó así un ataque frontal contra los rusos y esto se atribuye a la enfermedad que padecía.
Se cree que con esto buscaba un encuentro decisivo que destruyera al ejército ruso en un solo día pues así el ataque inicial francés tuvo éxito, aunque a un elevado coste.
El rey de Nápoles, Joaquín Murat, dirigió un ataque conjunto de la caballería y la infantería que a principios de la tarde había atravesado las líneas rusas y alcanzado el reducto de Rayevski, que perdieron y volvieron a retomar.
Sin embargo, los rusos recurrieron a sus reservas, y el campo de batalla se convirtió pues en un sangriento montón de cadáveres y soldados luchando en total confusión.
Un contraataque ruso fue desbaratado por la artillería francesa, y al caer la noche ambas partes se separaban, mientras las fuerzas rusas se iban retirando, al principio solo unos kilómetros, pero ya de noche cerrada comenzaban a retirarse más allá de Moscú.
La estimación de pérdidas varía de forma notable según la fuente pues los franceses aseguraron haber sufrido 28.000 muertos y heridos, incluyendo a 48 generales, de acuerdo con los datos aportados por el historiador Adam Zamoyski.
Otras fuentes sitúan estas cifras en niveles mucho más altos, y Stephen Pope asegura que al menos 50.000 muertos podría ser una cifra razonable.
Los rusos perdieron entre 38.500 y 58.000, siendo la cifra de 45.000 aceptada comúnmente y por otra parte, se da una cifra combinada de unos 125.000 muertos, lo que la convierte en una de las batallas más sangrientas de la historia de la humanidad, aunque se dice que podría ser algo exagerada, ya que las estimaciones menores de 28.000 franceses y 38.500 rusos dan una cifra combinada de 66.500 muertos.
Alrededor de 8.500 hombres cayeron durante cada hora de aquel fatídico día, el equivalente a una compañía completa cada minuto y en algunas divisiones, las bajas sobrepasaron el 80 % de sus efectivos previos a la batalla.
Estimando que entre un quinto y un tercio de las bajas totales fueron muertos en combate, se cree que de 12.000 a un total de 25.000 soldados murieron en Borodinó.
La batalla fue muy probablemente el día más sangriento de las guerras napoleónicas, y uno de los más sangrientos de la historia contemporánea, tal vez ni siquiera excedido por el primer día en el Somme en 1916, ni por ninguno de los 3 días de la tercera batalla de Nankín en 1864.
Adam Zamoyski, en su cuenta detallada de la campaña rusa, proporciona cifras de 1.400.000 disparos efectuados por la infantería francesa, y de 60.000 a 91.000 por la artillería.
La retirada rusa permitió al ejército de Kutúzov asegurar las posiciones rusas en San Petersburgo, con el fin de abrir a los franceses el camino para llegar hasta Moscú, el 14 de septiembre de 1812, habiendo preparado la ciudad para así privarla de vituallas, armas y suministros al ejército francés.
Por ello, la captura de esta proporcionó a los franceses pocos beneficios, ya que, entre otras cosas, sólo les alejó aún más de sus bases de abastecimiento del ejército teniendo ante sí también un ejército todavía intacto.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Borodin%C3%B3