El senet, un juego de mesa para alcanzar el inframundo

La tumba de Kha y Merit fue descubierta intacta por el arqueólogo italiano Ernesto Schiaparelli en 1906, y entre su surtido ajuar funerario, que hoy podemos contemplar en el Museo Egipcio de Turín, se encontró un tablero de senet colocado sobre una mesa de falsa caña.
Pero no es este el único tablero de senet que se ha encontrado en Egipto, o sea, resulta así que este juego está documentado desde época predinástica (hacia 3100 a.C.), y se han encontrado tableros dibujados en el pavimento de algunos templos (como en el primer patio del templo de Medinet Habu o en la terraza del templo de Khonsu en Karnak).
También se han hallado tableros completos en numerosas tumbas (en la de Tutankhamón cuatro tableros de senet), así como representaciones pictóricas del juego en sepulturas y en papiros (como el Libro de los muertos del escriba Ani).
Una de las representaciones más famosas de un senet es la que se descubrió en la tumba de Nefertari, la Gran Esposa Real de Ramsés II, en el Valle de las Reinas, donde se muestra a la soberana sentada en una silla ante un tablero de senet, a punto de mover una ficha.
Algunos investigadores creen que este juego tenía un significado ritual y mágico y por eso aparece tantas veces representado en las sepulturas, incluso se piensa que podría haber sido una de las pruebas que el alma del difunto tenía que superar para alcanzar el más allá.
De hecho se considera una referencia al capítulo XVII del Libro de los muertos, que representa el juicio de Osiris y la entrada del alma del difunto en el inframundo: «Honor a ti, oh creador de los dioses, rey del Norte y del Sur, oh Osiris victorioso, gobernante del orbe en tus gráciles estaciones; eres señor del mundo celestial. Concédeme un sendero por el que pueda discurrir en calma, pues soy justo y veraz; no pronuncié mentiras de intento, ni nada hice con dolo».
Al parecer, el objetivo del senet era conseguir mover y sacar las piezas (o fichas) del tablero antes que el adversario pero se desconocen las reglas exactas, porque no tenemos ningún documento que especifique cómo se jugaba.
Algunos egiptólogos que se han dedicado a estudiar este juego y todas sus representaciones, como son Gustave Jéquier y otros, creen haber podido descifrar sus reglas y han llegado a la conclusión de que este juego tenía puntos en común con otros muy conocidos como la oca, el backgammon o el parchís.
Un tablero de senet (que podía servir al mismo tiempo de caja para guardar las fichas) se compone así de tres hileras formadas por diez casillas cuadriculadas cada una.
Los jugadores, que solo podían ser dos, disponían de entre 5 y 10 fichas cada uno donde casi siempre las piezas de cada jugador tenían una forma determinada, cónica o cilíndrica, que las distinguía así de las del contrario y además, usaban una especie de bastoncillos planos o huesos de astrágalo que llevaban alguna marca en uno de sus lados para diferenciarlos.
Según los resultados de estas investigaciones, el senet pudo jugarse así: los bastoncillos se tiraban y se sumaban luego los puntos que resultaban del valor obtenido. Las piezas se movían pues de izquierda a derecha en las diez primeras casillas; en cambio, en las diez casillas del centro se invertía la dirección, de derecha a izquierda, y en la hilera siguiente, también de diez casillas, se volvía a invertir la dirección, de izquierda a derecha, como en la primera hilera.
Había seis casillas especiales: la 15, en medio de la hilera central, y las últimas de la tercera hilera (de la 26 a la 30), que habitualmente se marcaban con dibujos o jeroglíficos para distinguirlas (sobre todo a partir del reinado de la reina Hatshepsut).
Si se caía en la casilla 27 se volvía a la casilla 15, de modo muy parecido a lo que ocurre en el juego de la oca. Las casillas 26, 28, 29 y 30 tenían un sentido protector de las fichas, como en las casillas-seguro del parchís actual (no se podían «matar» o «capturar»), pero tenían unas reglas especiales: había que pasar de forma obligatoria por la casilla 26 y, una vez allí, se tenía que acabar en dos tiradas y con número exacto de puntos, sino la ficha debía quedarse en la posición inicial de antes de la jugada.
Cuando dos fichas de un jugador iban seguidas, se protegían entre sí y el jugador contrario no las podía capturar y si las fichas que iban seguidas eran tres, podían formar una barrera y el jugador contrario no la podía sobrepasar.
Cuando no se podía avanzar, se tenía que retroceder siempre que fuera posible y cuando se «mataba» una ficha del jugador contrario, el resultado era el intercambio de posiciones: la ficha que capturaba entonces se situaba en la casilla donde estaba la ficha que había sido «matada», y esta se colocaba en la casilla pues donde estaba la ficha que la había capturado antes de empezar la jugada.
En cuanto a su significado ritual, vinculado al concepto de inmortalidad, en las representaciones de las tumbas, el difunto (como en el caso antes mencionado de la reina Nefertari) aparece delante del juego solo, sin contrincante aparente.
Se han barajado diversas teorías sobre la posible identidad de este adversario invisible: tal vez fuera la serpiente Mehen, protectora del Sol y ligada a la eternidad, quizá se tratase de las fuerzas hostiles del inframundo o a lo mejor el difunto jugaba solo.
Según algunos estudios, el juego servía para vencer a las energías negativas que podían impedir al ba del difunto (una de las partes que componían el alma, mediador entre el mundo divino y el terrenal, pues así normalmente representado como un pájaro con cabeza humana) moverse libremente, atravesar entonces la necrópolis y unirse al cuerpo del fallecido, ya que si no se aseguraba la capacidad de movimiento del ba, el alma del difunto moriría definitivamente.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Senet