
Aquí os dejo las fotos que os comentaba en el programa donde entrevisto a J.J. Benítez, realmente fue algo mágico recibir esa respuesta desde el más allá.
Los Humanoides de Conil
Conil de la Frontera, Cádiz. Playa de los Bateles. 29 de Septiembre de 1989. 20:45 h. Un grupo de 5 jóvenes de la localidad acuden a la playa dispuestos a observar las evoluciones de unas extrañas luces en el cielo y que durante un par de semanas venían manifestándose casi a diario. A las 20.45 horas, aproximadamente, aparece sobre la vertical de los testigos una “media luna” con unas luces rojas en el interior. El semicírculo se dirige en silencio hacia el pueblo. Al poco, también sobre las cabezas de los muchachos, surge otra luz. Esta lleva a cabo una serie de fogonazos a lo que responde una tercera luz ubicada sobre el puerto.
Los protagonistas de esta apasionante historia serían los jóvenes Isabel Sánchez (17 años), Lázaro (14 años), Pedro González (21 años), Loli Bermúdez (23 años) y Pedro Sánchez (19 años), naturales de Conil y que conocían todo el entorno a la perfección.
A mediados de septiembre observaron en la zona del puerto de Conil una luz roja muy potente inmóvil en el firmamento. Desde aquella noche acudieron todas las siguientes para poder ver si se repetía la escena.
Pero aquel 29 de Septiembre de 1989 iba a suceder algo muy diferente. Resonaban los ecos de una extraña experiencia en Voronezh (Rusia) con un OVNI y con humanoides, pero en Conil se respiraba tranquilidad. Los curiosos iban a la playa a disfrutar de la misma o a ver si veían esos tan traídos y llevados OVNIs.
Cuatro de los cinco jovenes testigos del caso
Aquella noche se reunieron sobre las 21:00 horas, en la misma playa, estuvieron rastreando el horizonte con unos prismáticos, pero no fue hasta después de media hora que uno de los jóvenes pudo ver una luz blanca con cuatro potentes focos a su alrededor, de nuevo habían podido ser testigos de un nuevo avistamiento ovni, el objeto se fue acercando y pudieron divisar tres luces rojas en el interior del objeto, muy parecido al que habían podido observar días atrás, el objeto, fue avanzando en dirección Conil hasta pasar por encima de sus cabezas. Instantes después otra luz apareció en este caso no pudieron distinguir su forma ya que la luz era deslumbrante, este segundo objeto lanzó tres fogonazos de luz que al momento fueron respondidos por otros dos fogonazos de otro objeto de luz rojiza situado más a la izquierda.
Posteriormente los jóvenes apostados detrás de un montículo, aciertan a distinguir con la ayuda de unos prismáticos las figuras de dos seres de alta estatura embutidos en una especie de túnica blanca hasta el suelo, que caminaban torpemente sobre la orilla y que según los testigos no tenían rostro ni pelo. Acto seguido los extraños seres comienzan a avanzar hacia los testigos con los brazos pegados al cuerpo, provocando la huida de los jóvenes conileños ante tal situación.
Los individuos ya estaban en la arena a pocos metros del grupo que estaban escondidos, de repente los dos seres cambiaron bruscamente de dirección la nueva dirección iba directamente hacia los jóvenes, éstos asustados echaron a correr, girándose para poder advertir si les seguían pero no fue así, y esto les tranquilizó, haciendo que se sentasen de nuevo para observar lo que hacían los seres, que estos mientras tanto se estaban sentando después de que una bola del tamaño de una pelota de tenis de color blanco azulado se apagara al posarse sobre las cabezas de los seres. Los dos empezaron a cavar un pequeño foso a su alrededor, después se tumbaron y de nuevo apareció la pequeña bola de luz que empezó a ir de un lado a otro de individuo a individuo como si se la pasasen, esto duró varios minutos.
Al poco vieron a un nuevo ser que media unos tres metros con una cabeza en forma de pera invertida y vestía un traje muy ajustado se poso en frente de los otros dos y desapareció. Los otros dos seguían tumbados tras el montículo de arena y dentro del pequeño foso, transcurridos seis minutos los seres se pusieron en pies y fue entonces cuando los chicos se quedaron aterrorizados, y sin explicación alguna, lo que se había levantado ya no eran aquellos seres sin rostro se habían transformado en dos personas uno en hombre y otro en mujer, él alto con el pelo rubio y largo vestía camisa y pantalones vaqueros, ella morena y muy guapa, llevaba falda y camisa negra.
La extraña pareja se dirigió hacia la ciudad, hacia el paseo marítimo, pero ahí no había acabado todo, uno de los jóvenes observó que en el agua en la misma zona donde habían aparecido estos dos se alzaba como una nube que se dirigió a gran velocidad a la orilla después se volvió coherente y con los prismáticos pudieron ver que era aquel tercer ser de traje negro ajustado que estaba sobrevolando sobre el agua, éste tomó otra dirección y se perdió en la oscuridad.
Se trataba de un humanoide más alto aún que sus dos compañeros, su cabeza tenía una extraña forma -de pera invertida-, era muy grande y destacaban dos grandes ojos, vestía un “uniforme” muy ajustado y negro. Pedro González estimó que podría medir en torno a los tres metros de altura.
El barco inglés C.S. Monarch
Los chicos, asustados, aterrorizados y sin poder moverse se quedaron en la playa, además sabían que no debía faltar mucho para que un vecino del pueblo Juan Bermúdez excelente dibujante y pintor, además de apasionado por los fenómenos paranormales que sabía que los chicos habían sido testigos de aquel avistamiento se acercaba cada noche para conversar con ellos y por si se repetía aquel suceso. Pero antes de que Juan llegase al lugar una nueva luz cruzo el firmamento con forma circular se movía en zigzag y tal como apareció desapareció.
Poco más tarde llegó Juan, los chicos alterados y con sus frases inconexas consiguieron explicarle lo que había sucedido en la playa, Juan les sugirió buscar pruebas para que no les tomaran por locos, a pesar de que él les creía. Consiguieron encontrar unas pisadas increíblemente grandes de unos 45 cm y con tan solo cuatro dedos unas pisadas que se dirigían hacia los montículos de arena.
De todas formas los chicos y Juan decidieron no contar nada para que no los tratasen de locos y mentirosos, pero siguieron visitando la playa periódicamente. Y el lunes siguiente vieron en la playa una fragata de la armada y un helicóptero, entonces pensaron que alguien más lo debía de a ver visto, ya que no creían que los militares estuvieran allí investigando la zona por casualidad, aunque posteriormente no se supo de informe sobre ninguna investigación oficial en la zona por parte del ejército.
El 15 de Octubre y esta vez en compañía del policía municipal e investigador aficionado del fenómeno ovni Jesús Borrego, los chicos y el policía vieron como la extraña pareja les adelantaba en dirección a la playa y al llegar al agua desaparecieron. Pedro se dirigió a su casa a por una cámara de superocho para poder grabar por si regresaban y a media noche así sucedió la extraña pareja paso de nuevo frente a ellos a toda prisa y les miraron fijamente para después desaparecer.
Ese mismo día a la mañana siguiente el diario de Cádiz publicó un reportaje que decía que el ovni y los seres que habían podido ver unos jóvenes en el puerto de Conil no eran más que el barco de bandera inglesa “Monarch” y dos de sus buzos.
Ante esa extraña y confusa noticia el investigador J.J. Benítez demostró que esa publicación era falsa puesto que se entrevisto con el capitán del barco que aseguro que esa noche se encontraba a 30 millas del lugar sin utilizar ni llevar ningún buzo a bordo. J.J. Benítez también pudo comprobar que en una pensión de Conil en el tiempo que duraron aquellos sucesos estuvo hospedada una pareja alemana que se puedo confirmar que jamás habían salido de su país. Tampoco se pudo saber por que en aquella cámara de superocho con la que se grabó habiendo suficiente luz no se veía nada y por que durante la noche del 29 de Septiembre las instalaciones militares de Algeciras quedara inutilizada la sección de radar por causas desconocidas. A todo esto la gran prefunta que se hacían los chicos era: ¿Hay vecinos procedentes de otro planeta?
Dos días antes, la agencia soviética TASS lanzaba al mundo la noticia de un supuesto aterrizaje de un ovni en un parque de la ciudad de Voronezh y que según dicha agencia, varios testigos observaron a varios humanoides de gran altura y con características similares a los que avistaron dos días después los muchachos de Conil.
Además, J.J. Benitez descubriría que esa extraña pareja estuvo alojada en un pequeño hotel durante los días que ocurrieron los extraños sucesos. Posteriormente, Jesús Borrego y otro agente de policía se toparían con la misteriosa pareja de “alemanes” que desaparecieron por arte de magia. Posteriormente, Ángel Carretero describiría en su libro Humanoides en Conil, que aquellos alemanes eran en realidad una perito holandesa y un delineante que se encontraba por los alrededores efectuando trabajos relacionado con el cable telefónico.
Por consiguiente, todo este revoltillo de misterios, ¿casualidades?, personas que aparecen y desaparecen, barcos que no se sabe ni donde estaban situados y peleas entre investigadores, han generado uno de los misterios mas sorprendente y estudiados del misterio español.
Actualmente, la mayoría de los testigos siguen viviendo en Conil de la Frontera, y comprensiblemente la mayoría de los testigos no quieren saber nada del suceso pero mantienen todavía “cierta curiosidad” por dichos fenómenos. Ádemás, los policías locales (uno llegó a ser Cabo de la policía Local y el otro agente de policía local) consiguiendo la condición de funcionarios de carrera en 1994 por parte del ayuntamiento de Conil dieron veracidad de este caso OVNI de Conil de la Frontera.
Fuente: http://selenitaconsciente.com/
EL MISTERIO DE LA “PIEDRA DE LOS LUNAS”
A unos 35 kilómetros de Alburquerque, en el condado de Valencia, en Nuevo México (USA), existe una pequeña localidad llamada “Los Lunas” (llamada así por la familia fundadora del pueblo, la familia “luna”). Allí cerca, a unos 20 kilómetros, se encontró, hacia 1880, una enorme roca con unas inscripciones absolutamente perturbadoras, que han sido interpretadas por algunos investigadores como una versión abreviada de los “Diez mandamientos” (de ahí el nombre de “decálogo”) en una forma primitiva del hebreo… vamos a ver qué hay de cierto en esto, si es que hay algo…
La roca es conocida como “La piedra del misterio” o “La piedra de Los Lunas”. Se trata de una gigantesca roca de más de 100 toneladas de peso. En la cara norte del pedrusco, sobre una superficie prácticamente plana, alguien, en algún momento de la antigüedad, grabó, tallando la piedra, nueve líneas, formadas por algo más de 200 caracteres.
Se ve que llevaba allí lo más grande de años, hasta que a finales del siglo XIX, el propietario del terreno, un tal Frank Huning, se percató de su existencia. Los comanches, nativos de la zona, le informaron que llevaba allí toda la vida, que no lo habían hecho ni ellos ni sus antepasados y que no entendían ni podían leer aquellos extraños símbolos.
La movida llega a los ambientes académicos universitarios gracias a un profesor de la Universidad de Nuevo México llamado Frank Cumming Hibben (1910-2002), que examinó la inscripción y aseguró que era muy antigua. Supuestamente fue conducido a la roca por alguien desconocido que le aseguró haberla encontrado cuando era un niño en torno a 1880. Tras “exhaustivos” estudios y análisis, Hibben quedó convencido de que se trata de una inscripción auténtica, realizada por antiguos judíos que llegaron hasta Nuevo México siglos antes de que lo hicieran los españoles…
Grabado que aparece inscrito en la “Piedra de Los Lunas”
El problema es que este señor no es del todo creíble (por ser algo suave), ya que es conocido por su afición a “decorar” los yacimientos arqueológicos a su acomodo: en los años cuarenta aseguró haber encontrado un depósito de artefactos pre-Clovis, una antigua cultura norteamericana, en Sandia Cave (en las montañas Sandia, Nuevo México, cerca de la zona en la que esta nuestra piedra protagonista). Propuso para aquellos objetos una antigüedad de 25.000 años, mucho mayor que el resto de culturas americanas conocidas. Parece ser que se unieron varios factores, principalmente que en aquella cueva se había producido una mezcla de depósitos, es decir, no estaba cronológicamente en orden. Pero otros estudiosos van más allá y plantean que es un fraude que cometió para justificar su teoría del antiguo pueblo “Sandia”, tipología que hoy en día es puesta en duda.
Muchos investigadores posteriores analizarían las extrañas inscripciones. En 1964, un juez de Alburquerque llamado Robert LaFollette llegó a la conclusión de que la mayoría de signos eran de origen fenicio, asignó a cada uno un valor fonético que dio como resultado un texto que se asemejaba mucho al dialecto original empleado por los indios navajo. Y propuso que se no contenía ningún texto religioso, sino la crónica puntual de un viaje épico realizado en tiempos precolombinos. Aquella interpretación, claro, chocó frontalmente contra algunos grupos de creyentes que ya habían sacralizado la polémica roca.
El Dr. Cyrus Gordon, profesor de Harvard, propuso que las inscripciones eran del siglo I d. C. y que se trataba de una escritura paleo-Canaanita o de “antigua” escritura Hebrea. Y de nuevo argumentó que era una versión reducida de los diez mandamientos.
Otros autores, en cambio, como el lingüista Barry Bell, proponen que la antigüedad de las inscripciones es dudosa, basándose en el aparente uso de puntación del hebreo moderno, así como en una serie de errores estilísticos y gramaticales. Otros, también escépticos, argumentan que fueron realizadas poco tiempo después de la llegada de los españoles a América por clérigos doctos en hebreo antiguo.
Nuestro compatriota J. J. Bénitez, que siempre se ha caracterizado por su credibilidad (sic), propuso, basándose en el estudio de unos tales “Moorehouese, Lidzbarski y Purvis”, que cita en un artículo en su web, la siguiente traducción: “Yo soy Yahvé tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud.
No tiene que haber otros dioses ante mi presencia. No fabricarán ningún ídolo. No tomarás el nombre de Yahvé en vano. Recuerda el día del sábado y guárdalo como santo. Honra a tu padre y a tu madre para que tus días sean largos en la tierra que Yahvé tu Dios te ha dado. No matarás, no cometerás adulterio. No hurtarás. No darás falso testimonio en contra de tu vecino. No desearás la mujer de tu vecino, ni nada de lo que es suyo”.
Sea como sea, lo cierto es que el pedrusco y el enigma siguen ahí, ya que la enorme roca de unas cien toneladas no se ha llevado a ningún museo ni laboratorio para ser estudiada. Además está muy deteriorada, más que nada porque muchos de los estudiosos repintaron los signos para poder hacerle mejores fotografías.
Fuente: http://plqhq.blogspot.com.es/
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Las Pirámides y el “Huevo de Nubia”
Mucho se ha especulado sobre la verdadera edad de las colosales construcciones que se erigen majestuosas en la meseta de Giza, en Egipto. Me estoy refiriendo, si es que alguien aún no se ha dado cuenta, a las famosas pirámides de Keops, Kefren y Micerinos.
Se podrían escribir páginas y páginas sobre estos tres enigmáticos monumentos sin ni siquiera acercarse a explicar todo cuando se ha escrito y especulado sobre ellos. No ha lugar en el post de hoy para analizar de manera pormenorizada cada uno de los estudios e investigaciones que se han llevado a cabo sobre la datación, construcción y finalidad de las pirámides.
Recientemente, y este sí es el tema que abordamos aquí, se descubrió algo que podría resultar muy comprometedor para los postulados de la arqueología tradicional. En realidad el hallazgo no es nuevo, pero sí su difusión. En 1907, el arqueólogo británico Cecil Mallaby Firth encontró una antigua tumba en uno de los cementerios de la ciudad de Nubia. Exactamente, una tumba catalogada como la 96 del cementerio 102. En esta sepultura, a parte de los restos de un hombre desconocido, se encontraron también algunos objetos como parte del ajuar del difunto. Entre ellos, destaca un huevo de avestruz con unos signos extraños y, a la vez, familiares.
Fue el popular investigador J.J.Benitez quien dio a conocer, al menos en España, la existencia de dicho objeto y la posible relación de sus dibujos con las pirámides de Giza. Los restos humanos que reposaban en la tumba donde fue encontrado, fueron datados, aproximadamente, alrededor del año 4000-3500 a.C. Es decir, dicho objeto (un huevo de avestruz con algunos dibujos decorativos) tendría una edad aproximada de 6000 años. Hoy en día, el huevo de la discordia descansa en el museo de Nubia a expensas de las pocas miradas curiosas que se percatan del enigma o analogía que esconde dicho objeto.
Huevo de avestruz donde aparecen las “pirámides”
Según J.J. Benítez y M.J. Delgado en un documental de la serie Planeta Encantado de RTVE, el huevo sería una especie de oopart en el que la cronología oficial no correspondería con las imágenes de este pues, según ambos investigadores, no hay lugar a dudas de que las formas geométricas que aparecen en el no son más que las pirámides y, la figura serpenteante, representaría el curso del rio Nilo a su paso por la meseta de Giza. Esto nos conduciría, inevitablemente, a concluir en que la fecha de construcción de los monumentos más famosos del mundo debería ser retrasada en varios miles de años.
Y es que los postulados de Heródoto, que aún son los que se mantienen a día de hoy, se limitan a los viajes del “padre de la Historia” a Egipto. Allí, los nativos le contaron durante su estancia en el país del Nilo en el siglo V a.C. que la gran pirámide era obra del faraón Keops del 2600 a.C. Es decir, la historia de hoy en día considera como algo irrefutable lo que alguien contó a alguien en un intervalo de tiempo de 2000 años. En cambio, este huevo de avestruz nos empujaría a replantearnos nuestros postulados en torno al año de construcción de las pirámides y remontarnos, para encontrar su origen, a año 4000 a.C. aproximadamente.
Debemos, para entender mejor el contexto histórico del que estamos hablando, fijarnos en la datación de los restos óseos y materiales, nos hacen situarnos en pleno calcolítico. En concreto, al hablar de Egipto, estaríamos situados en la una época predinástica conocida como cultura Naqada. Esta época de la historia abarcaría unos mil años, desde el 4000 al 3000 a.C. y se caracteriza por ser pionera en el uso de los primeros metales y los intercambios entre diferentes comunidades así como el principio de la estratificación social.
En aquella época, debemos también situar a un personaje conocido como el “Rey Escorpión”. Durante las excavaciones que se llevan a cabo en el yacimiento funerario de Umm el-Qaab, dos arqueólogos del Instituto Arqueológico Alemán del Cairo (Wermer Kaiser y Günter Dreyer) encontraron, en 1988, una tumba (catalogada como la Uj) con el nombre de este rey, al que se le atribuyó ser el primero de la Dinastía cero (época predinástica egipcia) al que seguirían Horus Iry, Horus Ka y Horus Escorpión II.
Horus Escorpión I (el rey escorpión) vivió y reinó alrededor del 3.300-3.200 a.C. y en el interior de su tumba se hizo un hallazgo sorprende. Entre su cetro real, cientos de vasijas y objetos de marfil existían unas jarras y unas curiosas tabillas cuyas representaciones podrían tratarse, ni más ni menos, que de los primeros vestigios de escritura de la historia de la humanidad.
Hasta ese momento, se consideraba que habían sido los sumerios en Mesopotamia (actual Irak) los primeros pueblos en usar la escritura en alguna época cercana al 3000 a.C.
Por si todo eso fuera poco, en una roca tallada situada en Nubia (donde se encontró el “famoso” huevo de avestruz) se representa una escena de un gran escorpión atacando a un hombre maniatado mientras dos arqueros observan la escena. Esto podría indicar incursiones, intercambios o alguna clase de poder de Horus Escorpión I en esta parte de Egipto.
Si observamos las tablillas, nos damos cuenta de que se tratan de un “complejo” (para la época) sistema de control de mercancías.
Tablillas encontradas por Dreyer restos de una antigua escritura.
Podemos ver, en las imágenes, como la presencia de formas triangulares son bastante comunes y no representan, en ninguno de los casos, a las pirámides de Giza. Bien por el contrario, en las tablillas, la representación de un triángulo correspondería con una intención de simbolizar montañas o colonias. La aparición de tres triángulos sería una colinas/desierto, mientas que dos triángulos representarían una montaña (o montañas). ¿Qué utilidad tendría esto? Para comprenderlo necesitamos observar los símbolos que los acompañan. La forma curvada (o serpiente) sería interpretada como el lugar donde se pone el sol. Es decir, una representación en la que aparezcan tres triángulos con una forma serpenteante (imagen de la derecha) se traduciría como que la procedencia de la mercancía es de “las colinas (o el desierto) de la oscuridad”, o sea, del oeste (donde el sol se pone).
El documental de JJ Benítez también concluye que, las líneas horizontales que aparecen dentro de las supuestas pirámides del huevo, tendrían como fin demostrar que estamos hablando obligatoriamente de estas construcciones ya que estas líneas representarían las filas de rocas que componen las pirámides. Lo cierto es que a esta protoescritura deberíamos situarla, tal y como hemos visto, durante el reinado de citado Horus Escorpión I, en torno al 3.350 a.C. Estaríamos, en ese caso, en plena época Naqada, para ser exactos, en un periodo de transición entre el Naqada I y el Naqada II. Las ilustraciones o el gusto decorativo de este periodo estaba muy marcado por el afán a “rayar” los espacios internos de las representaciones como podemos observar en la siguiente imagen, por lo que las líneas que aparecen en las “pirámides” del huevo bien podrían tratarse solamente del gusto del artista marcado por los cánones de la época.
Vasijas del periodo de Naqada II
Por otro lado, en el documental del citado investigador, se afirma que los restos humanos que reposaban junto al misterioso huevo que estamos analizando habrían sido datados, aproximadamente, en 7000 años de antigüedad. Esto quiere decir que la fecha rondaría el 5000 a.C. mientras que la época que aquí exponemos se remontaría, aproximadamente también, a los 3.350 a.C. Encontramos un desfase de alrededor de unos 1500 años. ¿Cómo podría esto encontrar una explicación?
Solo podemos encontrar dos opciones:
O bien el huevo fue introducido en la tumba posteriormente, cosa que se presenta bastante improbable; o, que la datación sea errónea.
Cuando digo erróneo no quiero acusar a JJ Benítez de falsear la verdad, sino de que el método de datación no haya sido el correcto.
Aunque, lo que si es cierto, es que en dicho documental se da un dato muy importante: JJ Benítez asegura que los investigadores no dan una fecha, sino una época (la arqueología suele datar por periodos y no por fechas exactas) y esa época es la perteneciente al periodo de Naqada I para luego decir que esto significa que su datación sería del 5000 a.C. lo cual no es del todo correcto, pues el periodo de Naqada I comprende del 4000 al 3500 a.C. Nosotros, desde el primer momento, hemos hablamos del 3250 a.C, lo que ya nos daría un desfase de, en el mejor de los casos, unos 250 años.
Si la tumba del huevo fue encontrada en 1907 muy probablemente, se haya datado con los métodos de la época que, ni mucho menos, pueden compararse a los métodos de datación actuales. Como ejemplo de los precarios mecanismos de antaño, en 1908 se encontró en Sussex (Inglaterra), los restos de un cráneo humano y una mandíbula de aspecto simiesco. Se bautizó a aquel supuesto homínido como “el hombre de Piltdown” y apareció en todos los libros de texto hasta mediados de 1950 como el supuesto “eslabón perdido” dentro de la evolución humana hasta que, sometido a los nuevos métodos descubiertos en los años 50, se comprobó que solo se trataba de una falsificación fruto de haber mezclado restos de un cráneo humano de unos 600 años de antigüedad con la mandíbula de un orangután después de tratarlos con dicromato de potasio para darles una apariencia muy antigua.
Tal vez, la tumba donde se encontró dicho huevo (y siempre estimando como ciertas las afirmaciones de JJ Benitez) tuviese un desfase de 250 años (Naqada I-Naqada II) o puede que ninguna, ya que desde el principio hemos hablado de que esa protoescritura y el reinado de Horus Escorpión I que datarían de un periodo intermedio entre el Naqda I y el Naqada II es decir, las fechas cuadrarían a la perfección.
Aspecto de un enterramiento del periodo Naqada I.
En todo caso, habría que decir que la representación que aparece en el huevo y que se identifica como el “Nilo” tiene mucha probabilidad de representar, en efecto, una masa de agua, pues en el antiguo Egipto las zonas de agua se dibujaban con líneas entrecruzadas. Si dicho símbolo representa al Nilo bien podíamos pensar, por su similitud y su posición con respecto a este, que las estructuras piramidales que aparecen en el huevo quieran representar a las verdaderas pirámides. En ese caso, y aunque la datación sea del periodo de Naqada I, esto querría decir que, al menos en el año 3000 a.C. aproximadamente, las pirámides de Giza ya estaban construidas y terminadas, lo que haría también que tuviésemos que replantearnos la historia.
Fuente: http://www.mundodesconocido.es/