El misterio detrás del libro al que culpan de influenciar a los asesinos de varios famosos
Si hay una novela enigmática estrechamente ligada con homicidios muy sonados a nivel mundial esa es The catcher in rye o El guardián entre el centeno. Muchos afirman que tiene una programación subliminal en su historia decadente y rebelde que induce al lector a terminar cometiendo acciones violentas que pueden llegar a parar en asesinatos ¿mito o realidad?
Lo cierto es que este libro fue encontrado entre las pertenencias del asesino de John Lennon, integrante de Los Beatles, y el del entonces presidente de los EE.UU., John F. Kennedy, quienes tras ser interrogados por la autoridades confesaron haberse sentido inspirados fuertemente en esta obra para cometer estos crímenes. A continuación se analizarán los sucesos que satanizaron esta misteriosa novela.
El estadounidense Jerome David Salinger, es el autor de este clásico de la literatura moderna publicado en 1951. Tiene como personaje principal a Holden Caulfield,, un adolescente que aborrece y cuestiona la hipocresía del mundo y lo vano de la sociedad odiando fuertemente el cine, la religión, la política, la música, etc.
Detractores de esta novela dicen que precisamente estos mensajes antisociales fueron los que provocaron los asesinatos de grandes personajes y son muchos los que consideran que esta novela guarda algo siniestro, llegando a insinuar que dentro de ella existen códigos secretos y claves psicológicas que incitan a matar.
Según declaraciones de Mark David Chapman, asesino del cantante John Lennon, la mañana del 8 de diciembre de 1980(fecha de la muerte de John Lennon) adquirió un ejemplar de dicho libro, y escribió en él: “Esta es mi declaración”, firmando como “El guardián entre el centeno”. Después, siguió los pasos de Lennon hasta el momento en que le disparó cinco veces, poniendo así fin a la exitosa carrera del británico.
Tras haber cometido el asesinato Chapman se quedó en el lugar, sacó su libro de El guardián entre el centeno, e intentó leer la novela hasta que llegó la Policía, la cual no tuvo mayor inconveniente para arrestarlo. A parte de este dato, cuando se le tomó declaración unas horas después de su fechoría ,el asesino aseguró que estaba convencido de que la mayor parte de él era Holden Caulfield (personaje principal del libro) y que el resto de él debía ser del Diablo.
El segundo caso relacionado con el libro sucedió tan solo un año después del asesinato de Lennon. En esta ocasión las intenciones del asesino no llegaron a producirse para beneplácito de su víctima, el mismísimo Ronald Reagan. John Hinckley Jr, que así se llamaba el individuo en cuestión, intentó en 1981 acabar con la vida del presidente norteamericano disparándole con una pistola.
La bala disparada por John Kinckley impactó en el cuerpo del presidente entrado por su axila y alojándose a escasos centímetros de su corazón. Finalmente, como bien ya hemos mencionado, Reagan consiguió sobrevivir al atentando. De todas formas, el atacante aseguró reiteradas veces a lo largo su vida que estaba realmente obsesionado por el libro del que estamos hablando.
Otro caso a destacar tuvo lugar en 1989. Robert John Bardó asesinó a la actriz Rebecca Lucile Schaeffer en la puerta de su apartamento tras haberla acosado durante tres años. Cuando el asesino fue detenido sostenía también un ejemplar de “El guardián entre el centeno”.
Otros de los asesinos que ha sido relacionado con la lectura de este libro es Charles Manson, quien ordenó el asesinato de Sharon Tate, esposa del reconocido director de cine Roman Polansky. Lo mismo podemos decir de Lee Harvey Oswald, homicida de John F. Kennedy que también está ligado a la lectura de esta enigmática obra y por último Sirhan B. Sirhan, quien fue arrestado por el asesinato del Fiscal general de EE. UU. Robert F. Kennedy.
Esta novela ha sido analizada con teorías de conspiración como la idea de que El guardián del centeno fue un instrumento utilizado por la CIA en su programa MK Ultra, para realizar ciertas actividades y operativos de control mental, usando señales eléctricas y drogas para cambiar el funcionamiento del cerebro e inducir a las personas a convertirse en asesinas y tener el arma perfecta.
En teoría este tipo de actividades culminaron a principios de los 70, cuando Richard Helms, entonces director de la CIA, ordenó la destrucción de todos los documentos y evidencia sobre el MK Ultra.
Fuente: http://www.aldia.co/